[Presos] Manifestacion en Bilbao 14 de septiembre

Jorge del Cura jcuraanton at mi.madritel.es
Sun Sep 15 11:15:02 CEST 2002


Gara, 15 de septiembre de 2002 

 

MANIFESTACION EN BILBO: heridos

Un joven puede perder un ojo y otro herido presenta fractura de clavícula

Entre los atendidos en servicios de urgencias se dieron cita varios septuagenarios En Basurto hubo diecinueve ingresos y la DYA atendió a un número similar de personas


Los partes de heridos ingresados en Urgencias del Hospital de Basurto en las horas posteriores a las cargas policiales recogen un contusionado en un ojo, con riesgo de pérdida de la vista y una fractura de clavícula sufrida por un joven de Bilbo. En este centro se atendió a diecinueve pacientes, mientras la DYA atendió a veinte, aunque el número de heridos y contusionados fue mayor.

BILBO

El Servicio de Urgencias del Hospital de Basurto recibió un total de diecinueve heridos como consecuencia de las cargas de la Ertzaintza en las inmediaciones de la Plaza Zabalburu. Los casos más graves fueron el de un joven que presentaba desprendimiento de un ojo, con posible pérdida de vista y una fractura de clavícula sufrida por un vecino de Bilbo, provocada por impacto de una pelota de goma a muy corta distancia. 

Hubo asimismo varios periodistas situados en la parte delantera de la manifestación que sufrieron las consecuencias de la violencia policial, entre ellos, el fotógrafo de Argazki Press Juanan Ruiz, que sufrió el astillamiento de los huesos de un dedo de su mano izquierda por el impacto de una pelota de goma dirgida hacia su cámara. Una redactora, por otra parte, sufrió en el rostro el golpe de un escudo portado por un ertzaina. 

El personal sanitario del centro hospitalario bilbaino, en el que se centralizaron las atenciones, a duras penas pudo atender a los heridos que se sucedieron sin cesar en los momentos posteriores a la actuación de la Ertzaintza. 

En muchos casos, los heridos llegaron al centro hospitalario en coches particulares de amigos y familiares y de otros ciudadanos que se ofrecieron, de manera desinteresada a realizar traslados. Fueron asimismo numerosas las ambulancias que recogieron a contusionados, llegándose a acumular hacia las 19.00 un total de seis vehículos de emergencias en la explanada situada frente a la entrada de Urgencias del Hospital de Basurto. 

Los primeros atendidos fueron dos hombres de mediana edad que se encontraban en la confluencia de Autonomía con Zabalburu en el momento de la primera carga, poco tiempo después de que la cabeza de la manifestación arrancara de Aita Donostia. Ambos presentaban heridas en la cabeza como consecuencia de los poraazos recibidos. Fue tras la segunda carga policial, es decir, a partir de las 18.15, cuando se inició el goteo de heridos que se comenzaron a acumular en Urgencias. 

Dos concejales de la izquierda abertzale que formaban parte del cordón de seguridad, salieron después de ser atendidos de contusiones en diversas partes del cuerpo, con la intención de presentar sendas denuncias en el juzgado. A otro vecino de este mismo municipio le aplicaron seis grapas y un aparatoso vendaje en la cabeza. 

Pero no fueron los integrantes del cordón de seguridad los únicos afectados por las agresiones, ya que el carácter indiscriminado de las cargas provocó que tuvieran que ser atendidos varios septagenarios, hombres y mujeres, en algunos casos con impactos de pelotas de goma en la cabeza. En estos casos, al dárseles el alta hospitalaria, se les recomendó que en los próximos días acudieran a los servicios ambulatarios de sus respectivos pueblos para revisarse las contusiones. 

En la sala de espera de Urgencias, tumbados algunos en camillas, otros sentados en butacas, los restos de sangre en la ropa sucia evidenciaba las consecuencias de la actuación de la Ertzaintza. Algún comentario del personal sanitario daba a entender que la centralización de las atenciones les estaba provocando verdaderos problemas para evitar el colapso. 

Pese a la profesionalidad de quienes atendieron a los heridos, lo cierto es que en algunos casos la espera se prolongó demasiado. Los heridos coincidieron en explicar «lo incomprensible» de la carga policial sufrida, destacando el hecho de que en la manifestación que se desarrollaba con normalidad hasta ese momento, se dieran cita personas de toda edad y condición, incluidos niños y ancianos. Casbe destacar en este contexto ataques de ansiedad sufridos por varios manifestantes en Zabalburu. 

