[Infos] LA DOCTRINA INTERNACIONAL DE EEUU - ARCHIPOTENCIA DELINCUENTE
lenterao at sindominio.net
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Mon Mar 31 12:56:57 CEST 2003
¿Cuáles son las causas verdaderas de la actual agresión contra Irak? ¿Qué
objetivos persigue exactamente la Administración de George Bush? Los
argumentos oficiales esgrimidos por Washington para desencadenar este
conflicto no son convincentes. Por eso la ONU no ha autorizado el uso de
la fuerza contra el régimen de Bagdad. Estamos ante una guerra ilegal y
al invadir Irak, Estados Unidos se ha convertido, de hecho, en un Estado
delincuente.
LOS ARGUMENTOS DE LA AGRESIÓN: Los argumentos oficiales para atacar
Bagdad fueron definidos por el presidente en su intervención ante la
Asamblea General de la ONU el 12 de septiembre del 2002. En lo esencial,
se resumen en cuatro: Irak no ha respetado 16 resoluciones del Consejo de
Seguridad; posee armas de destrucción masiva; comete violaciones de los
derechos humanos y tiene vínculos con organizaciones terroristas. Después
de los atentados del 11 de septiembre del 2001, el presidente Bush se
rodeó de una camarilla de ideólogos muy influenciados por ideas a la vez
fundamentalistas religiosas y lindantes con la extrema derecha.
Constituyen una extraña mezcla de fundamentalistas cristianos y de
fanáticos proisraelís. Como consecuencia del trauma de los atentados,
considerados como un "acontecimiento catalizador", este grupo de halcones
ha adquirido una enorme influencia sobre el presidente. Ellos han
diseñado la guerra contra Irak.
LA CAMARILLA BELICISTA: ¿Quiénes son esos halcones? Los principales son
cuatro: el vicepresidente, Richard Cheney, el secretario de Defensa,
Donald Rumsfeld, el número dos del Pentágono, Paul Wolfowitz, y el
presidente del Defense Policy Board, Richard Perle (apodado El príncipe
de las tinieblas).
Estos cuatro halcones constituyen --junto con Condoleeza Rice la
consejera de Bush para cuestiones de seguridad y, en cierta medida, Colin
Powell, secretario de Estado-- el verdadero gabinete de guerra.Son cuatro
hombres peligrosos. Con una paradójica particularidad: ninguno ha
participado nunca en ninguna guerra. Todos se las arreglaron para evitar
ir a Vietnam. A finales de los años 80 ya estaban reunidos en torno al
presidente Bush padre. Y ellos fueron los primeros en teorizar, 15 años
después del final de la guerra de Vietnam, que tanto había traumatizado a
los norteamericanos, el recurso a la guerra como instrumento de política
exterior.
EL PRECEDENTE DE PANAMÁ: La primera gran aventura militar de este
cuarteto infernal fue la invasión de Panamá en diciembre de 1989, sin
autorización de la ONU y ni siquiera del Congreso norteamericano. Cheney,
Rumsfeld, Wolfowitz y Perle (con Colin Powell de jefe de Estado Mayor del
Ejército) imaginaron de cabo a rabo la operación Causa Justa, que ya
entonces consistía en invadir militarmente Panamá, derrocar al autócrata
Noriega y "restaurar la democracia" colocando en el poder a su protegido
Guillermo Endara. Estos cuatro halcones imaginaron el guión que consistía
en lanzar primero una intensa campaña mediática para demonizar a Noriega
(ex agente a sueldo de la CIA), calificándolo de "traficante de droga",
"verdugo de su pueblo", "pornógrafo", "adepto de la brujería vudú" y,
claro está, "dictador adicto a la tortura y violador de los derechos
humanos". Una vez la opinión publica preparada, se produjo el ataque
repentino, masivo y sin testigos. La prensa no fue avisada de la
ofensiva, y unos comandos norteamericanos abatieron, el 21 de diciembre
de 1989, a Juantxu Rodríguez, fotógrafo español del diario El País, por
curioso. Se recurrió a los comandos especiales de las bases militares de
la Zona del Canal, que aún era entonces posesión de Estados Unidos. Se
utilizaron, por primera vez, los aviones furtivos F-117A Stealth (esos
mismos que bombardearon Bagdad el primer día de la actual ofensiva), los
cuales queriendo alcanzar --para decapitar el régimen-- el cuartel
general de Noriega en Ciudad de Panamá bombardearon por error el barrio
popular del Chorrillo, causando cerca de 2.000 muertos civiles inocentes.
