[unomada-info] Porto Alegre: el trabajo de las multitudes
Raúl
raul en sindominio.net
Mar Feb 26 04:31:41 CET 2002
Queridos/as amigos/as de la lista unomada-info:
El texto que os vuelco a continuación ha sido redactado por distintos
asistentes al Foro Social Mundial de Porto Alegre. Presenta un enfoque
distinto al hegemónico acerca del valor y las potencialidades del
reciente encuentro mundial. Aparece además como editorial del próximo
número 8 de "Multitudes" y está prevista su traducción, además del
español, al inglés, el japonés, el coreano y el portugués, de momento.
Un abrazo,
Raúl
Porto Alegre: el trabajo de las multitudes
La escena se presenta perfectamente dividida en dos: por un lado, Nueva
York, el Norte económico, rico y guerrero; por el otro, el Sur cultural,
dividido, pobre y que continuaría anidando el socialismo en su seno,
instalado en uno de los pocos bastiones de la izquierda (el Estado de
Rio Grande do Sul) del país más grande de América Latina, la única
izquierda que, con el Partido de los Trabajadores (PT) y en la persona
de Lula, tendría posibilidades serias de ganar las próximas elecciones.
Todo a apenas mil kilómetros de una Argentina en plena insurrección
antiliberal. Sin que falten, además, discretamente, algunos Estados
europeos hostiles a la hegemonía estadounidense. Así, pues, las cosas
parecen estar claras. Otro mundo es posible. ¡Sigamos todos al PT en
Brasil y a Attac en el resto del mundo! ¡Todos contra la hegemonía
estadounidense, de Kabul a Buenos Aires! ¡Abajo el neoliberalismo!
Imperio
Sólo algunos europeos habrán podido leer en el suplemento de Le Monde
del 27-28 de enero que Imperio era uno de los principales libros de
cabecera de los contestatarios. Sería una feliz sorpresa de ser cierto y
si a la postre lográramos evitar que el nuevo Leviatán de la producción
global y de la moda del logo se apodere de ese libro y neutralice su
potencia subversiva en las redes de comunicación y en las disputas
académicas. Sin embargo, serán precisos mucho trabajo y energía para que
los temas gracias a los cuales podremos librarnos de los viejos hábitos
del socialismo, de la ideología laborista, del antiimperialismo, del
nacionalismo y del tercermundismo se sitúen en el centro del debate. Por
lo demás, tal vez nunca ocupen el «centro», porque no es en éste donde
se expresa la multitud. Lo más interesante para nosotros, así como para
muchos otros, no ha sido el centro de Porto Alegre. Las tribunas
oficiales o las instituciones no hablan el lenguaje de los movimientos
de transformación. Estos se sirven siempre, alegre o cínicamente, de
manera genial y sana, de las guarniciones creadas por los «centros» y de
sus autocomplacencias tan dadas a mirarse el ombligo. Estuvimos en Porto
Alegre , sin haber participado en la organización del encuentro, sin
tener un candidato a la presidencia que vender. Libres, pues.
Formulemos, por consiguiente, un parecer libre, con el corazón reanimado
y la cabeza fría.
¿Cómo podríamos dejar de saludar la potencia de esta reunión, su solo
número de personas en primer lugar, frente a Davos, la diversidad
prodigiosa de los temas abordados y de las lenguas practicadas? El
movimiento de movimientos no está en contra de la globalización, está
por otra globalización, contra su gestión neoliberal.
