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Al principio del programa "local" su locutor Xavier Moreno, suele
soltar
una parrafada, ya sea de Osho, Krishamurti, Alan Watts o sobre
cualquier articulo para darle vueltas al tarro un rato.

Este programa dedicado a la música independiente, se emite en Radio 3
http://www.rtve.es/rne/r3/index.htm,

de lunes a jueves de 19:30h a 19:30h.

Aquí os dejo un articulo que leyó la semana pasada.

Por cierto esta emisora aunque pertenezca a rtve parece la oveja negra
del grupo, ¿o será la blanca? :)

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articulo: NO HAGO CLICK EN OK
autor   : José Luis Cuerda
Fuente  : Revista "Planeta Humano" del mes de Noviembre



			No hago click en OK.


El acto terrorista del 11 de septiembre en Nueva York fue un acto
terrorista, no un acto de guerra. Hipercor, el hecho aquel fue un
acto terrorista, no un acto de guerra.

España no mandó al glorioso ejército nacional contra Francia, por
más que los mandos de ETA estuvieran allí, ni Estados Unidos tiene
por qué mandar al séptimo de caballería contra Afganistan, por más
que Bin Laden esté allí, si es que está.

Que el atacante pueda ser
extranjero de pasaporte, en un caso, y en el otro, no, es un mero
hecho administrativo, despreciable si somos serios; sin olvidar que
los vascos beligerantes se consideran en relación con España tan
extranjeros como un saudí y, sobre todo, que los muertos del
resultado, unos y otros, están igualmente muertos.

Ampararse en semejantes distingos es puro bizantinismo, y si el
terrorismo es materia perseguible por ley aquí, en la provincia, y
no por misil, también debe serlo en la cabeza del imperio. No hay que
mandar el ejército ni a Tolosa ni a Kabul. Ni el nuestro ni el de
otros.

El terrorismo es el ejercicio del poder -en su forma más cruel y
sintética- de quienes no tienen poder. Estamos hablando de artesanía
macabra.

Las armas, forzosamente, responden siempre a los dictados
menos elaborados del hombre. Lo que se me opone, lo elimino. Y los
sentimientos, que no la razón -perdóneseme esta división escolástica
solo útil para entendernos- tienen que imponer sus razones para
justificar el uso de la muerte, porque no hay deducción posible que
lo haga.

Para mí está clarísimo que si alguien mata a una hija mía,
yo quiero matarlo; pero tengo igual de claro que lo que debo hacer es
exigir que se le juzgue. Es el alquiler que hay que pagar a la
convivencia.

El porcentaje que ocupan los sentimientos en el comprimido que
podríamos
llamar razón política ha sido siempre excesivo. Y la religión como
aglutinante de lo colectivo es uno de los ingredientes más perniciosos
que pueda darse. No hay religión razonable. Está en la esencia de
todas
no serlo.

Lo que ocurre es que el grado de adhesión de sus fieles a las mismas
es
muy variable y de ello se beneficia la convivencia, para la que son
mucho
mejor los tibios que los ardientes, los que trapichean con Gescartera
que
los que queman herejes. Cuanto menos religión en vena, o más
adulterada,
menos muertos, porque la otra vida es muy traidora para este valle de
lágrimas y los placeres que promete aquela justificarían sobradamente
el
suicidio universal.

El Jardín de Alá con sus huríes reduce este mundo a un puticlú de
carretera
comarcal y el único incomprensible error de la Iglesia Católica ha
sido
prometer que el devoto muerto de lo que gozará eternamente es de la
contemplación de Dios y no de goces más fácilmente identificables. El
Opus,
a degüello, y el ecónomo del arzobispado de Valladolid, hombre de un
desparpajo admirable, intentan corregir a toda prisa imprevisión con
su
llamada a la apetencia sin tapujos de los bienes de este mundo, por si
la
exitencia del otro -véanse últimas doctrinas papales al respecto- se
desvanece.

Mientras que otros justifican y comprenden razones de lucha que mi
inteligencia no sólo no abarca, sino que rechaza biológicamente, yo
sigo
pensando que el mundo es un billete de curso legal que revolotea al
viento
que mejor sopla y sobre el que algunos, pocos, viven, fornican, viajan
y
bailan zapateado y debajo del cual, otros, muchos, intentan agarrarse
como
locos para no caerse y deslomarse.

La ley de la gravedad misma -economía, le dicen- ya se sabe que está
en
contra de los de debajo del papel moneda, que nos sirve de símil, en
su
afán de no deslomarse se aguarren al mismo con tanta fuerza que hasta
lo
agujereen un poco, sí lo entiendo; pero que a esos mismos de debajo se
les
convenza de que luchen para que los de arriba estén más cómodos, me
parece
una vileza imperdonable.

Para quieenes intenten despachar estas opiniones mías como
antiamericanismo
trasnochador, les diré que me gustan más Malamud Roth, Bellow o Woody
Allen
que Cela, Benavente o Paco Umbral. Y que me gustaban más las torres
gemelas
que las torres Kio. Pero una cosa es una cosa y otra es ser tonto de
bomba.

Y si dejé de comulgar hostias con el mismísimo Cuerpo de Cristo
dentro. ¿por
qué voy a comulgar ahora tan beatamente con ruedas de rotativa o de
apisonadora?


José Luis Cuerda
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