[Hacklabs] Nostalgia de hacklab (nota a ser publicada en mdzol.com / hackers)

Marcos G. marcos at ovejafm.com
Wed Oct 9 03:00:59 CEST 2013


(lógicamente quería compartir con uds este boceto)

Nostalgia de hacklab

¿Tiene el software libre alguna relación con otros movimientos sociales? Persiguiendo el núcleo 
de la vida misma.

Hoy desperté de un sueño hermoso: «era libre de verdad»; estaba entre una multitud de gente que 
bailaba y cantaba una canción tribal (http://marcospcmusica.wordpress.com/2007/10/02/de-turista-
en-mi-ciudad-la-plata-septiembre-de-2007/), afro-americana o algo así. Un tipo -que parecía el 
guía de aquella batucada-manada callejera- me hacía un gesto para que yo comenzara a armonizar la 
melodía principal, entonces cantaba y la gente sonreía bailando al ritmo alocado de algún tambor.

Era muy alegre y placentero. Al despertar, me quedó esa sensación en la boca y recordé los días 
de hacklab en la estación de ferrocarril recuperada por los vecinos (17 y 71), en La Plata. Un 
hacklab (término que nunca empleamos pero que ahora me gusta cada vez más) es un «taller 
informático libre», o sea un lugar donde se divulga la libertad. ¿Qué libertad? Bueno, varias 
libertades en verdad, las de la cultura libre, el software libre, y las relaciones libres... con 
esto último voy a que una relación es libre si no existe opresión: no me estoy refiriendo 
necesariamente a una relación sexual, sino a cualquier relación entre seres.

¿Por qué rescato aquellos días? No envidio mi vida pasada, el presente está repleto de sol, 
huerta, familia, amistades, frutos y esperanzas, pero en aquel hacklab de Estación Provincial 
ocurrieron cosas que tuvieron que ver directamente con lo que yo llamo «el núcleo de la vida».

¿Cómo explicarlo? Era pura intuición, creatividad, locura, sin sentido, era crear por crear... 
investigar como lo hace un bebé cuando se sienta en el pasto, rompe una hojita de trébol, la mira 
y sigue adelante como si nada.

Es esa libertad que sienten algunos pintores cuando están despojados de presiones o miradas 
externas, de exigencias que no tienen que ver con el arte. Seguro que hablo de aquella libertad 
del músico que improvisa lo que sea, jazz, rock, silbidos callejeros. Una libertad animal.

¿Y cómo puede funcionar un taller informático de tal manera? No lo sé. Un día comenzamos con un 
programa de radio sobre software libre que se llamaba Oveja Electrónica 
(http://www.ovejafm.com/programa1), José, Adrián, Mauro (+ su novia y una amiga) y yo. A la otra 
semana ya estábamos en un remolino de ideas pensando trasladar también todo lo que ocurría allí a 
un centro cultural... recuerdo que escribimos un texto bastante informal de puño y letra ese 
mismo día y lo presentamos a la benévola comisión directiva de la estación de ferrocarril 
recuperada por los vecinos, conformada por abuelos y jóvenes. Lo aceptaron y en pocos días ya 
estábamos allí con instrumentos musicales, computadoras, risas y mates con los amigos. 

Siempre caía alguien nuevo (niños, jóvenes, adultos, abuel at s), generalmente por escuchar el 
programa de radio que iba todos los jueves a las 21hs por FM Futura (la cual se administraba de 
forma comunitaria en asamblea). La gente que veía lo que hacíamos allí generalmente huía 
despavorida a la primera de cambio, a veces duraban 2 o 3 encuentros... se iban, ya fuera por 
aburrimiento, por sorpresa o por desconcierto: captaban que no aprenderían nada de «computación 
para trabajar», sino que se trataba de un lugar de re-creo casi infantil, y reivindico que fuera 
infantil porque Picasso se pasó la vida mejorando su arte para terminar pintando como un niño. 
«Desde niño pintaba como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño»

Algunos se sumaban al grupo de manera permanente, y seguíamos delirando. Pero hubo un punto en el 
cual considero que todo perdió la frescura inicial. La otra vez leía a Casciari 
(http://es.wikipedia.org/wiki/Hern%C3%A1n_Casciari) acerca de un proyecto que terminaba y otro 
que comenzaba, y se refería a la situación como de noviazgo absoluto: eso es lo que se rompió, el 
vértigo del noviazgo. 

Mauro y su pandilla de pronto desaparecieron, ellos aportaban el condimento más impredecible al 
«laboratorio hacker»... él pensaba que Mozart gobernaba el mundo, ¿estaba loco?, no tanto, ponete 
a pensar ¿quién gobierna verdaderamente nuestras mentes? Era muy bueno jugando al ajedrez, se 
desempeñaba como pianista extraordinariamente bien (recuerdo que en Bahía blanca había dado 
algunos conciertos) y siempre parecía burlarse de todo, pero se tomaba las cosas tremendamente en 
serio, así que cuando opinó que el hacklab era un elemento más de la rutina y de la mediocridad 
se las tomó y no lo vimos nunca más. Unos meses antes había «matado» a su celular clavándole un 
destornillador en el «ojo». Es justamente la clase de personas que necesita esta sociedad, gente 
que pueda ver cómo se diseminan los panópticos e intenta resistir la opresión. La lógica del 
esclavo es decir NO en algún momento, levantarse contra su opresión y a favor de la libertad de 
todos los oprimidos.

