[unomada-info] Sol, o cuando lo imposible se vuelve imparable (castellano e inglés)

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Mar Mayo 24 15:42:36 CEST 2011


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Sol, o cuando lo posible se vuelve imparable
Marta Malo

Escribir para orientarse, a la velocidad que impone el momento. Entre la
poética y la teórica, escribir para aportar en la con-fabulación del
mundo, para contribuir, desde dentro, a crear la plaza, a prolongar el
acontecimiento Sol. Porque sí, Sol ha sido un acontecimiento: uno de
esos hechos inesperados que redibuja el mapa y reabre el horizonte de
los posibles.

En la manifestación del 15M, rebosante de alegría por la masividad y la
frescura que se respiraba, una Unidad Móvil de Radio entrevistaba a
algunos de los presentes. “¿Cómo ves el futuro?” Pese a la energía
circulante, muchas respuestas no dejaban de destilar pesimismo: “Negro”.
El mismo lunes, cuando las noticias de la acampada en Sol empezaron a
correr como la pólvora por las redes sociales, en una lista de
distribución de intercambio de bienes y servicios, se escribía: “¿Qué
importa que unos acampen si al lado otros tantos siguen comprando en el
Corte Inglés?” Importa, porque no fue una acampada más: el gesto osado
de unos pocos se convirtió en señal de salida para muchos –fue un “ahora
o nunca”: y se desató el hambre de hacer, el hambre de decir.


En una pintada se leía: “lo imposible se vuelve imparable” –no hay mejor
descripción del acontecimiento Sol. La generosidad desplegada, las
sonrisas que lo recorren todo, los grupos de amigos, que se activan para
“ir juntos a la plaza”, los otros, que ya no son desconocidos, sino
compañeros en un movimiento común, la plaza como un imán irrefrenable…
Una tarde, el hijo de unos amigos, de apenas año y medio, empieza a
gritar “Sol, sol”: nos habíamos alejado algo de la plaza y él buscaba el
Sol que nos venía atravesando estos días. Hace diez días nadie hubiera
podido imaginar Sol sino como un centro turístico y comercial más de una
capital europea.

Sol, no como lugar geográfico, sino como acontecimiento imprevisible,
viene a resquebrajar dos de los pilares fundamentales sobre los que se
sustentaba el estado de cosas: por un lado, rompe el consenso instaurado
tras la Transición de acuerdo con el cual el actual sistema de partidos
es el mejor sistema de gobierno imaginable y cuestionarlo es abrir las
puertas al caos o a la oscuridad de la dictadura (frente al “no hay que
caer en la tentación de cuestionar el actual sistema democrático” de
Àngels Barceló, el movimiento insiste: “lo llaman democracia y no lo
es”). Por otro, rechaza la interpretación de la crisis como un accidente
metereológico frente al que sólo queda apretarse el cinturón. Contra la
gestión política de la crisis económica, la plaza grita: “no son
rescates, son chantajes” y señala responsables (gobernantes y
banqueros).

Conmocionados, aún sin creerse que efectivamente hay algo que “se
mueve”, apresurándose a desacreditarlo antes de que tenga capacidad de
impacto real, los responsables políticos lanzan a la plaza el chantaje
de las “alternativas”: “Decís no, pero no tenéis propuestas”. Lo que no
saben es que, para las generaciones del no futuro, la incertidumbre
frente a lo que ha de venir es el pan de cada día y Sol permite, cuando
menos, vivir esa incertidumbre con otros.

Parecía claro que el efecto del acontecimiento Sol y, más en general,
del movimiento 15M, no iba sino a ahondar las tendencias electorales ya
existentes: y efectivamente, la debacle del PSOE ha sido rotunda,
incluso en ciudades gobernadas por el PP, como Madrid. ¿Y ahora qué?

Las acampadas (no sólo la de Sol, sino las inauguradas en tantas
ciudades) continúan. Decía una amiga: “ya no se trata de tomar la plaza,
sino de crear la plaza”. A partir de esta intuición, lanzo una
hipótesis: la plaza sólo se crea insistiendo, profundizando, los
elementos que la hicieron posible -la crítica del poder político
(¡democracia real ya!) y de su gestión del poder económico (¡que la
crisis la paguen sus responsables!) como mínimo común múltiplo; la
cooperación de muchos como fuerza práctica que hace la plaza real y
tangible, que hace ese mínimo común múltiplo no sólo habitable, sino
gozoso, algo por lo que merece la pena apostar. Contra la
(auto)representación de los mil colectivos y luchas preexistentes, con
los riesgos de balcanización de la plaza, el acontecimiento Sol invita a
buscar el punto de conexión, el lugar desde el que podemos aportar a ese
común, a partir de lo que somos, sin duda, pero también de un compromiso
con eso que nos hace estar juntos.

