[Presos] EL MUNDO COMO CARCEL

Uhuru maldoror at avant.pangea.org
Sun Jun 2 20:58:48 CEST 2002


"...existimos todos en un ambiente de catástrofe .../... La 
existencia es siempre extrema y el esfuerzo por existir, ya de por 
sí, megalómano... sin embargo es un verdadero arte". (1)

   El presente escrito, no pretende ser ni un tratado científico, ni 
una guía para iniciad at s o profan at s; sino más bien, sólo un pequeño 
esfuerzo reflexivo, personal aunque no original, sobre la 
cotidianeidad de nuestras vidas y nuestros actos, y que con visceral 
irreverencia intenta golpear en esas "razonables" formas con las que 
el poder se reviste y confiere a todas sus instituciones, para 
convertir nuestras vidas en un abominable simulacro. Para conseguir 
que esta transformación, en parte maquillaje, en parte ortopedia y en 
parte espectáculo, consiga su objetivo, necesita de la inestimable 
colaboración de cada uno de l at s individu at s que conformamos la 
supuesta sociedad libre. Para  ello, el sistema, elaborando cada vez 
mecanismos más progresados, tecnológicos y sutiles, intentará 
extender y reproducir su educación correctiva, desde nuestra más 
incipiente infancia, no abandonando esta tarea mutiladora, en ninguna 
de las etapas de nuestro desarrollo y contando para ello con todas 
las instituciones que, por lógica de nuestro crecimiento y evolución, 
nos iremos encontrando a lo largo de este degradante proceso de 
aniquilación de la vida.

"... nos han destruído y aniquilado y destruído y aniquilado siempre 
para toda la vida, y la verdad es que, en el mundo, nos encontramos 
siempre con seres destruídos y aniquilados para toda la vida, en sus 
primeros años, por sus progenitores como padres ignorantes y viles y 
faltos de ilustración". (2)

       La metáfora de la cárcel, heredera del más humanista y 
científico confinamiento de los manicomios, nos sirve como un 
referente que se reproducirá, con mayor o menor grado de brutalidad o 
sutilidad, en cada uno de nuestros ciclos vitales y en todas las 
instituciones sociales (familia,  escuela,  pareja, sindicato, 
trabajo, universidad, cuartel, hospital, manicomio, asilo, ...), en 
las que todo estará dispuesto de manera que el escenario destruya al 
individu at . Así cabe que, cuando de la sociedad surja la posibilidad 
de "abolir" las prisiones, sea porque toda ella se haya transformado 
ya, en una enorme cárcel.

"... sólo a una vida turbada o una existencia turbada, una vida 
turbada o una existencia turbada y una vida aniquilada o una 
existencia aniquilada, turbadas y perturbadas y aniquiladas. No hay 
padres en absoluto, sólo hay criminales como procreadores de nuevos 
seres, que actúan contra esos seres procreados por ellos, con toda su 
insensatez y embrutecimiento,  y en esa criminalidad son apoyados por 
los gobiernos". (3)

    Todo este proceso de destrucción, se inicia al poco tiempo de 
nacer, cuando empezamos a descubrir sin razonar, como en nuestro 
propio entorno familiar se establecen relaciones elementales en las 
que se ponen de manifiesto la existencia de múltiples e invisibles 
"estructuras" jerárquicas, de sometimiento, de autoridad, de orden, 
de dependencia...  (entre otras muchas), que, por desconocimiento, se 
entenderán como "naturales"; y por ello, las reproduciremos como si 
esas fuesen las únicas formas posibles de establecer nuestras 
relaciones. El padre, hombre, de acorazados sentimientos, lo 
situaremos en la parte más alta de nuestros temores; mientras que la 
madre, mujer y por debajo de él, será tan accesible que en ocasiones 
pensaremos que es sólo una prolongación nuestra. Con l at s herman at s, 
también se reproduce ese sordo juego de poder y dominación, en el que 
influirá de manera decisiva la edad y el género. Posteriormente, 
estas relaciones tendrán continuidad en la escuela, donde se nos 
inculcarán con aparente "naturalidad", todo un abominable ritual de 
degradación, viendo en el/la maestr@, un inconsciente, pero 
amenazante, elemento más de orden, autoridad, jerarquía, poder... 
Además, en esos escenarios, nos educarán en la segmentación del 
tiempo, algo de vital importancia para poder marcar futuros ritmos 
productivos entre los que se creará el falso contraste entre ocio y 
actividad (escolar, laboral,...); además, cada uno de nuestros pasos 
dentro de la institución docente, aparecerán recogidos en los 
informes escolares, con infame intrusión en nuestra intimidad. Padre, 
madre, maestr at s y educadores/as, nos inculcarán la dualidad moral del 
bien y el mal y nos introducirán en el sórdido "juego" del premio o 
el castigo. Imbuíd at s por el temor y el desconocimiento de relaciones 
de igual a igual, conformamos mentalmente nuestro mundo psicológico, 
llenándolo de estos estigmas de muerte,  con el reducido esquema 
conductista de la respuesta condicionada.