Llegados a este punto la cosa se complica: en Porto Alegre, se sentía
ese deseo múltiple, colectivo, mucho más que los juegos de poder de los
aparatos, pero ese inmenso llamamiento no ha producido por sí solo una
«revolución molecular»; sólo en parte ha deshecho los bloques molares de
la ideología, de la escena política mediática. Motivada por la legítima
preocupación de evitar los asaltos por parte de los ministros invitados
o autoinvitados, la organización de las sesiones se ha visto entorpecida
por una serie de procedimientos fastidiosos: discursos interminables e
intervenciones a través de papeletas anónimas. Un punto breve o muy
pocas ideas nuevas han merecido los debates políticos sobre la más
candente actualidad, como es el caso de Argentina, a pesar de que
estaban presentes militantes que participan en los piqueteros y en los
cacerolazos. ¡No esperemos gran cosa del «centro»! Otro mundo funciona
ya en el tiempo de Internet, con medios que no recuerdan a la misa
mayor, al banquete republicano deseoso de investidura, a la mediación
apresurada entre movimientos sociales y gobiernos, un mundo que en nada
recuerda al de las manifestaciones sin música. Como sucede en un
congreso académico o político, lo esencial de las conexiones nuevas se
desenvolvía al margen de las sesiones oficiales.
En efecto, ¿cúal es el resultado, el mensaje «autorizado» para aquellos
que no asistieron al propio encuentro de Porto Alegre? Attac Francia se
ha visto confirmada en su papel de animador ideológico esencial,
mientras que el Partido de los Trabajadores (PT) brasileño lo ha sido en
el de escaparate de un socialismo soft o de una revolución light.
Estaban ausentes los malos históricos (Castro, Chávez, Arafat), pero en
cambio hicieron acto de presencia pájaros de cuenta bastante conocidos y
actuales (Chevènement, [Pietro] Folena, algunos ministros, etc...). Por
el contrario, el «centro» no llegó a darse cuenta de que merodeaban
algunos espíritus invisibles, trabando fuerza y amistades en los
pasillos del Foro, en la calle, bajo las carpas del campamento de los
jóvenes o en los asadores: el subcomandante Marcos con el humor, la
burla y la capacidad de dominar el papel del malo de la «comunicación
global», la componente del Norte de Europa, con sus ONGs capaces de
dejar fuera a las poderosas socialdemocracias, una pléyade de centros
sociales italianos (presentes, pero fuera de comisión casi todo el
tiempo), los movimientos de las minorías negras, amerindias, los
contestatarios internos del mastodonte chino. Se podía encontrar
asimismo el espectro de los movimientos sociales africanos que se
manifestaron en el Congreso Mundial Contra el Racismo de 2001 en Durban,
rechazando cada vez más el nacionalismo de los partidos que detentan el
poder, así como los discursos de «liberación nacional».
Entre aquellos invisibles se encontraba también Celso Daniel, animador
clave de la comunidad urbana del Gran ABC de São Paulo, el polo
industrial más importante de América Latina, consejero de Lula. Su
asesinato --¿fue encargado o un banal rapto por dinero? Nadie lo sabe
aún-- no podía llegar en mejor momento para los adversarios del acceso
de Lula a la presidencia de Brasil. Ya sabemos que el presidente Bush ha
expresado las preocupaciones estadounidenses al respecto.
La comunicación: primer frente de batalla
El centro no ha sabido beneficiarse del espíritu de Génova y de Seattle.
Los espejos que ha colocado a su alrededor han erigido una barrera que
ha dejado de lado un montón de cosas buenas que se extendían en la
periferia. Justamente como sucede en Brasil, donde, para aquellos que
están en el centro de la ciudad o en el seno de un partido, los
extrarradios sólo existen cuando se habla de ellos. Pero los
periféricos, los negros de las favelas no participan en la discusión que
les atañe. No acuden al centro y, cuando lo hacen, es para destruirlo.