Pero no sólo. Con el 15M, se confirma la fuerza de ese actor
imprevisible que podríamos llamar “pásalo”, porque se autoconvoca con
ese sencillo pasa-palabra proliferante. “Pásalo” tiene toda una
genealogía: de las movilizaciones contra la guerra, al 13M, a V de
Vivienda. Sin otra organización que las propias redes de amistad y
cooperación social, sin siglas ni programas, con lemas sencillos y
directos, reaccionando frente a un hecho externo que funciona de
aglutinante y marcador temporal e impone la urgencia de salir a la calle
(la guerra, los atentados del 13-M, las elecciones…). Desde su primera
aparición, son muchos los que han intentado “convocarlo”, haciendo
circular por internet citas varias, pero “pásalo” es un actor
desconfiado, particularmente de los grupos organizados: hijo de las
décadas de la desafiliación política, insiste en la fuerza de la
“gente”, las “personas”, el “pueblo” –sólo se interesa, por así decirlo,
por las convocatorias peer-to-peer, “de punto a punto”.

A un chico, llegado desde Bilbao a la acampada de Sol, que lleva días
fascinado con lo que estaba sucediendo, le preguntamos: “¿qué toca
ahora?”. Responde: “No hay que tener miedo a que las acampadas se
desinflen. A veces la gente militante, cuando se apasiona, se vuelca en
las cosas y las acogota, como una madre sobreprotectora con su niño. Yo
no soy militante y yo me iré de aquí y seguiré mi vida y cuando surja
otra cosa volveré a aparecer”. “Pásalo” aparece y desaparece. Cómo
aportar sin acogotar. Cómo habitar la (previsible) diástole del
movimiento sin angustiarse. Cómo aprender a (auto)convocarnos como
parte, ínfima, pero parte, de ese actor imprevisible. Preguntas que Sol
pone sobre la mesa.

Unos amigos argentinos insistían estos días: “Esto es muy interesante,
pero no es como el 2001 argentino. Allá en el 2001 lo que tomó la ciudad
fueron los más desposeídos por la crisis. Aquí no vemos eso, no vemos
señales de la crisis”. No es interesante pensar un movimiento por lo que
“le falta”, pero sí que es importante pensar cómo afecta Sol a los más
golpeados por la crisis económica: los desahuciados, los parados de
larga duración, los expulsados definitivamente a la economía informal,
los sin papeles sin posibilidad de regularizarse a falta de contrato de
trabajo y los con papeles que los perdieron por no haber cotizado lo
suficiente… aquellos territorios sociales más penetrados por la
“intervención social”, mas atravesados por la desafiliación política…
son la incógnita de la nueva fase que Sol inaugura. ¿Cómo se
(auto)convocarán?

Queda mucho camino por recorrer, pero la parálisis ha terminado. Podemos
sonreír.

http://madrilonia.org/?p=2241

Sol, or when the impossible becomes unstoppable
Marta Malo 

Write to orient oneself, at the velocity imposed by the moment. Between
poetics and theory, write to offer something to the con-fabulation of
the world, to contribute, from inside, to the creation of the square, to
prolong the event which is Sol. Because yes, Sol has been an event: one
of those unexpected ocurrences which redraw the map and reopen the
horizon of the possible.

In the demonstration the 15th of May, overflowing with joy at the size
of the demonstration and its fresh atmosphere, a Radio Mobile Unit
interviewed some of those present. “What does the future look like to
you?” Despite all the energy circulating, many of the interviews were
clearly pessimistic: “It looks grim.” On Monday, when news of the camp
in Sol started to blow like gunpowder in the social networks, in a list
for exchanging goods and services someone wrote: “What does it matter if
some people are camping, as long as others are shopping at the
department store next door?” It does matter, because this wasn’t just
any camp: the bold gesture of a few became a signal to the many: it was
“now or never” and the hunger for doing was set loose, the hunger to
speak.

One graffiti read: “The impossible becomes unstoppable.” There is no
better description of the event that is Sol. Generosity is deployed,
smiles everywhere, groups of friends decide to “go to the square
together.” Others, no longer strangers to each other, have become
companions in a common movement, the square as an irresistable magnet…
One afternoon, the son of some friends, just a year and a half old,
started shouting “Sol! Sol!”: we had walked away from the square and he
was looking for that Sol which has so affected all of us these days. Ten
days ago no one could have imagined that Sol could be anything but the
touristic and commercial center of a European capital city.

