[hackmeeting] La LSSI y la supervivencia política - Arturo Quirantes
Arturo Quirantes
aquiran en ugr.es
Vie Feb 1 20:46:55 CET 2002
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La LSSI y la supervivencia política
Arturo Quirantes Sierra 1 Febrero 2.002
"Una pulga no puede detener una locomotora, pero puede llenar de
ronchas al maquinista" (de una tira de Mafalda).
Una vez más, el Consejo de Ministros no ha aprobado la Ley de
Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI). Una vez más hemos
respirado aliviados al comprobar que el poder del gobierno nos ha
perdonado la vida durante otra semana. Una vez más mantenemos la
esperanza ... hasta el próximo Consejo de Ministros.
El gobierno tiene mayoría absoluta. El gobierno hará lo que se le
antoje. El gobierno nos comerá. Estoy sorprendido por la cantidad de
personas a las que he oído tales afirmaciones. Muchos parecen aceptar
resignados lo que se nos viene encima, con la filosofía del soldado que ve
cómo la guerra se pierde y sólo anhela hacer pagar caro al enemigo por su
victoria, siquiera por esta vez.
Pero tras la apariencia de inevitabilidad, el MCYT sigue una vez
más sin ser capaz de aprobar la ley. Sus responsables se enfrentan a una
semana más de agónicos driblajes, echando balones fuera, achicando agua.
Ellos y otros nos preguntamos hasta cuándo podremos aguantar. Y es
importante resaltar el "ellos," porque hasta ahora nuestra visión del otro
lado de las barricadas no ha ido más allá de suponer que, puesto que son
mayoría absoluta, nos van a dar hasta en el carné de identidad. Desoyendo
los consejos de Sun Tzu, nos preocupamos demasiado de lo que el enemigo
puede hacernos a nosotros. Y olvidamos que, a menudo, las murallas de
apariencia sólida no son sino tapias más o menos parcheadas.
¿Acaso las instituciones no están formadas por hombres? ¿Y no
están esos hombres necesitados de victorias? No nos creamos que el
gobierno es un bloque monolítico. Nuestra piel de toro está regida por
gente con metas y miras, con ambiciones políticas, con planes ... y con
temores. No es malo recordar que ellos a veces tienen tanto miedo como
nosotros. Hagamos un ejercicio intelectual e intentemos imaginar lo que
se juegan los, en apariencia, invencibles adversarios.
BORJA ADSUARA. Es el Director general para el Desarrollo de la
Sociedad de la Información. Para entendernos, es el comandante de la
tropa que asedia la plaza. Y a veces parece que lo hayan dejado solo ante
el peligro, porque cada vez que el gobierno tiene que defender la LSSI es
su nombre el que leemos en los titulares de los diarios. Desvía un ataque
tras otro con las armas que le han dado: esa ley generará confianza, dará
un marco jurídico estable al comercio electrónico, la versión definitiva
estará lista en cuanto se cumpla tal o cual trámite, y por supuesto será
enviada al Consejo de Ministros la semana que viene, o a lo sumo a lo
largo de este mes, o en todo caso...
Lo cierto es que, en el fondo, no puedo dejar de sentir cierta
pena por él. El hombre hace lo que puede, intentando sacar adelante una
ley que prácticamente nadie apoya, con argumentos estereotipados y dando
la impresión de que lo hacen por nuestro bien. Los aliados locales ya no
le sirven, y el alto mando no envía más tropas. Sabe que, en caso de que
el territorio no sea pacificado adecuadamente, él tiene las papeletas para
cargar con la responsabilidad y hacer de cabeza de turco. Y con esos
galones, la pérdida de una batalla no augura un rápido ascenso
precisamente. Tal vez sea de esos jefes a los que el general ha ordenado
atacar hasta el último hombre. Y puede que, a estilo Alatriste, cumpla su
misión rezongando en lo fácil que es dar las órdenes desde la retaguardia,
sin haber visto nunca las trincheras, y sin saber del negocio de la
guerra.
BAUDILIO TOMÉ. Su cargo es el de Secretario de Estado de
Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información. Su lugar en esta
guerra es la del general que tiene asignado un territorio y unas tropas.
Desde su despacho, estudia el mapa de operaciones y mueve sus fichas como
un jugador de ajedrez. Al principio dejó que su comandante llevase la
campaña de la LSSI. Parecía una tarea fácil, la oposición era débil y
los nativos no parecían alborotarse. Pero todo rebaño esconde sus
viriatos. Así que tuvo que acudir en auxilio de su subordinado. Pronunció
bellas declaraciones, recargadas de convicción y de autoridad, en la
Comisión correspondiente del Senado. Plantó afirmaciones tajantes en los
medios de comunicación, y procuró por todos los medios dar la imagen de
alguien a quien -como dicen los norteamericanos- uno podría comprarle un
coche usado.
