[unomada-info] Es la democracia, estúpidos

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Vie Mayo 20 02:50:25 CEST 2011


                      ES LA DEMOCRACIA, ESTÚPIDOS

               15 de mayo: De la indignación a la Ilusión



Del domingo 15 de Mayo puede decirse que señala un importante punto de
inflexión: de la red a la calle, de las conversaciones en casa y en la
calle a la movilización, pero sobre todo, de la indignación a la
ilusión. Decenas de miles de personas, convocadas a través de la red,
ciudadanos y ciudadanas de a pie, han tomado las calles con una
reivindicación nítida y cargada de ilusión: la exigencia de democracia
real, de una democracia no al servicio de los grandes intereses, sino de
las personas. Una crítica sin matices a una clase política que, desde
los inicios de la crisis, ha gobernado a sus espaldas y bajo los
dictados de los siempre tan eufemisticamente llamados “mercados”.


En las próximas semanas y meses, veremos cómo toma cuerpo la
reivindicación y extensión del lema democracia real ya. Todo indica que
su poder irá in crescendo. La mejor prueba radica en la toma de las
plazas y en las acampadas declinadas en las distintas ciudades. La red
social es hoy un hervidero en favor del movimiento y su réplica en
calles y plazas lo hace aún más fuerte. A fecha de hoy, no obstante, y
lejos de predicciones siempre discutibles, se pueden ya avanzar algunas
cuestiones. 


En primer lugar, el movimiento del 15 de Mayo es certero en sus
críticas. La política, tal y como hoy la conocemos y tal y cómo la
aplican los partidos políticos (hacer pagar la crisis a los sectores más
débiles de la sociedad), ha llevado a la indignación a una parte
creciente de la sociedad. En los últimos años hemos asistido, atónitos,
al rescate multimillonario de grandes bancos a la vez que se producían
constantes recortes sociales, agresiones a los derechos elementales y
privatizaciones encubiertas que han disminuido a marchas forzadas, antes
desconocidas, el ya escaso, por raquítico, Estado bienestar español. Hoy
nadie duda que esta política es un peligro para nuestro presente y
nuestro inmediato futuro. Precisamente, la indignación se explicita
cuando se enfrenta a la cobardía de los políticos, incapaces de poner
cerco al gobierno de las finanzas: ¿dónde quedaron las promesas de la
humanización del capitalismo después de la crisis de las subprime?
¿Dónde quedó lo de acabar con los paraísos fiscales? ¿Dónde acabó el
control sobre el sistema financiero? ¿Dónde lo de gravar a las rentas
especulativas? ¿Dónde lo de dejar de subvencionar fiscalmente a aquellos
que más tienen?


En segundo lugar, el movimiento del 15 de Mayo es mucho más que un toque
de atención para las llamadas izquierdas. Pudiera ser (de hecho es lo
más probable) que el 22 de Mayo, día de elecciones locales, y también
autonómicas en muchas comunidades, la izquierda recibiera un rotunda
varapalo. En tal caso se trataría quizás de la antesala de lo que
seguramente ocurrirá en las elecciones generales. Lo que hoy se puede
asegurar, con toda certeza, es que la izquierda institucional (partidos
y grandes sindicatos) es blanco de la desafección política generalizada
por su nula capacidad para presentar propuestas novedosas en el marco de
la crisis. Y es ahí donde se encuentra la doble explicación de su
derrota electoral. Por un lado, sus políticas no son capaces de salirse
de un marco de lectura completamente tendencioso de la crisis, que
acepta, ¡a día de hoy!, que el problema es un problema de escasez de
recursos. Digámoslo alto y claro: no existe tal problema de escasez; el
problema radica sencillamente en la extrema desigualdad de la
distribución de la riqueza acentuada cada día por la disciplina
financiera: ¿dónde están los beneficios infinitos de la burbuja
inmobiliaria? ¿Y de las obras faraónicas como los aeropuertos de
Castellón o Lleida, por poner solo algunos ejemplos? ¿A quién beneficia
y enriquece el gigantesco problema de deuda de tantas y tantas familias
y personas? Por otro lado, la izquierda no sabe ponerse al lado y
trabajar con los movimientos emergentes que reivindican democracia y
libertad: ¿quién no recuerda lo que dijo el presidente Zapatero cuando
se presentó la propuesta de la dación de pago? ¿Quién le sirvió de
contraparte: los millones de hipotecados/as o los grandes intereses
bancarios? ¿Y qué decir de la indecente Ley Sinde? ¿Con quien estaba,
con los que dan forma a la red o con quienes quieren hacer de ella un
negocio como si la cultura fuera una mercancía más? Mientras la
izquierda no sea capaz de ponerse al lado y al servicio de los
movimientos de ciudadanía, mientras no sea capaz de salirse del guión de
las élites financieras y económicas y proponer planes B para salir de la
crisis, su travesía por la oposición se prolongará indefinidamente. Ya
no hay tiempo de más prórrogas: sencillamente o cambian o mueren como
actores sociales legítimos para los principios que dicen representar.


