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Guerra, elecciones, democracia y antagonismo, por Carlos Prieto del
Campo
raul en sindominio.net
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Vie Abr 18 03:33:00 CEST 2003
raul en sindominio.net te ha enviado el siguiente
artículo desde la ACP/IMC Madrid
(http://acp.sindominio.net).
Mensaje de raul:
Este artículo será publicado en el número 2 (mayo)
de la revista Global(www.globalmagazine).
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Friday 18 April a las 01:17AM
Guerra, elecciones, democracia y antagonismo, por Carlos Prieto del Campo
By Lenz
Las próximas elecciones locales municipales y
autonómicas que se celebrarán en el Estado español
el próximo 25 de mayo ofrecen una ocasión
privilegiada para pensar la complejidad de las
formas de acción política a las que se enfrenta el
movimiento de movimientos, ya que permiten definir
el funcionamiento de formas originales de
antagonismo político en una coyuntura precisa de
elevada movilización social que opera en el
habitual entorno de viscosidad electoral e
institucional estructuralmente existente. Estas
elecciones condensan en el tiempo:
(1) una serie heteróclita de acontecimientos de
carácter geopolítico (guerra en Iraq), ecológico
(hundimiento del Prestige), urbano (crisis del
mercado inmobiliario) y territorial (Plan
Hidrológico Nacional, ilegalización de Batasuna),
(2) la emergencia de formas inéditas de
comportamiento antagonista y de subjetividad
política alrededor del último ciclo de
movilizaciones contra la globalización capitalista,
y
(3) la intervención recurrente del dispositivo
electoral que opera en virtud de pautas de
comportamiento y de estratificaciones específicas
de ordenación del poder político, administrativo y
espacial de la forma-Estado, cuya eficacia se
conjuga con el funcionamiento de las máquinas
institucionales concebidas para
estabilizar/neutralizar el conflicto y diluir la
generación de procesos constituyentes de
antagonismo político y social. Si aceptamos la
hipótesis marxista de que las formas
institucionales cristalizadas históricamente
(dispositivo electoral e institucionalización del
poder político y administrativo) se comportan como
contendores de poder que circunscriben la acción
colectiva y definen de modo inmediato los procesos
de agregación política, entonces es preciso
reconocer que el nuevo poder constituyente
emergente que está coagulando alrededor del
movimiento de resistencia global debe operar
mediante la definición de las relaciones
estructurales existentes entre las formas
institucionales de congelación del antagonismo y
las nuevas formas de expresión política que
contradicen el funcionamiento normalizado de los
dispositivos de legitimación política e ideológica
del orden vigente. La potencia de un nuevo poder
constituyente se reconoce, pues,
(1) en su capacidad para definir las relaciones
diferenciales de poder y explotación verificables
entre las diversas lógicas políticas en vigor en
cada uno de los mecanismos de contención del
antagonismo que operan según dispositivos
electorales diversos dada la heterogeneidad de sus
dimensiones espaciales y la particular
fragmentación de los procesos de toma de decisión
política que son tratados mediante máquinas
institucionales y administrativas heterogéneas, y
(2) en la fuerza del nuevo sujeto político para
someter cada una de esas relaciones a un
tratamiento antagonista específico mediante los
correspondientes procesos de análisis, crítica,
desobediencia y bloqueo de su cotidiano
funcionamiento sistémico: la creación de
subjetividad política antagonista de masas
funcionará si el movimiento logra lanzar líneas de
crítica y cortocircuito de un conjunto dado de
relaciones de poder que sean reconocibles como la
lectura y la crítica política más rica de esos
procesos concretos de dominación y explotación
social, ya que consiguen conectar y poner en red
antagonista lógicas de estructuración social
difícilmente perceptibles de modo generalizado sin
este trabajo político de masas antisistémico.