Sol, not as a geographic place but as an unexpected event, has come
along to shatter two of the pillars upon which the state of things was
based: on the one hand, it broke the consensus established after the
Transition, according to which the current party system is the best
system of government imaginable, and to question that is to open the
doors to chaos and the darkness of dictatorship (against the “We must
not fall into the temptation of questioning the present democratic
system” of the comentator Angels Barceló, the movement insists: “They
call it democracy but it isn’t.”) On the other hand, it rejects the
interpretation of the crisis that makes it seem a meteorological
accident, faced with which there is no choice but to tighten our belts.
Against the political management of the economic crisis, the square
shouts: “They aren’t bail-outs, they’re blackmail!” and points to those
responsible, the governing politicians and bankers.

Excited, unable to believe that in fact “something is moving”, anxious
to discredit it before it has the capacity to make a real impact, the
politicians throw back to the square the blackmail of “alternatives”:
“You say no, but you don’t have any proposals.” What they don’t know is
that, for generations with no future, uncertainty about what is to come
is an everyday matter, and Sol allows us, at least, to live this
uncertainty together with others.

It seemed clear that the effect of the Sol-event, and in general, the
May 15th movement, was not going to do anything but deepen the already
existing electoral tendencies: and indeed, the debacle of the Socialist
party has been resounding, even in cities already governed by the
Popular party, like Madrid. Now what?

The camps (not just the one in Sol, but the ones set up in so many
cities) continue. One friend said: “It’s not a matter of taking the
street anymore, it’s a matter of making the square.” Based on that
intuition, I’ll throw out an hypothesis: the square is only created by
insisting, digging deeper into those elements which made it possible:
the critique of political power (“Real democracy now!”) and its
management of economic power (“The crisis should be paid for by those
responsible for it!”) as a minimal common denominator; the cooperation
of many as a practical force which makes the square real and tangible,
which makes this minimal common denominator not only habitable but
delightful, something which makes it worth pushing for. Against the
(self)representation of the thousands of pre-existing collectives and
struggles, with the corresponding risk of Balkanizing the square, the
Sol-event invites us to look for a point of connection, a place from
which we can contribute to this common, starting from who we are – of
course – but also from a commitment to that which brings us together.

Not only that. May 15th confirms the force of that unpredictable actor,
which we might call “Pass it along!”, because it self-organizes with
this simple and proliferating phrase. “Pass it along!” has a geneology:
from the mobilizations against the war, March 13th, V de Vivienda. With
no structure beyond the networks of friends and social cooperation,
without big organizations or programs, with simple, direct slogans,
reacting against an external event which serves to bring people
together, marking time, making it urgent to go into the streets (the
war, the bombings of March 11th, the elections…). From its first
appearance, many are those who have attempted to make use of it,
circulating various dates on the internet, but “pass it along” is a
skittish actor, particularly for organized groups. Child of decades of
political demobilization and non-affiliation, it insists on the power of
“people”, “persons”. It is only interested, we might say, in
peer-to-peer calls for action.

One boy who arrived from Bilbao at the camp in Sol after days of being
fascinated with what was happening there, was asked: “Now what?” He
responded: “We don’t have to be afraid of the camps loosing steam.
Sometimes activists, when they get excited about something, pour
themselves into the thing and they exhaust it, like an overprotective
mother with her child. I am not an activist, I will leave here and go
back to my life, and when another thing comes up, I’ll reappear.” “Pass
it along” appears and disappears. How to contribute without
overwhelming. How to inhabit the (predictable) diastole of the movement
without heartbreak. How to learn to come together as a part, a tiny
part, but a part nonetheless, of this unpredictable actor. Questions
which Sol leaves on the table.

Some Argentinian friends insist: “This is all very interesting, but it
is not like 2001 in Argentina. In 2001 who took over the city were the
most dispossessed by the crisis. Here it is not that, we barely see
signs of the crisis.” It is not interesting to think about a movement in
terms of “what it is lacking,” but it is important to think about how
Sol effects those most hard-hit by the economic crisis: those who have
lost their homes, the chronically unemployed, those who have been
definitively pushed into the informal economy, those who don’t have
papers and have no hope of regularizing their situation for lack of a
contract, or those who have lost their papers because they couldn’t pay
the social security… those social terrains most penetrated by “social
intervention,” most effected by political dis-affiliation… they are the
great unknown in this new phase which Sol ushers in. How will they
involve themselves?

There is a long way to go, but the paralysis has ended. We can smile.

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