[unomada-info] La fuerza improductiva, por Christian Marazzi

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Jue Sep 25 04:08:00 CEST 2003


raul en sindominio.net te ha enviado el siguiente
art�culo desde la ACP/IMC Madrid
(http://acp.sindominio.net).

Mensaje de raul:
http://acp.sindominio.net/article.pl?&sid=03/09/25/0151217&mode=thread
En este texto Christian Marazzi analiza al hilo de
la coyuntura la inconsistencia de la posici�n
imperial estadounidense a la luz de la constituci�n
material de los mercados de bienes y capitales y,
sobre todo, de las condiciones de salida de la
crisis de la nueva econom�a, que el unilateralismo
bushiano no s�lo no cumple sino que contribuye a
destruir sine die.

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Thursday 25 September a las 01:51AM


La fuerza improductiva, por Christian Marazzi

By Lenz


Otra m�s de las colaboraciones de Marazzi, esta vez
para el n�mero 3 (junio de 2003) de la revista
europea Global Magazine.

Hay que reconocer que la guerra contra Iraq y sus
consecuencias sobre la econom�a de Estados Unidos
contradicen las viejas teor�as del imperialismo, ya
que esta guerra, en vez de resolver la crisis
�completamente estadounidense� de la new economy,
en realidad la est� profundizando. No s�lo se
agrava la crisis econ�mica y financiera
estadounidense en virtud de la misma lex mercatoria
tan estimada por la actual administraci�n Bush,
sino que el orden econ�mico mundial asiste al
surgimiento de una pluralidad de polos de
desarrollo regional (pi�nsese, adem�s de los polos
europeo y asi�tico, en las potencialidades de una
concertaci�n entre Brasil y Argentina en lo que
ata�e a Am�rica Latina) que sientan las bases para
una redefinici�n de la relaci�n entre democracia y
ciudadan�a. En pocas palabras, se podr�a decir que
el ansia de imperialismo de Estados Unidos, su af�n
de exportar a todas partes la democracia (como
anta�o se exportaba el excedente de mercanc�as no
vendibles en los pa�ses del centro) choca con la
configuraci�n imperial de la econom�a global.

Puede polemizarse cuanto se quiera sobre el uso de
los t�rminos Imperio o imperialismo, pero si
Estados Unidos pierde, como parece, su capacidad de
mando exclusivo en el plano econ�mico y financiero,
entonces la cuesti�n pol�tica que se plantea ata�e
a las formas de lucha que debemos promover para
impedir que la din�mica de la crisis acabe
completamente con la instancia de democracia que ha
ocupado el centro de la movilizaci�n global de
estos �ltimos meses.

Estados Unidos ha decidido declarar la guerra al
�eje del mal� en plena crisis de la new economy.
Comenzada en marzo de 2000, la crisis de los
mercados financieros se transforma en recesi�n
econ�mica en verano de 2001, una recesi�n que
todav�a est� oficialmente en vigor y que ha tra�do
consigo la p�rdida de m�s de dos millones de
empleos en poco m�s de dos a�os de administraci�n
republicana. El verano pasado, Peter Martin,
editorialista del Financial Times, hablaba de
�crisis de fe� en el modelo anglosaj�n, mientras
que, unos meses m�s tarde, otro economista del FT,
John Plender, publicaba un libro en el que desmonta
las virtudes del modelo del shareholder�s value,
del capitalismo por acciones.

En el centro de la crisis del modelo anglosaj�n se
encuentra la incapacidad de los mercados burs�tiles
para contener la fuerza-invenci�n del trabajo
inmaterial, esto es, del trabajo altamente
productivo que se sirve del conocimiento y de la
inteligencia social para producir bienes y
servicios dotados de un poderoso contenido
comunicativo.

Andr� Gorz, en su �ltimo libro, L�immat�riel,
sostiene precisamente que la burbuja especulativa
revela �la dificultad que tiene el capitalismo para
transformar en valor (monetario) y hacer que
funcione como capital el valor por definici�n no
medible y no intercambiable del �capitalismo
inmaterial� y poner en funcionamiento el
�capitalismo cognitivo� como un capitalismo a
secas. Los equivalentes monetarios, tanto de los
activos como de las mercanc�as inmateriales, ya no
miden nada que sea medible. Reflejan una relaci�n
de fuerzas, y no relaciones de equivalencia�.

