[unomada-info] Imaginando la revolución del 99%

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Lun Mayo 14 15:22:03 CEST 2012


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Imaginando la revolución del 99%


El 15 de mayo del año pasado decíamos: “Nadie esperaba la Spanish Revolution“. Han sido 12 meses
de debate y de acciones, de conocernos y poner a prueba lo que podíamos hacer juntos. Pero vemos
que el bipartidismo no ha escuchado ni una sola de nuestras reivindicaciones. ¿Cómo derrocamos
entonces la dictadura de los mercados? ¿Cómo ganar un nuevo régimen de derechos para todos? ¿Cómo,
en definitiva, podemos conquistar una democracia que realmente lo sea?

Un gobierno sin paracaídas

La primera premisa que debemos recordar es que la crisis actual es política y sólo política. No
hay ningún argumento económico que justifique unas políticas de austeridad que en definitiva
empujan a  la recesión. El problema reside únicamente en el agujero contable de las grandes
entidades financieras españolas y europeas -generosamente engordado por varios lustros de
sucesivas burbujas financieras unidas a un modelo económico basado en el ladrillo, el macroevento
y las infraestructuras que nunca pedimos y que hoy se demuestran un auténtico agujero negro de
deuda y expolio- y en la incapacidad de encontrar un nicho de negocio rentable en una situación de
caída generalizada de los mercados. En este sentido, todas las decisiones dirigidas por el rigor
fiscal, la austeridad y el control del déficit  están únicamente orientadas a defender el interés
de los grandes acreedores -léase bancos y fondos de inversión- que han convertido la deuda pública
en el gran negocio, el único negocio, ahora disponible.

De esta premisa se extrae la segunda: las decisiones políticas que han acabado por desembocar en
la crisis de la deuda, se toman sólo en unos pocos centros de poder. A nivel europeo, el único que
realmente  importa, los centros son el gobierno alemán de Ángela Merkel y el rígidamente ortodoxo
Banco Central Europeo. A escala española, pero como  un simple recadero, último eslabón de una
larga cadena de mando que  comienza en las grandes entidades financieras: el gobierno del Estado y
las comunidades autónomas, que pueden ser más o menos afines a la ideología del ajuste y la deuda,
pero que no tienen más plan que recortar derechos y bienestar.

Vemos cómo nuestro gobierno no hace nada por impedir que la deuda siga y siga creciendo. América
Latina vivió una década perdida. Una década de pobreza se le augura a Grecia. Es necesario
bloquear la bola de nieve. Cuanto más tiempo pase, más pobres seremos, más desestructurados
estarán nuestros servicios públicos, menos margen de maniobra tendremos. Un gobierno que no dice
basta y rompe el círculo vicioso de la deuda es un gobierno ilegítimo. Un gobierno que vende a sus
ciudadanos por salvar el beneficio de los bancos es un gobierno ilegítimo. En Argentina, después
de la crisis de 2001, sólo la caída del gobierno abrió un proceso que acabó con la deuda. En
Islandia, únicamente la expulsión de los políticos impuso el impago y un cambio de rumbo
económico. Pero, ¿cómo se derroca un gobierno? La retórica de la democracia bipartidista es
poderosa, aunque la legitimidad no sólo depende de los votos.

Los chantajes ya no sirven

Nos lanzamos a ir anticipando algunos acontecimientos en el futuro inmediato: seguirán
produciéndose nuevos ataques de  los mercados, la prima de riesgo subirá por encima de los 600
puntos, la  intervención europea de la economía española dejará de estar envuelta en la retórica
de las “políticas europeas” a ser un control directo de las cuentas públicas para garantizar la
deuda. Al mismo tiempo, aparecerán, ya están aquí, los primeros  cantos a la reforma: se hablará
de  abandonar, siempre parcialmente, las  medidas de austeridad, de  recuperar la senda del
crecimiento económico, de mantener parcialmente el Estado del bienestar. Y sin  embargo, no nos
deberemos conformar, se  trata sólo de retóricas y de  medidas parciales para dosificar un proceso
de expolio brutal. Sencillamente, nuestra clase política, española y europea, carece de toda
alternativa que no consista en seguir los mandatos de quienes realmente dirigen la actividad
económica del continente: las grandes entidades financieras.