Se inauguraban así los que luego, con hipócrita eufemismo, los medios
calificarían de daños colaterales. La ONU condenó esta agresión, pero el
embajador de Estados Unidos hizo uso de su derecho de veto.
Ese equipo de halcones, después de la victoria de Panamá, había
demostrado que la guerra no era una opción de alto riesgo sino un método
aceptable de regulación diplomática. Estos cuatro hombres duros habían
conseguido lo que se proponían: devolverle a las fuerzas armadas su
caracter de herramienta fundamental de la política exterior de una
archipotencia. A partir de ahora, el superpoderío militar de Estados
Unidos estaría al servicio de un proyecto de dominación imperial del
planeta.
Estos mismos halcones fueron quienes planearon la guerra del Golfo en
1991, y se quedaron muy frustrados porque el presidente Bush padre,
obedeciendo a la ONU y a las recomendaciones de sus aliados de entonces,
no permitió a las tropas proseguir su ofensiva hasta Bagdad.
EL ORIGEN DE LA GUERRA PREVENTIVA: Durante los años de Bill Clinton
(1992-2000), los halcones se refugiaron en universidades o centros de
estudios donde siguieron defendiendo y afinando sus tesis. El más duro de
los cuatro, Paul Wolfowitz, apodado el Velociraptor , expuso, en un
memorando publicado en 1992, las principales conclusiones políticas que
sacaba de la guerra del Golfo. Afirmaba Wolfowitz, hace ya 10 años, y
mucho antes de los atentados del 11 de septiembre del 2001, la necesidad
de pasar a la "guerra preventiva", de atacar directamente a los estados
gamberros como Corea del Norte, Irán e Irak, y de hacerlo sin demora
porque la desaparición de la Unión Soviética permitía a Estados Unidos
aprovechar la ocasión. Insistía en que Washington no debía limitarse a
administrar las crisis y a gestionarlas a medida que estallaban, sino a
tomar la iniciativa, por vía militar, para redibujar las fronteras y
reorganizar el mundo.
LOS OBJETIVOS DEL ATAQUE CONTRA IRAK: Ellos son los que han convencido al
presidente Bush de atacar Irak. Con los objetivos siguientes: Aportar una
respuesta concreta al ataque del 11 de septiembre, aunque no se haya
podido demostrar que hay el menor vínculo entre Sadam Husein y Osama bin
Laden. La opinión pública reclama venganza, el 55% de los norteamericanos
piensan que Irak participó de alguna manera en los atentados, y se les va
a satisfacer atacando a Bagdad.
Recuperar el control del conjunto del golfo Pérsico, territorio donde se
hallan las dos terceras partes de las reservas conocidas de petróleo,
elemento fundamental del crecimiento económico de los países
desarrollados. El ataque contra Irak podría presagiar otro, mas tarde,
contra Irán, con el mismo objetivo petrolero pero ampliado esta vez hasta
el Mar Caspio.
Proteger a Israel contra un improbable ataque iraquí y favorecer las
condiciones geopolíticas para una mejor inserción del Estado judío en la
región, dándose por descontado que la cuestión palestina hallará mas
fácilmente solución en un Oriente Próximo controlado militarmente por
Washington e Israel.
Establecer una democracia en Irak con el propósito de extender luego este
tipo de régimen político a Oriente Próximo.
Influenciados sin duda por la propaganda dominante, algunos expertos
pretenden que Washington va en efecto a intervenir no sólo en Irak sino,
de paso, en el conjunto de la región para desembarazarla por fin de todas
las dictaduras que por allí hay. La liquidación de Sadam Husein sería
solo el botón de muestra. Y por eso nos invitan a aplaudir esta "guerra
por la democratización del mundo árabe". En cierto modo, nos dicen, el
fin (la democracia por venir) justificaría los medios (la guerra
preventiva y las víctimas inocentes).
LA HISTORIA OBLIGA A DESCONFIAR: Este cuento de hadas no lo puede creer
nadie ya que Estados Unidos ha sembrado dictaduras por doquier.
Principalmente en América Central y el Caribe, en donde pocos han
olvidado las sangrientas tiranías de Pérez Jiménez en Venezuela, de
Batista en Cuba, de Trujillo en la República Dominicana, de Duvalier en
Haití, de Somoza en Nicaragua, de Ríos Montt en Guatemala, de Stroessner
en Paraguay, de Videla en Argentina y de Pinochet en Chile, por citar
sólo algunas de las más memorables.
