[unomada-info] El eco del común

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Sab Mayo 28 14:46:19 CEST 2011


                           El Eco del común.
                 Joan Miquel Gual (Universidad Nómada)


El eco es un fenómeno acústico que hace que la voz vuelva a quien la ha
emitido, una vez, dos veces, tres, las que sean pero consumiéndose poco
a poco en el vacío. Con las redes sociales se han inventado nuevos tipos
de eco, uno que cada vez nos es más familiar es el del retuiteo.
Retuitear significa producir en común, hacer que lo común resuene, que
haga eco. 


El eco de lo común no se consume linealmente en el vacío, funciona de
manera diferente ya que puede rebotar ganando fuerza millones de veces,
crecer, amplificarse, también puede ser interrumpido y retomado más
tarde. Lo que está claro es que cuanto más común más vida tiene. (Y no
estoy hablando de la vida de un mensaje en las redes sociales en función
de su popularidad, sino de sus efectos a corto, medio y largo plazo,
según la validez política del mismo). 


El eco que producimos en común tiene sus propias leyes pero en algo se
parece al natural: deshinibe el deseo de gritar. En estos días el “no
nos representan” ha sonado de la red a las plazas y de las plazas a la
red. Nuestros gritos no se han agotado en el vacío sino que,
contrariamente, lo han llenado de nuevos sentidos que dan inicio a un
tiempo que todavía no sabemos bien que nos traerá pero que intuimos
rebelde, desinhibido y renovador. 


Fin de la claustrofobia

Para empezar utilizaré una idea que me parece ubicado en la base de las
protestas que están teniendo lugar en estos días: la manifestación del
15M y las acampadas en las plazas que la siguieron significan el
principio del fin de la claustrofobia. Claustrofobia que se vivía en las
conversaciones angustiadas en los bares, de manera fragmentada,
socialmente pero en privado, llenas de comentarios tipo “nadie hace
nada”. Para acabar con la claustrofobia ha hecho falta la toma del ágora
por excelencia, la plaza, las plazas, que se han convertido en el lugar
de circulación de las palabras, de redimensionamiento de las
conversaciones y de un #verbo digital, el del descontento, que se ha
vuelto cooperación. 


Las plazas señalan un punto de inflexión, sirven para retomar la
confianza en la inteligencia colectiva y dan un aviso a la clase
política: no nos representáis. 


Cuando la Junta Electoral dictaminó prohibir las acampadas la reacción
de desobedecer sobrevino de manera natural: no nos vamos. Nadie se
atrevió ante la fuerza de los hechos a desalojar. Los gobernantes no
quisieron poner más en cuestión su popularidad, no se arriesgaron a
perder votos con una acción de fuerza; era el último gesto exhausto ante
la capacidad social de arruinar el teatro de unas campañas electorales
más marcadas por las panorámicas de las concentraciones masivas que por
los primeros planos de los candidatos y sus mentiras. 


Se anunciaba algún día de la semana en TV3 un 94% de apoyo social a las
acampadas. Éste apoyo se traducía en donaciones de dinero, en recuerdos
de revueltas, en alimentos comprados en el Corte Inglés, en
infraestructuras, en caceroladas en balcones de toda la ciudad, en un
tod en s somos la plaza. La legitimidad y la alegría se volvieron sinónimos
en el léxico de los momentos ingobernables. La voz de la plaza reverberó
en las ciudades, hizo eco y se amplificó en la red. 


El inicio de un ciclo


El 15M y las plazas señalan el inicio de un ciclo. Previsiblemente la
crisis se va a agudizar con la puesta en marcha de recortes, con la
pauperización que trae consigo el desempleo, con las ejecuciones
inmobiliarias que penden sobre millares de familias. Éste es el humus
social a tener en cuenta por los gobiernos, éste es también el caldo de
cultivo para una inevitable radicalización de la sociedad que comienza
con la toma colectiva de palabra. 


Gobernar la crisis sin la posibilidad de medidas redistributivas que
hacían de colchón para aliviarla contribuirá, si se aplica de manera tan
tajante como anuncia la derecha, a una situación en la que el
mantenimiento del orden sistémico de la democracia es pura ciencia
ficción. Se dan las condiciones para que la paz social se trunque y se
convierta más en una utopía de un poder político ciego que en algo
factible. 


Personas afectadas por la hipoteca, generación no future, millones de
personas sin trabajo, activistas anti guerra, personas contrarias a los
recortes en sanidad, en pensiones, en educación, personas convencidas
del agotamiento del actual sistema democrático, migrantes, personas
desclasadas... Figuras sociales con el reto de resignificar la palabra
común y reinventar la palabra nosotr#s. En las plazas se oye: Tu lucha
es mi lucha. Vuestra lucha es nuestra lucha. 


¿Cómo hacer del disenso un proceso de constitución de comunidades
rebeldes decididas a conseguir nuevos derechos? La ciencia imperfecta de
la meteorología anuncia vientos nuevos de autodefensa ante los excesos
del poder, batallas por la reapropiación de la riqueza, momentos de
ingobernabilidad, redes que se recombinan y se radicalizan y debates que
proliferan en una sociedad que ha aborrecido el neoliberalismo porque
padece sus consecuencias más extremas. 


Nos toca inventar el mundo posterior al neoliberalismo. Nos toca
reinventar la democracia. Nos toca luchar y perder el miedo. 


Un nos toca que no es imperativo sino coincidencia de deseo y necesidad.







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