A pesar de nuestra indignación por su pronta desaparición, poco a poco el hacklab se convirtió en 
eso que él pronosticó (pero nunca le di la razón hasta el día de hoy...): un lugar común, 
rutinario, donde se reciclaban máquinas, pasaban personas, se instalaba algún GNU/Linux, se hacía 
una experiencia de red-libre y comunicación de Voz sobre IP con Ekiga en vez de con Skype y no 
mucho más... alguna ves intentamos enseñar Software Libre a unas abuelitas y terminamos 
explicándoles cómo se usaban el mouse y el teclado.

De vez en cuando hacíamos alguna actividad «loca», como por ejemplo irrumpir en un evento de 
Microsoft y repartir volantes sobre Software Libre:

<iframe width="420" height="315" src="//www.youtube.com/embed/F5IwjwHr-aM" frameborder="0" 
allowfullscreen></iframe>

Yo tenía la idea de conectar todos los centros culturales de La Plata mediante una red libre (sin 
Internet), e implementar un sistema de video por el cual pudieras ver todo el tiempo lo que 
ocurría del otro lado, como ventanas virtuales que conectaran los centros, o puertas que abrieras 
en las paredes y detrás un monitor te llevaría mágicamente a ver una obra (teatro, danza, música, 
etc.) en un centro a unas cuadras de distancia. Nada de eso fue concretado, quizá no tenía 
sentido. Al final lo único que hicimos -en ese sentido- fue brindar Internet al centro cultural y 
alrededores.

Durante meses, aún con cierta rutina, a veces solitarios y cansados, transcurrimos la estación 
ocupada (sorteando computadoras viejas donadas por algún activista), la radio comunitaria y el 
centro cultural Olga Vazquez (http://www.youtube.com/watch?v=_PrYX8EiWCM), allí terminábamos 
comiendo unas riquísimas pizzas (la de mozzarella con cebolla de verdeo y rúcula era 
impresionante) producidas por un grupo cooperativo (funcionaban, además, taller de herrería, 
bachillerato y otros emprendimientos interesantes). Un día vino Rubén a filmar un documental 
sobre 3 centros okupados, aquí la parte que nos toca:

<iframe width="420" height="315" src="//www.youtube.com/embed/YW_pvag9Df8" frameborder="0" 
allowfullscreen></iframe>

(en el minuto 10:44 podés vernos, pero te recomiendo mirar el video completo que dura apenas 20 
minutos porque logra captar cierta atmósfera del lugar)

Otro mundo parecía posible, lejos del capitalismo y del consumo, con jóvenes, niños y abuelos 
dispuestos a vivir otro tipo de vida. Y ahora que lo pienso, esa fue mi gran universidad, no la 
UNLP, análisis de sistema o diseño en comunicación visual... sino los centros recuperados y 
radios comunitarias, las fiestas barriales que emanaban toda esa buena vibración y esa libertad 
de la gente que hace lo que quiere y celebra la vida a pesar de las calamidades que dejaron sin 
trabajo a millones de argentinos durante la década menemista-delaruista (e incluso antes con los 
gobiernos de facto y el alfonsinismo), los planes económicos provocaron el éxodo desde los 
pueblos hacia las grandes ciudades para sumergirlos en la pobreza y el clientelismo político 
duhaldista-kirchnerista-peronista o «radical». Por poner un sólo ejemplo, con el cierre de varios 
ramales de ferrocarril 1 millón de personas tuvieron que emigrar de sus «pueblos fantasma». 
(http://www.youtube.com/watch?v=x--NZr7Fg8E)

El programa de radio Oveja Electrónica que comenzara como una idea «delirante» que «no podría 
funcionar jamás» emitió 181 episodios durante 4 años hablando sobre software y cultura libre: ¡sí 
que fue una locura!

Dirán que éramos un movimiento de clase media: no es tan así, se veía gente de todas las clases 
sociales. Disculpen que hable en pasado: ya no vivo en La Plata, pero sé que todos esos 
centros/radios/lugares siguen activos y sus activistas viven la experiencia del cooperativismo y 
la creatividad a diario, con sus defectos, sus falencias y sus brillos. Brindo por ellos y ellas, 
brindo por muchas más jornadas de risas, baile, creatividad, canto, vértigo, vagabundeo, 
pinturas, malabarismo, carteles, sol, noche y poesía. 

El software libre se encontró alguna vez con otros movimientos que danzan un ritmo similar, 
podría volver a encontrarse en cualquier momento porque la creatividad, aquella que se ejerce sin 
especulación para acercarse a la vibración de otro ser, está en el núcleo de nuestras vidas y de 
nuestra más tierna infancia ofreciendo el mayor de los sentidos, tornándonos verdaderamente 
humanos.








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                   Marcos Guglielmetti
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                         ((*J*))
              www.musixdistro.wordpress.com
                     www.lunar.org.ar
                     www.ovejafm.com
Para encontrarte con activistas del movimiento social del software libre: 
http://listas.softwarelibre.org.ar/cgi-bin/mailman/listinfo/movimiento

"The beginning of the mistake is from growing meat for the king and wine for the church."
http://www.context.org/ICLIB/IC14/Fukuoka.htm



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