Pero, en el propio Oriente Próximo, el proyecto de establecer una
democracia en Irak resulta muy poco creíble puesto que Estados Unidos es
el padrino de las peores dictaduras de la región y nunca ha hecho nada en
estos países para alentar el establecimiento de democracias.
Washington apoya, desde hace decenios, algunas de las más espantosas
autocracias: Egipto (que vive en estado de sitio desde hace 22 años y es
uno de los países que más presos políticos tiene en el mundo, más de
20.000), Arabia Saudí (foco principal del islamismo radical), los
Emiratos del Golfo, Pakistán (protector durante años de los talibanes),
Uzbekistán... El argumento propagandístico es excelente: morir por la
democracia. La realidad, mucho más prosaica: conquistar el petróleo
iraquí y proteger a Israel.
LA INDEPENDENCIA DE EUROPA: Esta hipocresía y los peligros que conlleva
la conquista por un país occidental de un Estado musulmán en el contexto
actual han sido denunciados por Francia y Alemania. En realidad, pocos
esperaban tanta muestra de independencia de Europa frente al Gran Hermano
yanqui. Basta con ver cómo, desde el primer minuto, el Reino Unido,
Italia y España se precipitaron a postrarse ante el amo de Washington en
humillante gesto de vasallaje. Al principio, en la propia Francia, muchos
pensaron que la actitud de Chirac era una mera gesticulación, una actitud
simpática pero sin trascendencia, destinada a la opinión pública interna.
Se creía que, a la primera exigencia seria de Washington, el soberanismo
se desvanecería. Se estimaba que la fecha límite para la resistencia
francesa era la de la presentación de las pruebas contra Irak por Colin
Powell en la ONU. Pero no fue así. París declaró que nada había cambiado,
que las pruebas no eran convincentes, y contraatacó proponiendo duplicar
o triplicar el numero de inspectores de la ONU en Irak. Luego vino el
veto en la OTAN y la declaración de Putin que alineaba a Rusia con las
posiciones franco-alemanas.
A partir de entonces, todos comprendimos que la resistencia de París iba
en serio. Y París y Berlín crearon una dinámica internacional que, con el
apoyo explícito de Moscú y Pekín, pasaba por la amenaza del derecho de
veto en el Consejo de Seguridad. Todo eso produjo el mayor descalabro
diplomático que jamás haya conocido Washington, a quien se le negó la
autorización explícita de usar la fuerza contra Bagdad. Tal firmeza no ha
impedido la guerra. El presidente Bush la deseaba y sabíamos que la
haría. Pero el contexto internacional se ha modificado completamente. En
primer lugar, se ha puesto fin al unilateralismo dominante que
transformaba a Estados Unidos en la hiperpotencia hegemónica del mundo. Y
ha aparecido, a escala planetaria, un contrapeso --no hostil--
constituido por el cuadrilátero inédito París-Berlín-Moscú-Pekín.
ESTADOS UNIDOS, FUERA DE LA LEY: No por ser una archipotencia se esta
fuera de toda ley. Desde el punto de vista del derecho internacional,
Estados Unidos es hoy por hoy un Estado delincuente, que está llevando a
cabo una agresión ilegal contra un país soberano y miembro de Naciones
Unidas. Las familias de todas las víctimas inocentes de esta agresión
pueden reclamar ante el Tribunal Penal Internacional y ante algunas
jurisdicciones nacionales (Bélgica por ejemplo) la condena de este
agresor y las indemnizaciones correspondientes.
Convertido en el malo de la película, es posible que Washington considere
que la ONU ha dejado de estar bajo su control. Después de su victoria
militar en Irak, podría amenazar con retirarse de las Naciones Unidas.
Eso significaría el fin del sistema internacional creado después de la
segunda guerra mundial. Y entraríamos entonces en territorio desconocido.
http://www.eldiplo.org
http://www.rebelion.org
http://www.proyectoconosur.com.ar
* Director de 'Le Monde Diplomatique' (Noticia publicada en la página 23
de la edición de Lunes, 24 de marzo de 2003 de - edición impresa) -
Agencia ConoSur - jueves, 27 de marzo de 2003 - Por Ignacio Ramonet *
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