El tercer lugar, el Movimiento 15 de Mayo muestra como la ciudadanía,
lejos de la pasividad que le suponen tantos analistas, ha sabido
organizarse y autoformarse en una época de abandono institucional y
fuerte crisis de la representación política. Las nuevas generaciones han
sabido dar forma a la red inventando nuevas maneras de “estar juntos”,
sin el recurso a clichés ideológicos, armados de un sabiopragmatismo,
escapando de las categorías políticas preconcebidas y de los grandes
aparatos burocráticos. Estamos asistiendo efectivamente a la
construcción de “minorías mayoritarias” que exigen democracia frente a
la guerra del “todos contra todos”, de la atomización imbécil propuesta
por el neoliberalismo; y que exigen derechos sociales frente a las
lógicas de privatización y ajuste impuestas por los poderes económicos.
Y aquí es más que probable que no valgan (o valgan poco) los esquemas
preestablecidos, las vueltas imposibles al pasado de la mano del retorno
al Estado y a la plena ocupación, tal y como pretenden casi todas las
izquierdas, desde la más radical hasta la más tibia. Reinventar la
democracia exige cuanto menos apuntar nuevas formas de distribución de
la riqueza, una ciudadanía para todos/as con independencia del lugar de
origen (esto es, a la altura de los tiempos globales), la defensa sin
ambages de los comunes (de los recursos ambientales pero también del
conocimiento, la educación, internet y la salud) y otras formas de
autogobierno de la multitud que superen la corrupción de las actuales. 


En cuarto y último lugar, es obligatorio recordar que el Movimiento del
15 de Mayo se vincula a una corriente de reivindicación que toma forma
en distintas partes de Europa a partir del rechazo a las llamadas
políticas de austeridad. Una reivindicación y movilización que empieza a
poner en jaque al desierto de lo real, el sueño de esa Europa muda y
amorfa a la que aspiran las élites políticas y económicas. Se trata aquí
de las campañas de UKUnCuts frente a la política de Cameron, de la
movilización de Geraçao a Rasca en Portugal o de lo sucedido en Islandia
tras la negativa de la ciudadanía a pagar el rescate financiero. Y a la
vez, y sobre todo, se inspira en la llamada “Primavera Árabe”, que a
través de la revueltas democráticas Egipto y Túnez, consiguieron la
destitución de sus corruptos gobernantes. 


No sabemos, obviamente, cuál será el destino último del espíritu del 15
de Mayo. Pero lo que si podemos decir, con toda certeza, es que ya
existen al menos dos planes contra la crisis: los recortes o la
invención de la democracia real. Del primero conocemos sus resultados:
no solo no nos han devuelto la “normalidad” económica sino que han
derivado en un “todos contra todos” y “sálvese quien pueda”. Del
segundo, que promete una política de la democracia absoluta,
constituyente, sólo podemos decir que acaba de empezar y que marca
nuestra ruta. Es a ese al que nos apuntamos.



               Tomás Herreros y Emmanuel Rodríguez (Universidad Nómada) 

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