Resultado: en las ondas, emitidas desde el centro, que retransmitían el
Foro, se ha hablado mucho del socialismo, de la vía nacional al
desarrollo, de la resistencia «soberana» de los Estados-nación a la
globalización. Los grandes ídolos del pasado han sido saludados con
celo. Hemos oído demasiadas peroratas ante las cámaras parlamentarias
por parte de los ministros y presidenciables franceses, belgas e
italianos, que se presentaban para la jura de armas ante el movimiento
social. Al malestar creado por el hecho de que buena parte de la
claraboya audiovisual haya sido ocupada por la cocina institucional y
por un caldo frío de ideologías del siglo pasado, se añade la
circunstancia de que las multinacionales francesas privadas y públicas
(Peugeot, Michelin, Carrefour, Orange, France Télecom, EDF), muy
presentes en Brasil y en Argentina, no son precisamente modelos de
políticas sociales, medioambientales y democráticas en el hemisferio
sur. El hecho de que el discurso lleno de emoción de la madre de Carlo
Giuliani en el acto de apertura del Foro de los jóvenes, así como el
anuncio por parte de Vittorio Agnoletto de los resultados de la
investigación de los jueces sobre Génova, que revela que la policía
disparó 18 balas contra los manifestantes, no hayan sido traducidos al
inglés ni reenviados a la CNN por las agencias de prensa, mientras que
sí lo eran escrupulosamente las palabras insípidas de bienvenida de las
autoridades (que representan a un territorio en el que la policía
dispara y mata todos los días), muestra que la comunicación es el primer
frente de batalla. ¡El ministerio de propaganda del próximo Foro debería
ser deslocalizado a Chiapas! Y el de agitación, allí donde el movimiento
de movimientos sigue su curso.
Otra muestra de pusilanimidad: la cuestión de la violencia constitutiva
del funcionamiento actual de los Estados nacionales del Cono Sur, de la
que apenas se ha hablado. En Brasil, por ejemplo, la criminalidad
provoca 22.000 víctimas al año entre los varones jóvenes. Reina allí una
guerra civil larvada. El Estado de São Paulo ha vivido el año pasado una
revuelta concertada de todas sus prisiones, que ha movilizado a más de
50.000 personas, entre presos y familiares de presos. El gobierno
federal y los grandes medios de comunicación afrontan este problema al
modo de una cruzada por la seguridad (para la cual llega a utilizarse
cínicamente como excusa para la movilización hasta el asesinato de Celso
Daniel), sin que se traten en ningún momento las cuestiones de la
desigualdad social (la mayor del mundo) y racial (la población más pobre
es evidentemente de piel negra) y, sobre todo, sin que las
responsabilidades históricas del Estado brasileño hayan sido traídas a
colación. Otro tanto podría decirse de la presencia de los antiguos
verdugos del régimen militar en los puestos clave del gobierno federal y
de la policía. No otra cosa aprenderemos de las modalidades del
desarrollo nacional en el Sur (en Brasil, en México, en Sudáfrica, pero
también en Israel), mucho antes de la globalización neoliberal. Estos
son los problemas que no han logrado resolver ni las izquierdas
burguesas ni el socialismo obrero blanco y de origen europeo. Invocar al
respecto aquel: «el pueblo unido jamás será vencido» no sirve de mucho.
A todos nos gusta gritar ese lema, pero si no le añadimos algo, como lo
que cantan juntos los argentinos en estos días: «¡Que se vayan todos!»,
corre el riesgo de convertirse en una fuente de malentendidos. Añadir, a
la confusión mental del neoliberalismo, el corporativismo republicano
nacionalista, con una cáscara de antiamericanismo que permita la entrada
sin reservas de los europeos, ¡nein danke, no gracias! Ya lo hemos
probado y no queremos repetirlo.
De ahí que, junto con tantos otros que nos hemos encontrado en los
pasillos del Foro, ya no queramos invocar, como un pensamiento
precocinado, al «pueblo», las «nacionalizaciones», el «Estado fuerte»,
la «unidad de todas las razas», la «defensa incondicional del sector
público» o los «derechos humanos». A tales antiguallas populares y
populistas, contraponemos el concepto de multitud, a pesar de que no
todos estemos de acuerdo sobre su papel político. Este concepto parte de
la composición real (económica, ideológica, organizativa, cultural y
política) que debe afrontar toda perspectiva de transformación social.
El Imperio es la forma de poder que corresponde a esta transformación.