Cuando dicen que “no  podemos permitir la ocupación de las plazas, acabarán por minar la 
confianza de los mercados”, no están dando una pista. ¿Qué pasaría si en determinado momento
permaneciéramos en las plazas? En Egipto derrocaron a un dictador y en Islandia a un gobierno
corrupto. Pero, ¿qué pasaría si se disparara la deuda sin gente en las calles? En Italia han
impuesto un presidente que nadie ha votado. Cuando caiga el gobierno de Rajoy, quizás convoquen
elecciones o se establezca una alianza entre PSOE, CIU y PNV para asegurar el pago de la deuda y
contrarrestar el poder de quienes toman las calles. Pero sólo gobernarían para ser testigos 
privilegiados de la rápida erosión de su legitimidad, al hacerse visible  la separación entre la
sociedad y la clase política, entre el país real y la representación del país.

“España es demasiado grande para ser rescatada”, lo hemos oído mil veces ¿Qué pasaría con los
bancos alemanes y franceses, los acreedores, si se viera que no hay forma de pagar la deuda? ¿Y si
se contagia a Italia?  Aun más interesante, ¿y si movimientos como el 15M prenden en otros países,
quizás Italia? ¿Serían capaces de mantener las mismas políticas de austeridad y recortes en favor
de los acreedores con una Europa en ebullición social y una moneda en caída libre? ¿Podrán seguir
gobernando como si pasara nada? ¿Podrán mantener las  mismas políticas de expolio social en todo
el continente frente a movimientos que aglutinen a gentes muy diversas a escala europea? ¿Podrán
seguir pisando el acelerador del expolio en el marco de unas economías que conducen descaradamente
a la ruina?

Una revolución democrática

Por todo esto la revolución parece consistir en desplazar a las actuales élites políticas que no
van a hacer nada por la gente común. Pero la pregunta fundamental reside en esta ecuación: ¿cómo
hacer que la destitución de la clase política sea paralela a la constitución de nuevas formas de 
democracia a diferentes escalas desde lo local a lo continental? Aquí, otra vez, los caminos dejan
de estar trillados. Sin  duda serán valiosas todas las experiencias de creación de alternativas,
la autogestión y la toma directa de los servicios públicos actualizando formas de uso y gestión de
los bienes comunes. También las asambleas en las plazas o en los centros de trabajo y las redes
digitales aportarán experiencias y herramientas para la democratización de la política y el poder.
Sin estos experimentos no hay, de hecho, democracia que realmente lo sea. Es tiempo de cambio, de
innovación.

En paralelo irán apareciendo nuevas candidaturas electorales -véase partidos piratas o amplias
coaliciones de pequeños partidos- que  intenten arrebatarles la capacidad de ejercer el poder
político dentro de las instituciones existentes, aunque sólo sea para hacer que esas mismas
instituciones no impidan crear otras nuevas. Habrá que exigirles, entonces, a estas nuevas
plataformas políticas, que tengan  programas claros y consensuados de democratización, recordarles
a aquellos que se postulen como candidatos que sus mandatos son  revocables y que deberán estar
plenamente sujetos al control de nuevas formas de intervención democrática y asumir la capacidad
de generar propuestas de las asambleas ciudadanas. En definitiva, que deben obedecer y hacerlo
gracias a un nuevo sistema, más democrático y más justo. Existen ejemplos de sobra de nuevas
formas institucionales como las que han atravesado América Latina en los últimos diez años o las
que han surgido de la revolución islandesa. El sistema de partidos no sirve, la delegación casi
absoluta de la soberanía en alguien que no tiene responsabilidad alguna para con sus votantes es
un peligro para la democracia y el bienestar.

Desde los días que siguieron al 15 de Mayo de 2011, venimos empleando largo tiempo en pensar este
proceso constituyente: qué nuevas formas de participación directa y deliberativa utilizar, qué
reforma del sistema electoral, qué derechos sociales será necesario legislar,  qué tipo de
controles financieros imponer y qué tipo de economía se quiere fomentar, y así un largo etc. Es
mucho por lo tanto lo ya avanzado, sólo nos falta la manera de hacerlo realidad. Y unirnos para
conseguirlo.

Este es sólo uno de los posible relatos. Sea como aquí se describe o de otra forma, únicamente
conseguiremos que el sometimiento de la sociedad al pago de la deuda deje de crecer si el 99%
perdemos el miedo y decimos basta. De momento, quizás, sea suficiente insistir en un método que
funciona y conocemos. Repetirnos y repetirnos. Ocupar las plazas y evitar toda provocación. A cada
desalojo, una nueva concentración de miles, decenas de miles hasta que las plazas vuelvan a ser
nuestras. Y cuando sea necesario mantenernos indefinidamente en las mismas, con un grito unánime:
«No nos representan». Con un sólo objetivo: Una democracia que realmente lo sea.

14/05/2012

Madrilonia.org



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