 "Los policías y los maestros despedían mal olor por la superficie de 
la tierra... Los maestros no eran más que deformadores, destructores, 
demoledores. Enviamos a nuestros hijos a la escuela para que se 
vuelvan tan repulsivos como los adultos que encontramos a diario en 
la calle. La escoria". (4)

    Por todo ello, si se rompe ese falso equilibrio del orden social, 
de forma aparentemente "natural" aparecerá un sentimiento de culpa, 
hecho que será de fundamental importancia a la hora de optimizar 
económicamente el sistema de control al erigirnos en nuestro propio 
vigilante, del cual, ya no necesitaremos distinguir su figura, sino 
que sólo con su recuerdo, se producirán los mismos efectos 
(panoptización social).

 "El hombre no tiene derecho, jamás, a hablar de criminales, nadie ni 
nada, ...se trata, como en el caso de los demás, de enfermos, de 
personas enfermas por la sociedad, y la sociedad entera no es más que 
centenares de millones de personas en sí mismas enfermas, sólo que 
unos, los infelices y los más infelices, los calumniados y engañados 
y cubiertos de burla y desprecio y de toda bajeza y de toda suciedad 
humana, son encerrados y los otros no". (5)

    A esa cultura punitiva, añadiremos todo el entramado policial y 
judicial, a los que identificaremos con las figuras de orden, bien e 
intimidación; porque orden, bien e intimidación son a su vez algunos 
de los fundamentos que desde nuestra mórbida moral proyectamos en 
cada una de las instituciones sociales, políticas, económicas, que 
nos hacen ser un@ con el sistema. Tod@ individu@ ha desarrollado un 
policía, un juez, un estado en su interior y a través de él, elabora 
todos sus miedos y prejuicios sociales. En ocasiones este tirano 
interior, que emula a los exteriores, se presenta emboscado, 
dificultando la identificación de sus manifestaciones.  Al aparato 
policial represivo, se le unen grupos de miserables profesionales que 
con sus arrogantes ciencias, convencidos de que este sistema es el 
único posible, colaboran ciégamente con el poder en estudios del 
comportamiento humano, en la ortopedia o castigo social, en el tipo 
de relaciones y en cómo deben de ser los escenarios y los protocolos 
de las jerarquías en los que se deben de establecer éstas, para 
reafirmarse constantemente. Por otra parte, l at s individu at s ignorantes 
de la posibilidad de otras relaciones, reproducen los mismos esquemas 
que el propio sistema ha ido germinando dentro de ell at s, así, 
difícilmente, habrá otra respuesta diferente a la esperada. Adoptamos 
los roles establecidos, con mayor o menor convicción, y mientras, 
identificamos ciertas características que han servido para perpetuar 
el sistema, como propias.

 "...un ser humano en una criatura indigna, que no puede reconocerse 
ya como humano.../... y así tenemos siempre, donde quiera que 
miremos, sólo ideas aniquiladas en el mundo, todo, tenemos que decir 
razonablemente, es sólo ideas aniquiladas.../... Aquí estaba todo 
enfermo, separado de la vida, excluído, concentrado en la muerte, 
orientado a ella". (6)

    Pero nada de esto se podría llevar a cabo con cierta efectividad, 
sin la creación de escenarios de espectáculo y de simulación. Vivimos 
en una sociedad de libertades simuladas y permanecemos inquiet at s y 
atrapad at s por la fascinación que produce ese espectáculo que llena el 
tiempo vacío, al que nos condena la cultura de la muerte en la que se 
inspira el sistema. Como no podemos vivir, al tener las libertades 
mutiladas, nos ofrecen la posibilidad de dar rienda suelta a nuestras 
emociones y pasiones en las grandes superficies de consumo o en los 
multitudinarios y megalómanos acontecimientos "culturales" o 
"deportivos", todo ello, porque ese es un inmenso negocio, al que 
sólo podemos asistir como espectadores de otras vidas. Y para sentir, 
o para poder tener acceso a ellos, necesitamos entregar una vez más, 
nuestra vida a la explotación del trabajo, que es lo más parecido a 
la negación de la vida, a la muerte; de tal manera que el trabajo se 
convierte en "no vida" y la "no vida" en trabajo, girando cada uno de 
nuestros momentos sobre esta actividad productiva o en situaciones 
que se desprenden o dependen de ella, como por ejemplo, el consumo 
compulsivo de todo tipo de nuevos productos o de nuevas actividades 
de ocio (somatización social).