El parte hospitalario de un joven eibarrés, que presentaba al salir del centro hospitalario un total de siete grapas en la cabeza, señalaba que «parece haber sido golpeado por la Policía». Su versión era mucho más contundente. Dos o tres beltzas la emprendieron a golpes con él, una vez que la cabeza de la manifestación se disgregara. 

Una de las preocupaciones de muchos de los que fueron atendidos por sus heridas en el centro hospitalario bilbaino, fue precisamente que en los partes que les entregaban no se especificaba que las heridas se las había producido la Ertzaintza en el el transcurso de la manifestación. Sin embargo, la mayoría de los heridos mostraron su intención de presentar denuncias en los juzgados con motivo de las heridas sufridas, que en muchos casos significarán semanas y hasta meses de baja laboral. Otro joven gasteiztarra se dirigió a los pocos periodistas presentes en Basurto para exigirles que informaran con detalle de lo que se estaba produciendo allí. 

Hacia las 20.00 un vecino de Mutriku salió de Urgencias con una aparatoso vendaje en su hombro izquierdo. Señaló sufrir una luxación y, acompañado de un amigo con el que había acudido ayer a Bilbo, emprendió el camino hacia el juzgado. Como en resto de casos, no podía dar crédito a lo ocurrido «porque nos han machacado sin ningún motivo».

http://www.gara.net/orriak/P15092002/art32392.htm





Gara, 15 de septiembre de 2002 

 

La Ertzaintza responde con decenas de heridos al grito de «Gora Euskal Herria!»

Numerosos traslados al hospital por pelotazos, porrazos y agua lanzada a presion. La Ertzaintza no dejo pasar a la marcha de la plaza de zabalburu y ejecuto el auto de Garzón

El 14 de septiembre de 2002 ha entrado en la historia triste de Euskal Herria. En eso coincidieron los portavoces de los miles y miles de abertzales que se vieron ayer tarde bajo una lluvia de pelotas de goma y agua a presión, una escena no vista en Euskal Herria desde tiempos de Franco.

Aparecieron como los indios en las películas del Oeste, en lo alto de la cuesta que lleva a la Plaza de Zabalburu. El primer ensayo de carga fue a las 17.45, cuando centenares de metros más arriba la marcha había comenzado entre salvas de aplausos. Entonces quien más quien menos pensó que no lo harían, que la Ertzaintza no cargaría contra tal multitud. Y la manifestación avanzó como un ciclón imparable, sin pancarta, sólo con una ikurriña, entre una ovación que no cesaba y con sólo un grito que se repetía: «Euskal Herria aurrera». Al llagar allí, cuatro abogados trataron de conversar con los agentes, pero la decisión estaba tomada. Al filo de las 18.00, el ataque, desconocido en la historia reciente de este país, se consumó por fin. En la primera línea encontraron a tres perso- nas que plantaba cara totalmente desnudas a los peloteros. 

«¡Fuera, fuera, vamos!». El grito lanzado por un mando abrió la estampida. El primer porrazo fue para el letrado Kepa Landa. Un segundo después, cientos de personas estaban contra el suelo intentando refugiarse de los golpes, tapándose la cabeza para que no les alcanzasen los pelotazos o protegiendo a sus hijos y a los ancianos. 

Entonces, una tanqueta se abrió paso para ofrecer una imagen que la mayoría sólo había visto en televisión: una masa de gente pocas veces vista y que no hubo tiempo de medir rociada por un líquido de un extraño color que quemaba los ojos. Pero no era la dictadura de Pinochet, ni la de Franco. 

Sin embargo, entonces ocurrió otra cosa aún más grande: la multitud recuperó la posición, se echó al suelo e improvisó un «No pasarán» recuerdo de otras épocas que se creían superadas. En la primera fila de lo que era la cabeza de la manifestación, uno de los defensores de Euskal Herria sostenía bien alto una ikurriña, empapado pero en pie. 

Las escenas de pánico se sucedían mientras tanto en las calles adyacentes. Cuadrillas de ertzainas embozados hasta los dientes limpiaban de gente a pelotazos las calles Fernández del Campo y General Concha. Los timbres de los portales sonaban pidiendo auxilio. Lo que allí se vivió sólo puede relatarse en primera persona: en la de los ancianos, uno de ellos en silla de ruedas, que trataban de salir del epicentro de la furia policial, en la del hombre presa del terror que proponía romper el cristal de un portal para protegerse, o en la de la madre que calmaba a su pequeño de siete años que había vomitado por el efecto de los extraños gases policiales. 