Obviamente, desde el punto de vista de la
reproducción del orden establecido esa
heterogeneidad es homogeneizada mediante una
estructura de estructuras de poder que estabiliza
dinámicamente la reproducción del sistema y logra
cortocircuitar la acumulación de antagonismo y la
definición de procesos constituyentes de poder
político en condiciones de oponerse de modo
efectivo a las formas de comportamiento de las
elites que monopolizan los procesos de
representación colectiva. En este sentido, para la
actual composición de clase hiperproletaria, la
política consiste en posibilitar que las diversas
formas de antagonismo que operaran con lógicas
diversas converjan en espacios comunes que permitan
que sus ritmos de enunciación y agregación
coincidan en un proceso de paulatina constitución
alrededor de los problemas sociales percibidos como
cruciales por el movimiento y por el conjunto de la
población. Si ello no ocurre, las dinámicas de
deslegitimación que operan en un determinado
proceso de crisis política o social (no a la
guerra), son inutilizables en otro plano de
condensación política e institucional lo cual
provoca la desactivación del antagonismo y la
legitimación del orden establecido mediante el
comportamiento electoral normalizado y la
construcción selectiva de los objetos de acción
política socialmente perceptible y, por
consiguiente, institucionalmente articulable.
Sentadas estas hipótesis sucintas, intentemos
analizar como operan las mismas en las próximas
elecciones municipales y regionales que tendrán
lugar durante este mes de mayo en el Estado
español. Creo que la coyuntura actual puede
definirse provisoriamente por la interacción de
cinco variables políticas cuyo comportamiento pone
en evidencia la heterogeneidad de las modalidades
de estructuración dinámica de las relaciones de
poder capitalista de la estructura de poder
contemporánea y las dificultades a las que se
enfrenta el movimiento a la hora de traducir en
microprocesos de constitución antagonista las
correspondientes formas de conflicto y protesta que
se expresan en la oposición que se condensa en cada
una de las mismas. Desde un punto de vista teórico,
suponen formas de articulación del poder de clase
tremendamente heteróclitas, que, sin embargo,
resultan cruciales para la estabilización dinámica
del sistema. Pasemos, pues, a analizar estos
vectores de intervención y estabilización, las
formas de oposición antagonista a éstas, la
segmentación de sus problematicidades comunes y las
dificultades de traducibilidad política de estas
distintas escalas de estructuración del poder
institucional, administrativo, territorial y
político. A modo de hipótesis heurística, podemos
afirmar que la coyuntura de estas próximas
elecciones está definida por los siguientes hechos
que en todos los casos han supuesto opciones de
envergadura protagonizadas por el gobierno de José
María Aznar:
1. La crisis ecológica provocada por el hundimiento
del Prestige, petrolero hundido frente a las costas
gallegas que ha desencadenado un desastre
medioambiental de gran gravedad y que todavía se
halla pendiente de una resolución definitiva
(quedan varios miles de toneladas de fuel en el
casco partido del barco hundido a 3.000 metros de
profundidad) en una comunidad autónoma
históricamente gobernada por el Partido Popular;
2.La aprobación por el gobierno de José María Aznar
del Plan Hidrológico Nacional, cuya implementación
supone una alteración fundamental de los
equilibrios ecológicos, territoriales, hídricos y
poblacionales del tercio oriental del Estado
español y una inversión enorme de recursos en
infraestructura en la cornisa mediterránea
sudoriental de acuerdo con una lógica especulativa
y desarrollista poco respetuosa de los equilibrios
y de la solidaridad interterritoriales;
3. La existencia de una burbuja inmobiliaria en el
mercado del suelo y la vivienda fruto de los
desequilibrios macroeconómicos de la economía
española y de las políticas neoliberales del
Partido Popular, que está provocando un importante
drenaje de la renta de los hogares (el porcentaje
de los recursos invertidos en la adquisición de la
vivienda -con un mercado de alquiler tremendamente
tenso- ronda entre el 45 y el 60 por 100 de la
renta de las familias) y agravando de modo
acuciante los problemas de vivienda de buena parte
de la población de este país;
4. La ilegalización de Batasuna (partido aberztale
[patriota] vasco) cuya trayectoria ha degenerado
hasta niveles de casi total esclerosis política sin
capacidad alguna de controlar la lunática lucha
armada de ETA, que se ha necrosado en puro
pistolerismo político, y cuyo único horizonte
político es intentar un acuerdo imposible con el
Partido Nacionalista Vasco alrededor un proyecto
soberanista, que este último partido está a punto
de desechar formal y definitivamente como opción