 "...durante toda mi vida he aborrecido la ligereza, como he 
aborrecido la facilidad, durante toda mi vida nada me ha resultado 
tan odioso como la falta de esfuerzo .../... la falta de esfuerzo con 
que la masa se atreve a existir, aunque en cada una de sus 
manifestaciones niegue esa falta de esfuerzo". (7)

    Llegados a este punto, alguien se podría preguntar dónde están 
esas relaciones entre nuestras "vidas" y la "vida" de una persona en 
prisión. Intentaré ser más directo y explícito. Imaginémos a una 
persona que cae presa y que es llevada a un centro penitenciario. 
Actualmente ya no se reproduce esta situación tal fielmente, porque 
los sistemas son más complejos y sutiles de descubrir. Pero el 
ejemplo que voy a proponer, pienso que será de fácil comprensión. 
Esta persona al llegar a la prisión, es despojada de sus ropas. 
Después le hacen que se dé una ducha y acto seguido le suministran un 
uniforme de la institución (esto, como decía, ya no es así, pero es 
tremendamente ilustrativo). De pequeñit at s, cuando íbamos al colegio, 
también nos uniformaban; decían que era el uniforme de la escuela y 
luego descubríamos que a lo sumo, había una gama muy limitada de 
posibilidades de uniformar a los niños y a las niñas. Esa 
despersonalización, es un paso fundamental a la hora de introducirnos 
la "educación" que pretende el sistema. A l at s niñ@s, no necesitan 
ducharl at s, porque no incorporan un bagaje de experiencia personal 
excesivo, a parte del genético, pero incluso éste puede ser 
manipulado con tecnologías de ingenieria genética. Despojad at s de 
todo, desnud at s, nos sentimos mucho más vulnerables, incluso ante una 
mirada que no nos intimidaría si estuviésemos con nuestras ropas. 
Despersonalizar es una de las primeras fases, para destruir nuestras 
propias convicciones y para reeducar y alojar las "suyas", 
propiciando un cambio íntimo, una "estrangulación" del pensamiento. 
¿Qué características debe tener ese "pensamiento"a adoptar?. Pues eso 
dependerá de las exigencias del guión político y social que estemos 
viviendo en esta farsa de vida, pero fundamentalmente debe incorporar 
ingentes dosis de sumisión y eliminar toda duda o sentido crítico, 
porque así siempre se manifestará dispuesto a hacer o asumir lo que 
sea y para conseguirlo, es necesario pasar por todo ese proceso de 
degradación, sometiendo a las personas a contínuas humillaciones; sin 
afecto, sin apoyo, sin amor, en una espantosa soledad, el temor, la 
vulnerabilidad y la confusión abrirán las puertas que llenarán de 
amargura nuestras vidas. Tanto a la persona presa, como al escolar, 
se le habrá abierto una ficha, en la que se irán incorporando y 
registrando cotidianamente, cada una de las vivencias y aspectos 
personales de interés para el vigilante o instructor, quedando de 
esta manera, toda la intimidad y su pasado, en manos de vigilantes y 
educadores.

 "...luego había comprendido de pronto que ese encanto, como se dice, 
estaba podrido, que esa belleza, en el fondo era repulsiva y que los 
seres humanos que había en esa belleza repulsiva, eran abyectos". (8)

   En la escuela como en la prisión, niñ@s y pres at s, mantienen una 
dependencia absoluta de maestr at s y carceleros, pues todos sus ritmos 
vienen marcados por ellos. Cuando tengamos edad como para movernos, 
por nuestros propios medios, seremos identificados y nuevamente 
clasificados con un número de identidad y cuando seamos un poco más 
adultos, y entremos en la primera actividad productiva, pasaremos a 
engrosar las listas de números de la seguridad social. Eso mismo le 
sucede al preso, que en prisión, es poco más que un número de 
identificación o en el mejor de los casos, un "alias" que ni tan 
siquiera es exclusivo. Todas estos números, corresponden a 
expedientes que uno a uno nos desmenuza y disecciona y que entre 
todos ellos juntos, elaboran un importante mapa de pautas, conductas, 
debilidades... y recorridos emocionales, que nos definen y que 
llegado el caso, podrían convertirse en un eficaz instrumento de 
control. Se podría decir sin ningún tipo de dudas, que las prisiones 
son además centros en los que se llevan a cabo diversas 
experimentaciones con seres humanos y que algunos de los resultados 
de esas experimentaciones, son adaptados y aplicados en la sociedad, 
en las empresas, en las escuelas,...