El ex mahaikide José Luis Elkoro entraba en un bar ayudado por otro veterano militante independentista, Pablo Gorostiaga, alcalde de Laudio. Luego relató que sintió que perdía el ojo por ese agua gaseada que era una pequeña tortura. Las primeras filas de la calle Autonomía eran un paisaje lleno de ojos rojos,muchos por efecto de los gases, y muchos también debido al llanto y la rabia. 

Quienes trataron de encontrar respuesta interpelando a los encapuchados, sólo recibieron más golpes como explicación. Cuando el estruendo de los pelotazos se fue disipando, se escuchó con más nitidez el ''Eusko Gudariak'' que salía de las gargantas de los abertzales concentrados en las primeras filas. A sus espaldas, una columna interminable de gente contemplaba con estupor el chorro y los movimientos de los encapuchados y trataba de buscar noticias. Los teléfonos móviles empezaron a sonar con preocupación para conocer si familiares y amigos estaban heridos. Mientras, las ambulancias comenzaban a trabajar, y en las calles cercanas se veían cada vez más y más barricadas. 

Tras diez minutos de refriega, la Ertzaintza decidió que ya bastaba y dio un paso atrás. Entonces aparecieron los restos del campo de batalla. Alguien se dedicó a apilar casquillos y pelotas ante los uniformados. Las noticias sobre los heridos llegaban de todos lados. Pudo dar gracias quien se salvó. Una de las portavoces de «Gora Euskal Herria!», la periodista Amparo Lasheras, aparecía con un corte en el pie, otro redactor sangraba del brazo tras recibir un porrazo en la avalancha, otra trataba de escribir con un ostensible corte en la mejilla, y un fotógrafo fue trasladado con un dedo roto. 

Pero quienes llegaron a Bilbo con intención de gritar «Gora Euskal Herria!», ya bajo amenaza, ya no estaban dispuestos a ceder terreno. Espontáneamente se fue corriendo la voz: «Todos en el suelo, hasta las siete de la tarde». Faltaban tres cuartos de hora que se consumieron entre temblores, lágrimas de emoción y abrazos como los que recibía Arnaldo Otegi, que se convertía en una especie de mensaje autorreconfortante ante la magnitud de lo ocurrido. Y poco a poco resurgieron de nuevo los gritos de «Euskal Herria aurrera», «Herriak ez du barkatuko» o «PNV, español». 

Y hasta hubo muestras de humor, como los gritos de «A por ellos» con que algunos jalearon a la furgoneta que traía la megafonía y parecía dispuesta a abrirse paso en el cordón armado de Zabalburu. «Así, así, así hasta Madrid», se escuchó un poco después, cuando la Ertzaintza hizo ademán de retirada a sus cuarteles. 

«bajo ningun concepto» 

Jose Ramon Etxebarria, uno de los convocantes, intentó explicar lo poco que se podía explicar. Dijo que el Departamento de Interior del Gobierno de Lakua comunicó a los abogados de «Gora Euskal Herria!» que «no se nos iba a permitir pasar de la Plaza de Zabalburu» y que matizaron, además, que eso se haría efectivo «por cualquier medio». En función de la situación creada, con decenas de miles de personas sometidas al riesgo de una nueva carga a ciegas, los convocantes optaron por celebrar el acto político en ese punto, ante el despliegue armado, y pedir a los abertzales que regresaran a sus casas de forma pacífica, como llegaron a Bilbo. La decisión fue recibida con aplausos, y con los pitos de quienes se resistían a obedecer la orden dada por Garzón y ejecutada por la Ertzaintza. 

Pero aún quedaban motivos para la sorpresa. Por un lado, Interior aseguró que la Ertzaintza había recibido botellazos antes de cargar y explicó que abortó la manifestación por cuestiones de «operatividad» y para evitar daños a los manifestantes. Por otro, Carlos Iturgaiz (PP) reprochó a Lakua que «ha permitido realizar media manifestación». -

http://www.gara.net/orriak/P15092002/art32391.htm

 

 









 

 





Aquí envio un enlace a fotografías sobre la manifestación. Los textos están en ingles.
Ojo, los primeros enlaces sob de publicidad (lencería, etc..) hay que bajar un poco con el cursor.

http://search.news.yahoo.com/search/news?c=news_photos&p=basque

Jorge
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