Inútil. La oposición no ha hecho sino recrudecerse cada vez más,
y el general aparece cada vez menos por el teatro de operaciones. Hasta
cierto punto, es lógico. ¿Para qué va a ir el general al frente, si para
eso están los capitanes? A él le corresponde planificar y mover tropas,
la alta estrategia; que otros se preocupen de las minucias tácticas, que
para eso les pagan.
El problema para él es que el actual comandante parece incapaz de
controlar la situación. Sustituirlo significaría perder tiempo, así como
reconocer implícitamente la derrota. Y, para empeorar la situación, el
teatro de operaciones es crucial para el éxito del general. Su superior
no debe estar nada contento. Tal vez lo mejor sea agachar la cabeza,
sobresalir lo menos posible y que el comandante cargue con el oprobio de
la derrota. Pensándolo fríamente, cuesta mucho llegar al generalato para
perderlo todo por un chiquilicuatre que no sabe hacer su trabajo.
ANNA BIRULÉS. Ministra de Ciencia y Tecnología, o para seguir el
símil, el mariscal de campo. Su mapa de operaciones es más grande, y
ambiciona controlarlo. No le resulta sencillo. Aquí hay operadoras de
telecomunicaciones que no se doblegan, allí hay una política científica
desarticulada, por ese otro lado hay proyectos electrónicos sin madurar.
Y, en el lugar más incómodo, una guerrilla que no podía haber escogido
peor sitio para protestar.
Estos niñatos con gafas de culo de vaso y camisetas de "Kiero ser
Hacker" podían haberse buscado otra camisa de once varas. ¿Es que no se
dan cuenta de que la LSSI iba a ser la piedra angular del MCYT? Es el
único sitio donde poder lucirse, el agarradero último de poder. Porque a
fin de cuentas, ¿qué es un ministerio si no tiene algo poderoso que
ministeriar? Economía tiene en sus manos el bienestar de los ciudadanos y
la creación de riqueza. Hacienda domina los bolsillos. Interior se
encarga de mantener el orden. Fomento (o comoquiera que se llame ahora)
construye autopistas, pantanos y demás obras monumentales, lugares
excelentes para cortar cintas de inauguración. A Sanidad y Economía le
crecen últimamente los enanos, pero no por eso dejan de ser ministerios
influyentes. Todos tienen competencias para lucirse a base de bien.
¿Pero qué tiene Ciencia y Tecnología? Todavía está intentando
aclarar quién lleva la batuta de la ciencia, y ni siquiera tiene las
Universidades a sus órdenes (bueno, con la polémica de la LOU, mejor no
meneallo ahora). El panorama de las telecos es descorazonador. Pero la
LSSI ... ah, eso es otra cosa. Daría al MCYT grandes poderes:
sancionadores, cautelares, inspectores, reguladores. El ordeno y mando.
No hay más que introducir la fraseología adecuada en la ley, y el MCYT se
convierte en el poderoso Ministerio de Internet. Hasta Rajoy tendría que
contar conmigo para apatrullar la Red. Internet es el futuro, y el
ministerio de Birulés su vigilante. Su garante de confianza. Su mamá
gallina.
Y, de repente, se le rompen los huevos uno tras otro. Esos
papanatas que he puesto en la Sociedad de la Información no dan una a
derechas. ¿Tan difícil es la misión que se les ha asignado, que son
incapaces de domeñar a esos cuatro chateros? Deposité en ellos mi
confianza, y tan sólo les pedí resultados. Y mira la que han armado.
Esos se están jugando su puesto, que a mí a las malas no me conocen. Ya
estoy harta de ser el patito feo del gobierno. Todavía tengo el susto en
el cuerpo cuando oí al Líder ofrecer cuatro ministerios al catalán. O me
espabilo, o pierdo el bastón de mariscada, digo de mariscala.
JOSE MARÍA AZNAR. El emperador. Poco os contaré de él, porque si
nos ponemos a ello tendríamos para atorar ancho de banda por un tubo. Si
alguien quiera profundizar en sus entresijos, para eso están los guiñoles.
Como todo emperador, ansía conquistar territorios y fundar un
impero que recuerden las generaciones venideras hasta el fin de los
tiempos. No siempre es fácil, pero si aquí se pierde allí se gana. Claro
que no es un Napoleón, sino tan sólo un presidente con mayoría absoluta.