 "La vida no es más que el cumplimiento de una pena, me dije, y 
tienes que soportar el cumplimiento de esa pena. Durante toda la 
vida. El mundo es un establecimiento penitenciario con muy poca 
libertad de movimientos. Las esperanzas se revelan como un sofisma". 
(9)

    Por todo ello me atrevo a afirmar que el Reglamento 
Penitenciario, no es ni más ni menos que una especie de normativa 
laboral o docente y viceversa, con la particularidad de que sólo el 
Reglamento Penitenciario reconoce explícitamente que se regirá bajo 
un régimen disciplinario. Esto no significa que en el trabajo o en la 
escuela un@ pueda hacer lo que le dé la gana o no pueda ser 
expedientado o sancionado, sino al contrario, todo "exceso" que no 
esté recogido en las normativas, será oportunamente castigado. En 
definitiva, que el castigo es siempre el castigo y la ley lo que hace 
es sancionar los comportamientos que no reconoce como correctos o que 
no le interesan para su finalidad y para ello aplica la norma 
correctora, ortopédica, en cada situación la suya e incluso en 
ocasiones las de un escenario pasan al otro y viceversa, con lo cual 
ponen en evidencia que actualmente  la vida en "libertad" o en 
encierro, mantienen estructuras comunes.

 "El arte de existir contra los hechos, dice Oehler, es el arte más 
difícil. Existir contra las cosas quiere decir existir contra lo 
insoportable y contra lo espantoso, dice Oehler. Si no existiéramos 
siempre contra las cosas, sino siempre con los hechos, dice Oehler, 
perecemos en el plazo más breve". (10)

    Para concluir, y en resumen, quisiera reiterar, que estamos 
expuest at s a una prisionerización social, en la que el sistema, el 
poder que lo mantiene, necesita de mecanismos cada vez más 
sofisticados para conseguir el control y la vigilancia de cada una de 
nuestras vidas, creando auténticos simulacros de libertad en ciudades 
panópticas y somatizando a las masas con grandes espectáculos vacíos. 
Para todo ello cuenta con la colaboración de la ciencia y con la 
experiencia de ingentes cantidades de especialistas en el 
comportamiento humano, que sugieren la aplicación de determinados 
estímulos, para obtener las respuestas adecuadas. Para las "minorías" 
que no respondan corréctamente a los estímulos o que no se adapten a 
sus programas de pensamiento único, se reserva otra forma más 
descarnada de aniquilamiento, pero no en la medida de una extinción 
definitiva, sino en una lenta y destructora agonía simulada entre los 
programas de reinserción o rehabilitación, que condicionarán la 
posibilidad de que surjan entre otras personas, respuestas similares. 
Así, en una muerte en vida, sin posibilidad de expresar sentimientos 
y pasiones salvo por las cosas y el espectáculo, se nos niegan los 
profundos sentimientos de amor que inspiran a tod@ rebelde y nos 
convierten en fieles peones de este macabro ajedrez que transforma 
nuestras vidas en siniestras cuadrículas en blanco y negro.

"La señal más cierta de mi servidumbre es mi temor de vivir .../... A 
la luz de mis actos me doy cuenta que el objetivo de toda mi vida ha 
sido labrar mi propia desdicha. Lo que podría traerme libertad me 
trae esclavitud y cargas en vez de pan.../...El mundo es más fuerte 
que yo. A su poder no tengo otra cosa que oponer sino a mí mismo, lo 
cual, por otro lado, lo es todo. Pues mientras no me deje vencer yo 
mismo soy también un poder. Y mi poder es terrible mientras pueda 
oponer el poder de mis palabras a las del mundo, puesto que el que 
construye cárceles se expresa peor que el que construye la libertad". 
(11)


  1.- Tomas Bernhard
  2.- Tomas Bernhard
  3.- Tomas Bernhard
  4.- Tomas Bernhard
  5.- Tomas Bernhard
  6.- Tomas Bernhard
  7.- Tomas Bernhard
  8.- Tomas Bernhard
  9.- Tomas Bernhard
10.- Tomas Bernhard
11.- Stig Dagerman

end

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