política y con el que ha jugado durante los últimos
años como recurso in extremis para conservar el
poder político en la Administración de la Comunidad
autónoma vasca que administra durante los últimos
25 años. Desde un punto de vista de clase, la
ilegalización de la expresión política del
nacionalismo radical vasco hay que dilucidarla a la
luz de los problemas históricos de ordenación
territorial del Estado español y, más en general,
en virtud de los modelos de constitución de la
Unión Europea como proyecto político viable a medio
plazo;
5. La postura del gobierno de Aznar de apoyo,
justificación y legitimación de la guerra Estados
Unidos y Gran Bretaña contra Iraq, que ha suscitado
fuertes olas de descontento, protesta, indignación
y rabia en amplios sectores de la población contra
el comportamiento belicista del Partido Popular, y
que responde a las promesas de Estados Unidos sobre
cuestiones que afectan al Estado español desde el
punto de vista geopolítico (el Magreb y la cuenca
mediterránea occidental), geoeconómico (las
inversiones del capital español en América Latina)
y, last but not least, geoterritorial (colaboración
de Estados Unidos con la lucha contra ETA mediante
el apoyo de sus servicios de inteligencia en la
península y el sur de Francia y mediante el
desmantelamiento de las debilitadas redes
financieras y logísticas de la organización vasca
en Europa, América Latina y el Caribe; y pacto de
no utilizar los nacionalismos periféricos para
poner en duda la estabilidad territorial de
España).
Alrededor de estas cinco problemáticas el Partido
Popular ha logrado generar altas cotas de
descontento y malestar ciudadano y ha gobernado en
buena medida en contra de la opinión mayoritaria de
la opinión pública del país, lo cual puede costarle
muy caro en los próximos comicios.
1. En el caso del Prestige, los errores de
diagnóstico de la gravedad de la situación y la
pésima gestión de la crisis medioambiental
posterior solo se han intentado remediar
monetizando los costes y reforzando las redes
clientelares que la Administración autonómica del
PP había engrasado durante las últimas legislaturas
gracias al trabajo del gobierno gallego presidido
por el viejo dirigente fascista Manuel Fraga
Iribarne. La oposición nacionalista gallega (Bloque
Nacional Gallego) ha extremado sus críticas a la
Administración autonómica lo cual, casi con toda
seguridad, le reportará un aumento su
representación parlamentaria, mientras el PSOE no
ha sido capaz de liderar la movilización popular
espontánea sintiéndose desbordado por la misma, no
ha sabido criticar coherentemente la imprevisión
del gobierno y no se ha atrevido a plantear otras
iniciativas legislativas/políticas de más calado
articulando una crítica realmente severa del
funcionamiento habitual de la Administración
pública española tanto autonómica como central, que
constituye en realidad una de las razones más
importantes de todo el desenvolvimiento de esta
crisis medioambiental.
2. El Plan Hidrológico Nacional se ha encontrado
con una oposición bien articulada, científicamente
fundada y socialmente transversal, que ha puesto en
tela de juicio una plétora de problemas relativos a
la ordenación del territorio, la asignación de
recursos públicos nacionales y europeos y el modelo
de desarrollo socioeconómico vigente así como
problemas de equidad interterritorial y económica,
que ha movilizado a un gran número de personas
(manifestaciones recurrentes en Zaragoza,
Barcelona, Valencia, Madrid y Bruselas), pero que
de nuevo ha sido percibido por la opinión pública
ante un correcto tratamiento políticamente
antagonista como un mero problema de gestión
administrativa más o menos discutible. Los partidos
de la oposición de nuevo han eludido tratarlo como
un problema político de envergadura. Las cuestiones
implícitas en esta megaobra para el desarrollo
regional de los distintos territorios son de un
gran calado y si finalmente se consigue la
financiación europea para hacer posible su
realización las consecuencias serán graves para
buena parte de las comunidades autónomas de Aragón,
Cataluña, Valencia y Murcia, dado que apuesta por
hipertrofiar zonas ya de por sí superdesarrolladas
y por alterar los equilibrios ecológicos y
territoriales de zonas realmente frágiles que
deberían ser objeto de un tratamiento muy cuidadoso
desde el punto de vista de su equilibrio
socioecológico, territorial y económico. El
gobierno del PP únicamente ha razonado en términos
de crecimiento del PIB, de relaciones
coste/beneficio puramente cuantitativas y de a
supuesta rentabilidad económica directa e inmediata
para las zonas concretas receptoras de la inversión
y del agua transvasada y para los implicados en su
construcción, procesos ambos sometidos a las
consabidas estrategias especulativas de los grupos
afines al gobierno.