Dicho de otra manera, la racionalidad de los
mercados financieros se ha mostrado impotente
frente a la potencia del trabajo
cognitivo-inmaterial, hasta tal punto que desde el
principio de la crisis hasta hoy no ha habido
manera de dar nuevo impulso a las inversiones en
bienes instrumentales (m�quinas, nuevas
tecnolog�as) a causa del exceso de oferta de bienes
y servicios acumulada en la fase expansiva de la
new economy.

Podr�a decirse que la naturaleza del nuevo trabajo
inmaterial/cognitivo contiene una excedencia, un
super�vit de valor/subjetividad que el capital no
logra mercantilizar ni transformar en un
equivalente monetario.

No obstante, la econom�a estadounidense ha
aguantado gracias a la demanda de bienes de consumo
estimulada mediante nada menos que 12 recortes
consecutivos de los tipos de inter�s por parte de
la Reserva Federal estadounidense, unos recortes
que han abultado el mercado de los pr�stamos
hipotecarios y han facilitado el endeudamiento
privado y, con el aumento de las importaciones, de
la balanza por cuenta corriente. Si al
endeudamiento privado le sumamos la deuda p�blica,
generada por la crisis de los mercados burs�tiles
antes incluso de la fractura b�lica, se entiende lo
fuerte que es la dependencia de Estados Unidos del
flujo de capitales procedente del resto del mundo.
Una dependencia que est� destinada a crecer en la
medida en que la devaluaci�n del d�lar y la
persistencia de la recesi�n mundial alimentan el
peligro de deflaci�n y de par�lisis de la Reserva
Federal. �C�mo hacer para atraer capitales del
exterior para cubrir los �twin deficits� si el
rendimiento de los Bonos del Tesoro es inferior al
de otros pa�ses? En un art�culo publicado en el
Financial Times el pasado 21 de abril, Robert
Reich, ex ministro de Trabajo en la Administraci�n
Clinton, sostiene que en una situaci�n como �sta
los tipos de inter�s no pueden m�s que crecer. �Por
qu�? �Porque en su conjunto, Estados Unidos est�
fuertemente endeudado. El presupuesto federal
tendr� este a�o un d�ficit de m�s de 300.000
millones de d�lares y otro de 300.000 millones el
a�o que viene. En los pr�ximos diez a�os el d�ficit
federal deber�a alcanzar un techo de 1.150.000
millones de d�lares. Si las propuestas del
presidente de recortes fiscales de 730.000 millones
entraran en vigor, el monto ser�a a�n mayor. Los
enormes d�ficits empujar�n al alza los tipos de
inter�s porque los acreedores dan por descontado
que tales d�ficits provocar�n inflaci�n�. Reich
espera que este aumento �inevitable� de los tipos
de inter�s impedir� salir de la recesi�n antes de
las elecciones presidenciales de noviembre de 2004,
permitiendo as� que los dem�cratas ganen las
elecciones y Bush junior acabe como Bush senior.

Reich bien podr�a tener raz�n, pero el problema de
los dem�cratas consiste en que parecen no querer
admitir que en estos �ltimos a�os el electorado
estadounidense no s�lo ha ahondado enormemente sus
diferencias internas con arreglo a la renta, la
raza, la etnia y la religi�n, sino que igualmente
se ha financiarizado con el desarrollo de la new
economy. Seg�n John Zogby, analista de los flujos
electorales, �el boom de los mercados de la d�cada
de 1990 ha alimentado una explosi�n de los fondos
de pensiones de empresa y de la inversi�n en fondos
de pensiones individuales, una tendencia que
contin�a impert�rrita. En enero de 1997, el 45% de
los votantes potenciales entrevistados declaraban
que pose�an alguna forma de inversi�n en acciones.
Este n�mero aument� hasta el 52 % en octubre de
2000, mientras que hoy estamos en el 64-65 %�. As�,
pues, resulta dif�cil prever, y mucho m�s auspiciar
un aumento de los tipos de inter�s a medio plazo,
dado que con un aumento del coste del dinero, y la
consiguiente ca�da del valor de los t�tulos
burs�tiles, se juegan las elecciones.