Y, como presidente y político, sabe que toda victoria tiene un precio a
pagar.
Es tan abnegado que no va a presentarse a la reelección (a no ser
que el partido, el pueblo y todo el universo planetario se lo implore,
rodilla en tierra y con lágrimas en los ojos). Pero eso no significa que
no pretenda lo mejor para su país y para su partido. ¿Formas de lograrlo?
Hay unas cuantas. Una de ellas podría ser desarrollar el comercio
electrónico en España. Puede que la burbuja tecnocom haya reventado
tiempo ha, pero haciendo bien las cosas podríamos hacer que el comercio
del siglo XXI nos devuelva el lustre y la gloria que una vez nos
pertenecieron.
No tengo nada que objetar. El problema viene cuando, en el
proceso, se mete el comercio electrónico y la web no comercial en el mismo
saco. Parece que la red libertaria, libre y auto-organizada haya dado paso
a las empresas on-line, las agencias de certificación y el negocio
digital. Y, aunque el Plan Info XXI haga aguas (pregunten a Maky, que
gustoso les hará una lista pormenorizada), no estaría mal recordar esto:
"La Sociedad de la Información es, sobre todo, un impulso a la
libertad. Estamos comprometidos en la defensa de las libertades de todos y
cada uno de los ciudadanos, aquí o en cualquier otro lugar; la libertad
para emitir su opinión y para recibir la que otros puedan generar.
Queremos libertad y también queremos libertad a través de y gracias a la
red."
Paradojas de la vida, ese párrafo formaba parte de la presentación
oficial del Plan Info XXI, un discurso leído por un tal José María Aznar.
Puede que creyese las palabras que pronunció en aquel momento. O tal vez
se limitase a leer hermosas palabras redactadas por otro, poniendo cara de
creérselas. En cualquier caso, el discurso se ha olvidado. Si fuésemos
generosos, podríamos pensar que el emperador, con tantos y tan graves
asuntos que considerar, sencillamente no ha prestado atención a un asunto
menor. Bastante tuvo con crear un nuevo ministerio de dudosa necesidad y
poner a su frente a una desconocida (por otro lado, eso de que sea mujer
da una imagen como de centrista, muy aconsejable de cara a la galería).
Pero en cualquier caso, la idea le ha salido rana. ¿Qué harás,
emperador? ¿Seguir en tus trece, volcando esfuerzos y capital político en
la empresa, o plegar velas en busca de victorias más fáciles en otra
parte? La tenacidad gran virtud es, pero es muy delgada la línea que la
separa de la cabezonería pura y dura. Hasta ahora tu mariscala te ha
hecho creer que la oposición no durará mucho, que no hay más que aguantar
un poquito más y enseguida veremos la luz al final del túnel.
Desengáñate. En tanto que la información libre se siga
considerando como otro folleto publicitario que hay que vender, tasar y
regular, la LSSI no tendrá éxito. Podrás aprobar tu ley, pero será tu
ley, no la nuestra. Y ni siquiera tus imperiales poderes podrán impedir
que se convierta en papel mojado.
Personalmente, prefiero creer que te están informando mal sobre la
situación de trincheras. Qué le vamos a hacer, son un ingenuo creyente en
la bondad innata. A lo peor te están pintando una Internet de color de
rosa. También Napoleón pensó que la conquista de España sería sencilla al
principio. Volcó sus mejores tropas, sus mariscales más brillantes, y
finalmente perdió su imperio. Tampoco él sabía cuándo hay que retirarse.
Escucha nuestra voz, Presidente. Es la voz de tus ciudadanos.
Retira tu ley. Hazlo ahora que todavía tiene remedio. Tus enemigos
políticos te flagelarán por ello, pero de peores has salido. Con un poco
de suerte, podrás conseguir una ley sobre comercio electrónico, nosotros
navegaremos libremente y todos contentos.
Una de los puntos que más han escocido a los internautas es esa
pretensión de tasar la información. Los americanos gustan de decir eso de
"la información es libre." Pero la palabra free (libre) también significa
gratis. ¿Tal vez te tradujeron mal la frase? Pues ya lo dijo mi paisano
Miguel Ríos: a aprender inglés, que es de gran porvenir. Legisla a los
mercaderes, pero deja de poner precio a la información.
Insubordinadamente suyo,
Arturo Quirantes Sierra.
- --
Salu2. Arturo Quirantes
(PGP key 0x4E2031EC: http://www.ugr.es/~aquiran/cripto/claves.htm)
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