3. La aproximación neoliberal al problema de la
vivienda por parte del Partido Popular se resume en
la propuesta de tratamiento fiscal para dinamizar
el mercado de las viviendas de alquiler en España,
que según las estimaciones oficiales cuenta con 2,5
millones de pisos vacíos en estos momentos. Para
que este parque de viviendas se incorpore al
mercado, el gobierno ha introducido mediante la Ley
46/2002 de 18 de diciembre de Reforma parcial del
Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas una
reducción del 50 por 100 del rendimiento neto
procedente de las rentas obtenidas por los
arrendadores que alquilen las viviendas de su
propiedad (artículo 21), con total menosprecio de
las necesidades de los arrendatarios de viviendas
de renta baja y de las circunstancias específicas
que hacen que un propietario mantenga vacía un
vivienda o un grupo de ellas. Absoluta dejación y
obvia incapacidad de regulación de un mercado que
podría conocer estrategias de intervención
realmente originales y económicamente factibles. La
oposición -básicamente el PSOE que es el partido de
la oposición que dispone de la mayor capacidad de
gestión municipal- lamenta profundamente la
situación y promete planes incoherentes y débiles
de promoción de vivienda pública.
4. En caso del nacionalismo radical vasco -dado el
enquistamiento del conflicto- el gobierno actual
intenta abordar la situación apelando a un realismo
político fuerte de corte represivo al tiempo que
oblitera cualquier aproximación simultánea de
distensión política, lo cual sería perfectamente
posible. En ese sentido, la apuesta del PP consiste
en intentar desalojar al nacionalismo moderado de
las instituciones vascas con la intención de
normalizar por la vía represiva el turno
democrático en el gobierno vasco al tiempo que
elude cualquier reconocimiento político a la opción
abertzale, la cual creía poder simultanear la
legitimación de la lucha armada con la presencia
institucional en la Administración autónoma y
municipal de Euskadi, apostando por una estrategia
imposible y delirante de guerra civil que intenta
desencadenar desesperadamente sin atinar en ello y
por constituir un contrapoder popular desde abajo
cuyo horizonte político no logra definir en
términos de un proyecto de clase suficientemente
aglutinador.
5. La guerra, por su parte, ha encontrado la
oposición masiva dada a conocer por los medios de
comunicación durante las últimas semanas, con la
manifestación global del 15 de febrero como punto
de inflexión de la movilización política a escala
mundial, que conoció una nutridísima presencia en
las calles del Estado español. Los movimientos han
utilizado estas movilizaciones como talleres de
constitución política y en consecuencia han tratado
analíticamente la guerra como una variable
operativa ineludible del sistema capitalista. La
percepción y el diagnóstico de los partidos de la
oposición y de los medios de comunicación, sin
embargo, se han codificado fundamentalmente en
clave de indignación moral, de sentimiento
pacifista y de ruptura del consenso europeo y en
escasa medida en términos de mutación del modelo de
reproducción de las pautas de dominación y
explotación del capitalismo contemporáneo. La
ruptura del consenso internacional provocada por la
defección de Alemania y Francia ofreció al PSOE y
al grupo mediático que le apoya -PRISA, básicamente
EL PAÍS y la cadena de radio SER- la posibilidad de
jugar una baza antibelicista de acuerdo con un
cálculo electoral bien medido que además ha
permitido batir records de audiencia a sus medios
de comunicación. No hay que olvidar, sin embargo,
que de haberse producido el apoyo de Naciones
Unidas a la intervención en Iraq, de haber adoptado
Francia y Alemania una posición menos severa ante
el unilateralismo estadounidense o de haber optado
Aznar por una implicación menos doctrinaria y
activa en su apoyo a Bush se habría debilitado
-proporcionalmente a la concurrencia de tales
factores- (1) la oposición electoralista del PSOE a
la guerra, (2) la explotación demagógica del