La continua financiarizaci�n de la sociedad
estadounidense, a pesar de los esc�ndalos y de la
crisis burs�til que ha diezmado los ahorros de
millones de peque�os inversores, demuestra hasta
qu� punto es transversal y estructural la ajenidad
del electorado estadounidense con respecto a la
mediaci�n redistributiva del Estado. Demuestra
tambi�n lo apremiante de la dependencia
estadounidense de pol�ticas econ�micas expansivas
en Europa y en el resto del mundo. Si Estados
Unidos no puede atraer los suficientes capitales
del exterior con el aumento de los tipos de inter�s
para cubrir sus pasivos, si la devaluaci�n del
d�lar contin�a con el aumento del endeudamiento
externo, si la reducci�n de los precios
(desinflaci�n) s�lo puede verse frenada con nuevas
reducciones de los tipos de inter�s, entonces para
salir de este c�rculo vicioso a Estados Unidos s�lo
le queda esperar que Europa haga de locomotora.
Para una econom�a que exporta el 12 % de su PIB, la
reducci�n de su pasivo �nicamente mediante la
devaluaci�n del d�lar no es suficiente. Resulta
indispensable que Europa reduzca sus tipos de
inter�s y comience a su vez a consumir
endeud�ndose.

Cuando el pasado 8 de mayo el Banco Central Europeo
decidi� posponer la reducci�n de los tipos de
inter�s, demostr� con ello su escasa voluntad de
compartir las preocupaciones de Alan Greenspan y
consortes. Se trata, a todos los efectos, de una
contradicci�n interna de la econom�a mundial. En
una fase como �sta, la reivindicaci�n de una
autonom�a monetaria de la UE (con el euro como
�escudo antimisiles pol�tico�) no hace m�s que
retrasar la salida de la recesi�n. La industria
europea est� perdiendo bazas en el plano de las
exportaciones, mientras que ya se han hecho sentir
sus consecuencias negativas en el terreno salarial
y del empleo. Desde el punto de vista de Europa,
resultar�a pol�ticamente m�s estrat�gico evitar la
trampa de la recesi�n construyendo una alianza
entre el estamento empresarial y el movimiento por
una renta de ciudadan�a, una renta que permita
valorizar recursos humanos, culturales y
medioambientales, que d� un nuevo impulso a la
demanda sin tener que someterse a los tiempos de
una pol�tica monetaria completamente incapaz de
mediar los intereses en juego. Es preciso ser
multilaterales, pero desde abajo.

La guerra, que todav�a no ha logrado estimular la
recuperaci�n, est� complicando la situaci�n m�s a�n
si cabe a medio y largo plazo. Es la opini�n de
Business Week (14 de abril de 2003) en un largo
an�lisis de las consecuencias econ�micas internas
de la pol�tica exterior estadounidense. El problema
que la guerra y la lucha contra el terrorismo
suponen para el crecimiento interno estadounidense
consiste en la limitaci�n de los espacios de
libertad de la fuerza-invenci�n que est� detr�s de
las altas tasas de productividad de la new economy.
Asistimos ya a un aumento del n�mero de polic�as,
de security guards, de bomberos y de dispositivos
tecnol�gicos de control, a un aumento de las
restricciones contra la inmigraci�n de cerebros y
una disminuci�n del flujo internacional de
tecnolog�as y a una reducci�n del capital riesgo. A
diferencia del pasado, cuando el nexo productivo
entre guerra y econom�a quedaba garantizado por la
inflaci�n, hoy la guerra inhibe la innovaci�n y la
productividad del trabajo. Estados Unidos corre el
verdadero peligro de convertirse en un pa�s
imperialista sin Imperio.

Traducci�n del italiano de Lenz




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