Si la forma del Estado-nación está en crisis, si el socialismo realizado
de los países del Este ha merecido un entierro de primera, la causa no
reside en el neoliberalismo. Han sido, en primer lugar, los embates de
la multitud, de los movimientos moleculares, los responsables de que la
gestión nacionalista se torne cada vez más impotente. El Imperio es el
enemigo de las multitudes, lo que no significa que los viejos
Estados-nación sean nuestros amigos. Desde este punto de vista, sigue
habiendo mucha ambigüedad en el centro del Foro Social Mundial: mucha
retórica populista y nacionalista y poca música global y múltiple, que
resuena por todas partes en los extrarradios. En lo que al debate de
ideas se refiere, queda mucha tela que cortar.
Dinámicas constituyentes
Así, pues, bienvenido sea el debate de ideas, con tal de que no eluda
las dificultades. No es otro el precio de una resistencia creativa y
ofensiva. Las fuerzas vivas que forman la sustancia de Attac, del PT, de
las miles de ONG que han acumulado un capital de inteligencia en
disidencia o incluso en franca secesión, sólo quieren hacer política a
ese precio. No nos hemos cruzado con ellos en el centro, sino en
cualquier otra parte. Hemos podido sentir el formidable desafío que
plantean a aquellos que hacen profesión de reflexionar de manera
metódica, radical y viva. Para muchos otros, si se organiza un esfuerzo
colectivo de pensamiento, el gran viaje «el año que viene a Porto
Alegre» no será un peregrinaje en el que se conmemorarán los recuerdos
momificados de la revolución en el pasado.
Desde este año hemos visto avanzadillas que nos muestran que nuestros
esfuerzos no son inútiles ni aislados. Cada uno de nosotros ha podido
comprobarlo en un taller, una comisión o incluso una sesión plenaria.
Por ejemplo, a iniciativa de la ONG Oxfam
(http://www.oxfaminternational.org) y de Jean-Pierre Berlan (INRA
Francia), la discusión sobre la no-patentabilidad de los organismos
vivos y del software, que constituyen un plato fuerte de la
renegociación del TRIPS (capítulo sobre la propiedad intelectual que el
Norte quiere revisar en las próximas negociaciones de la OMC) ha reunido
a Richard Stallman (Free Software Foundation, EEUU) , William Campos
(agricultor centroamericano) y a Alexandre Buskarin (Universidad de
Moscú), para discutir de un derecho común al acceso al saber y a la
producción de la vida fuera del sistema de las patentes propietarias.
Esta iniciativa está ligada a la propuesta de un tratado para la
compartición del Patrimonio Genético Común (cuyo primer bosquejo de
síntesis ha sido redactado por la fundación de Jeremy Rifkin contra los
OGM) . Un buen ejemplo de poder constituyente manos a la obra.
Confiamos en la capacidad del movimiento de movimientos por otra razón.
Durante el II Foro Social de Porto Alegre se ha celebrado una reunión de
jóvenes que ha constituido una escena muy distinta de la que se
desarrollaba en los locales de la Universidad Católica. 15.000 jóvenes
vinieron de todos los puntos de Brasil, pero también de otros países de
América Latina. Se han oído muy poco las voces provenientes de este Foro
de los jóvenes, sobre todo los ecos del proyecto Intergalaktica y los
del Laboratorio de Resistencia Global. Pese a las dos muertes ligadas a
episodios de robo, el carácter masivo y en parte improvisado de este
campamento de los jóvenes ha impedido que fuera reducido a un Foro de
los «pequeños» o de los micropartidos.
Si nuestro objetivo consiste en liberar el centro, en romper los espejos
(sin lastimarse) para que todos puedan tener un pedazo que permita
reflejar la luz de los demás y no sólo mirarse, tal vez sea preciso dar
mayor cabida a estas dos cuestiones en el centro. Así como pensar más en
los pasillos que en las salas de ceremonia.