movimiento antiguerra por parte del grupo PRISA y
la postura crítica del diario EL MUNDO ante la
misma (hasta fechas recientes un medio
progubernalmental que ha pasado a criticar al
gobierno de Aznar tras ser excluido del último gran
acuerdo mediático entre Vía Digital [controlado por
grupos empresariales afines al gobierno] y Canal
Satélite Digital [PRISA]), (3) la ya escuálida
oposición del movimiento sindical a la guerra,
cuyas centrales sindicales mayoritarias (Comisiones
Obreras y UGT) no lograron ponerse de acuerdo ni
siquiera para convocar un paro de dos horas de
duración, que fue convocado únicamente por UGT,
ante la convocatoria de una huelga de un día de
duración propuesta por la Confederación General del
Trabajo, cuyo impacto, por otro lado, fue bajísimo
y (4) la construcción mediática del conflicto y la
percepción del mismo por buena parte de la
población, dejando al movimiento en una situación
mucho más aislada y orientando a la opinión pública
hacia las tesis oficiales. Por parte de las fuerzas
políticas, mediáticas y sindicales del
establishment la oposición a la guerra se articuló
en clave de legalidad internacional, debilitamiento
del proyecto europeo y apelación a la autoridad de
Naciones Unidas; la izquierda institucional, por el
contrario, optó por un discurso pacifista a
ultranza y por la denuncia de inmoralidad del
conflicto apelando básicamente a los horrores de la
guerra y al desenmascaramiento de los intereses
económicos que acechaban tras los promotores de la
misma (no más sangre por petróleo). En ambos casos,
la debilidad analítica y la cortedad política era
más que manifiesta para comprender por qué se
desencadenaba esta intervención militar, qué
significaba la misma para el capitalismo
contemporáneo y qué nodos de agregación política
podían crearse a medio plazo alrededor de los
experimentos de construcción de subjetividad que se
han manifestado durante las protestas contra la
misma.
Todas y cada una de estas áreas de problematicidad
y antagonismo presentan lógicas de poder distintas
y se articulan en escalas espaciales diversas, cuya
gestión política cotidiana está, sin embargo, en su
práctica totalidad en manos del Partido Popular y
en la cual intervienen en diversa medida los
partidos dichos de la oposición, esto es, el PSOE,
Izquierda Unida, y los partidos nacionalistas
gallegos, catalanes y vascos. Además, estas cinco
políticas han provocado formas de protesta y
descontento tremendamente variadas, que han
abarcado desde el asesinato de concejales electos
del PP o del PSOE por parte de ETA y declaraciones
seudorupturistas por parte del gobierno vasco hasta
reiteradas manifestaciones masivas contra la
gestión de las consecuencias del hundimiento del
Prestige, la guerra contra Iraq y el Plan
Hidrológico Nacional, pasando por el trabajo de
miles de voluntarios para limpiar las playas y las
áreas marítimas gallegas y cantabras, la ocupación
de centros sociales en diversas ciudades del Estado
contra la política de vivienda del gobierno y una
amplia movilización transversal de colectivos
sociales y profesionales habitualmente poco
proclives a manifestarse políticamente (actores,
artistas, profesores universitarios, etc.). De
acuerdo con la lógica de gestión del antagonismo
vigente, el trabajo del Partido Popular y de la
oposición en las siguientes elecciones municipales
y regionales es cortocircuitar cualquier intento de
reconstruir la existencia de una relación política
entre estas problemáticas así como elidir la
percepción de cualquier unidad estructural
existente entre las mismas vinculada a las
necesidades sistémicas de la estructura de poder
capitalista; el trabajo de los partidos de la
oposición consiste, además, en traducir el
descontento existente en votos para sus formaciones
políticas sin mostrar intención alguna por
establecer otras formas de acción política que
alteren su torpe administración del malestar social
y del antagonismo ni otros mecanismos de
reconducción de esas áreas de problematicidad
política a una percepción estructural de su lógica
reproductiva.
