[unomada-info] texto Yann Moulier revisado

raul raul en sindominio.net
Jue Sep 20 05:53:57 CEST 2001


    Hola a tod en s,

    os enviamos de nuevo el texto de Yann Moulier Boutang con algunas
modificaciones que ha introducido. El texto ha sido publicado el el
miércoles 19 en el diario "L'Humanité". Un abrazo,

    Raúl

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Yann Moulier Boutang
ApocalypseNewYork, después de Génova

Ya después de Génova se produjo un intenso debate. Desde Praga, Québec y

Göteborg, las reuniones masivas anti-G8 se topan con una rigidificación
creciente de los Estados, que militarizan las condiciones de expresión
de un rechazo de la globalización. Con el resultado de todos conocido:
un muerto. ¿Cómo hacer frente a ese chantaje, que reconocemos en la
Cabilia, por ejemplo, y de forma mucho más violenta, de otro modo que no

pase por la «militarización» del combate político, simétrico y de
efectos catastróficos? Pero el debate acerca de Génova se ve
singularmente sobredeterminado por el Apocalypse NewYork.

Si la respuesta militar es absurda y no refleja en absoluto la
composición de las Multitudes que, en Seattle, en Chiapas, han sabido
precisamente aliar la voluntad firme con la inteligencia, lo es también
porque limitar el análisis de las transformaciones del capitalismo
neoliberal a una militarización del poder imperial adolece de una
notable falta de sutileza.

A no ser que desarrollemos la idea, bastante paranoica, de que Estados
Unidos, mandatarios de la potencia imperial, monten el espectáculo del
terrorismo a escala mundial para justificar una represión militar y una
gestión antiterrorista contra el movimiento naciente, hemos de
considerar que, habida cuenta de la guerra realmente simulada y del
hiperterrorismo contra la superpotencia, asistimos al funcionamiento de
otro tipo de estructura. ¿Cuál?

La continuación de la formación de un movimiento mundial en 1999 en
Seattle perturba totalmente el escenario neoliberal de absorción lineal
del segundo y tercer mundos tras la desaparición del socialismo real
como alternativa global a la globalización.

La antiglobalización capitalista se ha desarrollado a enorme velocidad
sobre una ausencia total de alternativa ideológica, conceptual y, diría
yo, carnal, entendida como un cuerpo sin órganos (y por lo tanto
imposible de abatir mediante la destrucción quirúrgica de un órgano
vital). El no a la globalización dispone, gracias a la racionalidad
ecológica de un bosquejo de contraproyecto serio, pero ésta se muestra
aún balbuciente y sin fuerza política a la altura del desafío.

Esto da lugar a una situación peligrosa, que ya se produjo a escala
italiana y europea hacia finales de los años setenta. Peligrosa, porque
el movimiento es capaz de romper el embrague de los cambios de velocidad

que pretende imponer el nuevo capitalismo, pero no consigue aún embragar

con el aumento de la potencia constituyente de otra globalización.

La propulsión del movimiento continúa ganando en extensión, en capacidad

de alcanzar duramente a los objetivos estratégicos del capitalismo
cognitivo (en particular, sus exigencias de nuevas «enclosures», como lo

demuestra la victoria de los países del Sur en el asunto de los
medicamentos genéricos), pero la violencia del poder trata de aspirarle
como un atractor. Llamo atractor a la reducción de la noción de poder
imperial a un refrito de la tesis de la superpotencia imperialista
estadounidense, a la reducción de la medida de la radicalidad o de la
potencia del movimiento a su capacidad de responder al poder global
capitalista.

Son éstas fases en las que la sobredeterminación terrorista interviene
casi sistemáticamente. Cada vez que el movimiento expresa potencia
potencial de la multitud - y lo virtual es el espejo de ese futuro -
interviene el chantaje de la expresión del poder inmediato y devuelve al

limbo la actualización de la potencia múltiple.

Apocalypse New York registra de manera catastrófica el formidable empuje

de la contestación de la potencia imperial (como en las películas de
Hollywood que se han visto realizadas en directo, a una vertiginosa
distancia de la Guerra del Golfo, que no tuvo lugar según San
Baudrillard), pero de manera completamente falseada, desviada, pues los
Palestinos se convierten en Talibanes. La contestación de la
globalización, que detesta el World Trade Center y el Pentágono (el
mercado y el sable) se ve conminada a adherirse a ese paso al acto de la

destrucción.

La catástrofe más seria no sólo atañe a las consecuencias que tendrá el
terrorismo elevado a escala estatal-imperial en términos de represión
«militar» de los movimientos contestatarios, aplastados entre la
sumisión al consenso antiterrorista (arrepentirse, desmacarse, delatar)
y la caída del lado de la rebelión absoluta, demoníaca y demonizada.

O sea, en términos concretos, una disminución o un encogimiento de lo
que el movimiento había comenzado a conquistar tras los «años de
invierno», como los llamaba Félix Guattari.

Atañe, sobre todo, a esa proyección al más alto nivel, a ese
desafío-trampa donde ya no podemos decir, como en Génova, que sólo la
policía crea la provocación. Apocalypse New York es una poderosa
sobredeterminación de Génova. Es una llamada-(licitación) [appel
(d'offre)] de y a todos los «Black Blocks» radicales tanto en el Sur
como en el Norte y entre ambos. Qué peso tiene la tasa Tobin frente a la

tentación de acabar físicamente con el cuartel general-símbolo del
capitalismo globalizador y su brazo armado y policía del mundo. En ambos

casos, la comparación es falsa, pues el WTC y el Pentágono son mucho más

que símbolos y, sin embargo, no son el cuartel general efectivo del
capitalismo mundial, que ante todo carece de divisiones y es
rigurosamente abstracto e inaferrable.

La verdadera provocación, frente a la cual las maniobras de la policía y

del Estado italiano no son sino irrisorias gesticulaciones, es esa
sobredeterminación. Se trata de un virus mucho más temible que aspira a
clonar el movimiento antiglobalización, a rehacer multitudes, «pueblos».

Y pronto tendremos manifestaciones contra el bombardeo de Kabul.

Así, pues, frente a esta situación radicalmente nueva, no podemos
contentarnos con las viejas cantinelas de la provocación y la
manipulación.

¿Qué política para las multitudes en un decorado mitad cartón piedra,
mitad realidad (con efectos especiales, una superproducción digna de la
Guerra de las Galaxias, del Imperio Romano y de verdaderos muertos)?





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