El movimiento de los desobedientes
Sucede a veces que la periferia se presenta en pleno «centro». Son los
mejores momentos, aquellos en los que el espacio se hace energía. De tal
suerte que nuestros amigos, invisibles para el Foro, pudieron ser vistos
por todos durante un instante. La protesta contra el Foro Parlamentario,
animada por la numerosísima delegación italiana (750 delegados
registrados) se ha unido a los argentinos, paradójicamente menos
numerosos (si tenemos en cuenta sin duda la proximidad geográfica), pero
portadores a su vez de una dinámica realmente constituyente. Prendido
entre los dos polos constitutivos que surgen, Génova y Buenos Aires, el
«centro» del Foro de Porto Alegre se ha revelado en toda su ambigüedad:
ha mostrado las vicisitudes periféricas de un socialismo desarrollista
demasiado institucional y apegado al pasado como para mermar la potencia
de la globalización capitalista, pero ha permitido trenzar un movimiento
de los movimientos que extrae fuerzas de su propia globalización.
Sin duda, la mayor huella dejada en los espíritus por el Foro
corresponde a la comprensión de que con el drama argentino aparece una
radicalidad más profunda y distinta. La dinámica en curso en este país
no ha sido calibrada lo bastante en los debates oficiales, que se han
contentado con levantar acta del fracaso de las políticas del FMI. En
realidad, los acontecimientos de Argentina han descalificado en lo
sucesivo toda vuelta a las antiguas mediaciones corporativistas o
estatales. La cantinela que tararea la multitud en todas las
manifestaciones masivas («¡Que se vayan todos»!) no podría apropiarse de
mejor manera el espacio de representación del poder para crecer. En las
calles y plazas argentinas, la multitud no se contenta con señalar con
el dedo a las políticas económicas del FMI y del Banco Mundial, apunta
al mismo tiempo al estatismo y a sus redes corporativistas en plena
quiebra. Es una obra sobre un escenario completamente nuevo. Tras la
larga hegemonía del orden corporativista (el fascismo laborista y
sindical del peronismo), tras aquellas del orden estatal de la dictadura
militar y del orden del mercado y de su tecnocracia, el trabajo de la
multitud se presenta como el único principio constituyente. Lejos de
suponer un problema, la fragmentación de la clase obrera y de sus
representaciones sindicales representa la condición de afirmación de una
multiplicidad social que será tanto más capaz de actualizar la crisis
del Estado (incluidas sus fuerzas armadas) en la medida en que pueda
transformar el fracaso de la democracia de las técnicas financieras en
un proceso de democracia radical sin precedentes. Elementos de poder
local, en particular la emisión por las regiones de monedas alternativas
al peso y al dólar, encuentran en las movilizaciones de calle, en las
«asambleas de vecinos» y en las «interbarriales» los espacios públicos
de un trabajo común. No es otro el espacio común que se manifiesta
cuando los mensajeros proporcionan a las manifestaciones
insurreccionales la ayuda de su conocimiento del territorio urbano. Esta
racionalidad inmanente, inmediata, es de hecho la única capaz de cortar
el nudo gordiano de las ecuaciones de la deuda y de los tipos de
interés. Por supuesto, en ello no vemos ningún determinismo. Un enésimo
golpe de fuerza puede reafirmar en cualquier momento el principio del
orden establecido.
Un día de estos, deberemos encaminarnos rumbo al «centro», deberemos
atravesarlo como los manifestantes argentinos que aporrean las cacerolas
o que forman piquetes cuando marchan desde sus extrarradios hacia sus
puntos de encuentro. El trabajo de la multitud, nuestro trabajo o más
bien nuestra actividad, consiste en efectuar la unión de las periferias
para que éstas hagan explotar el «centro», aunque sólo fuera porque no
podemos aceptar que todas las buenas voluntades que se han dedicado a
construir ese gigantesco espacio caótico y ridículo para el movimiento
de los movimientos se queden encerradas dentro. En Argentina, los
habitantes de los barrios acomodados del centro de Buenos Aires han
aprendido de los «piqueteros» a cortar las calles. A su vez, los
«piqueteros» han comprendido la importancia de pensarse al menos como
vecinos. Han bloqueado la red urbana, han transformado su fisionomía de
espacio mercantil en vector de autogobierno. El trabajo de la multitud
o, para ser más precisos, su actividad, consiste en recargar los
espacios y las redes, en reapropiárselos, en reorganizarlos para
reflexionar mejor acerca de los medios concretos de subversión de la
injusticia y de la miseria. Por lo demás, más vale que el «centro» no se
entere de nada. Podría entrarle miedo. Sólo se lo diremos en el último
momento.