¿Cuáles son, sin embargo, desde el punto de vista
del movimiento que se ha expresado alrededor de las
problemáticas indicadas, las tareas políticas ante
estas elecciones municipales/regionales y, en
general, ante el comportamiento de los dispositivos
democráticos de las sociedades capitalistas
actuales? A mi juicio, se trataría de efectuar
microprocesos constituyentes antagonistas alrededor
de los problemas suscitados en la actual coyuntura
contra la reja institucional que define los
procesos de representación electoral y legitimación
política procediendo al análisis de la variabilidad
de los comportamientos sociales detectados
alrededor de las últimas movilizaciones contra la
guerra, el Plan Hidrológico Nacional o la crisis
ecológica gallega, perspectiva que nos obligaría a
pensar cuál es su potencial para desencadenar
procesos de constitución política que a corto plazo
deben hacer cuentas con las formas vigentes de
representación política. El objetivo estratégico
consiste en transformar las distintas lógicas
vigentes en las diversas formas de protesta social
en espacios epistémicos y políticos comunes que
permitan leer la plasticidad de las distintas
estrategias de dominación social expresadas en
aquellas como escalas diversas de comportamiento
sistémico que están dotadas de una alta
acumulatividad, y que el antagonismo del movimiento
debe gestionar políticamente de modo transversal
para hacer reconocibles sus procesos específicos de
articulación estructural. ¿Cómo se transforma la
energía política expresada en las manifestaciones
contra la guerra o contra el Plan Hidrológico
Nacional en un plano de consistencia política que
pueda abordar el problema del suelo y de la
vivienda? ¿Cómo se puede articular políticamente la
oposición a la gestión de la catástrofe del
Prestige con el debate sobre los modelos de consumo
energético o con las formas de poder político en la
comunidad autónoma de Galicia y con las demás
formas de descontento político que se manifiestan
en la organización territorial del resto del Estado
o de la Unión Europea? ¿Qué expresa en realidad el
denominado conflicto vasco desde el punto de vista
del poder de clase, de los procesos de acumulación
de capital, y de los mecanismos institucionales de
gestión de la Administración pública vasca por la
derecha democristiana del Partido Nacionalista
Vasco? ¿Qué modelos de ordenación territorial, de
configuración espacial y de solidaridad
interterritorial serían los apropiados para la
potencia política que quiere expresar el actual
movimiento de movimientos y la composición de clase
que lo sustenta? ¿Cómo se podrían utilizar las
formas de rechazo antisistémico de la guerra, la
intolerable situación del mercado del suelo y la
vivienda o la oposición transversal al Plan
Hidrológico Nacional para lanzar estrategias
antagonistas de hegemonía política y cultural, que
desestabilicen la actuales modalidades de gestión
administrativa de la potencia productiva del
general intellect del hiperproletariado actual? En
estos tiempos de protoconstitución política
antisistémica, las consultas electorales deben ser
utilizadas por el movimiento para poner a prueba
sus dispositivos analíticos de comprensión de la
realidad estructural de la dominación y como
ejercicios de constitución subjetiva del
antagonismo en entornos no propicios para las
formas de acción política puestas a prueba hasta
ahora por el movimiento de resistencia global.
Tácticamente, se trata de definir ejercicios de
hegemonía política y cultural que obliguen al
movimiento:
(1) a operar en escalas diversas de complejidad y
de magnitud del poder estructural de clase a la
hora de analizar los diversos procesos de
dominación y explotación y de acometer dinámicas de
producción de subjetividad antagonista, y
(2) a familiarizarse con las dinámicas heterogéneas
de la forma-Estado articuladas mediante la
polivalencia de las distintas Administraciones
públicas y de su participación en los procesos de
producción política y de ordenación de los procesos
de regulación económica, intervención
administrativa, producción de espacio y ordenación
del territorio.
Las formas de protesta expresadas alrededor de
estas cuestiones sociales cruciales deberían operar
como dinámicas de correlación de problemáticas a
primera vista inasimilables, pero cuya pertinencia
como vectores de agregación política y cuya
perspectiva para encontrar criterios eficaces de
gestión social colectiva solo pueden dilucidarse si
se abordan de modo interrelacionado y se prescinde
de una aproximación municipalista y localista a las
mismas, ya que ello supone perder de vista las
tareas de síntesis que se resuelven a escala
estatal, europea y global, y no preocuparse de
relacionar teórica y políticamente las distintas
escalas de producción de politicidad, antagonismo,
espacio, y acumulación, que hacen posible articular
sistémicamente la reproducción dinámica de la
estructura de estructuras de poder de las
sociedades capitalistas actuales.
Madrid, 14 de abril de
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