Franco Barchiesi, Franco Berardi Bifo, Gianfranco Bettin, Giuseppe
Caccia, Luca Casarini, Giuseppe Cocco, Michael Hardt, Maurizio
Lazzarato, Yann Moulier Boutang, Peter Pal Pelbart, Suely Rolnik,
Tatiana Roque, Denise Sant'Anna, Gerardo Silva (Bolonia, Johannesburg,
Mestre, Nueva York, Padua, París, Rio de Janeiro, São Paulo, Venecia).
Franco Barchiesi enseña sociología en la Universidad de Johannesburgo en
Sudáfrica.
Franco Berardi Bifo dirige una colección en la editorial Luca Sasselli
(Roma). Vive en Bolonia, Italia.
Gianfranco Bettin, del Partido de los Verdes italianos, es teniente de
alcalde del ayuntamiento de Mestre, Italia.
Giuseppe Caccia, del Partido de los Verdes italianos, es teniente de
alcalde de asuntos sociales del ayuntamiento de Venecia.
Luca Casarini es uno de los exponentes de los Centros Sociales del
Noreste italiano.
Giuseppe Cocco enseña sociología y dirige el LabTech en la Universidad
federal de Rio de Janeiro.
Michael Hardt enseña en la Universidad de Duke (Carolina del Norte),
Estados Unidos. Es coautor de Imperio junto a Antonio Negri.
Yann Moulier Boutang es profesor investigador en economía (Universidad
de Bretaña Sur y IEP de París). Anima la revista Multitudes.
Peter Pal Pelbart, filósofo, enseña en la Universidad Católica de São
Paulo, Brasil.
Suely Rolnik, psicoanalista, dirige el Núcleo de Estudios sobre la
Subjetividad Contemporánea, programa de doctorado en la Universidad
Católica de São Paulo, Brasil.
Tatiana Roque enseña matemáticas en la Universidad Federal de Rio de
Janeiro y es directora de programa en el Collège International de
Philosophie.
Denise Sant'Anna dirige el programa de doctorado de Historia en la
Universidad Católica de São Paulo en Brasil y enseña en la École
Pratique de Hautes Études en París.
Gerardo Silva, argentino, es investigador en el LabTech de la
Universidad Federal de Rio de Janeiro.
NOTAS:
1Todos los autores de este texto han participado en el seminario El
trabajo de la multitud, coordinado por el LABTEC y el Programa EPPG
(Universidad Federal de Rio de Janeiro), así como por la asociación
Resistência/Criação (São Paulo). Este seminario ha tenido lugar los días
27 y 28 de enero, continuando en los Docks (Depósito A-7) en el que un
taller de 6 horas ha reunido a 200 personas. Vaya asimismo nuestro
agradecimiento al Labo Idea Eco de la URFJ, al Museu da
Republica/Minc/Iphan. La financiación de esta iniciativa ha corrido a
cargo del CNPQ, el CAPES, el FINEP, la UFRJ y el consulado de Francia en
São Paulo.
2La contribución de Jean-Pierre Berlan aparecerá en un próximo número
de Multitudes.
3http://www.fsf.org
http://www.stallman.org
4Este proyecto de tratado ha recibido el apoyo de 250 organizaciones
en 50 países. Correspondencia en treaty en foet.org.
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