[unomada-info] Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos, de Immanuel Wallerstein
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Mar Mar 2 04:06:44 CET 2004
"Cuestiones de antagonismo", Madrid, Edidiones Akal, febrero de 2004
Capitalismo histórico y
movimientos antisistémicos
La geopolítica y la geocultura del sistema-mundo moderno
Immanuel Wallerstein
En memoria de Terence K. Hopkins
y en honor de su legado
Índice general
Prefacio
Permisos
Introducción
PARTE PRIMERA: HACIA EL ANÁLISIS DE LOS SISTEMAS-MUNDO
1. Etnicidad e integración nacional en África occidental
2. Fanon y la clase revolucionaria
3. Intelectuales radicales en una sociedad liberal
4. África en un mundo capitalista
PARTE SEGUNDA: ANÁLISIS DE LOS SISTEMAS-MUNDO Y CIENCIAS SOCIALES
5. El ascenso y futura decadencia del sistema-mundo capitalista:
conceptos para un análisis comparativo
6. Modernización: requiescat in pace
7. ¿Desarrollo de la sociedad, o desarrollo del sistema-mundo?
8. El análisis de los sistemas-mundo
9. Mantener con firmeza el timón: sobre el método y la unidad de análisis
10. Tiempo y duración: el tercio no excluso, o reflexiones sobre Braudel
y Prigogine
11. ¿Qué fronteras estamos trazando, y a quién situamos en su interior,
cuando demarcamos los límites de la investigación social?
12. Las ciencias sociales y la aspiración a una sociedad justa
PARTE TERCERA: INSTITUCIONES DE LA ECONOMÍA-MUNDO CAPITALISTA
13. Las ondas largas como procesos capitalistas
14. Cadenas mercantiles en la economía-mundo antes de 1800 (con Terence
K. Hopkins)
15. Los hogares como institución de la economía-mundo (con Joan Smith)
16. Las tres hegemonías sucesivas en la historia de la economía-mundo
capitalista
17. La cultura como campo de la batalla ideológica del sistema-mundo
moderno
PARTE CUARTA: FRACTURAS EN EL SISTEMA-MUNDO: RAZA, NACIÓN, CLASE,
ETNICIDAD, GÉNERO
18. La construcción del pueblo: racismo, nacionalismo, etnicidad
19. ¿Existe la India?
20. La formación de las clases en la economía-mundo capitalista
21. La burguesía: concepto y realidad
22. Las tensiones ideológicas del capitalismo: universalismo frente a
racismo y sexismo
23. El eurocentrismo y sus avatares: los dilemas de las ciencias sociales
PARTE QUINTA: RESISTENCIA, ESPERANZA Y ENGAÑOS
24. 1968, una revolución en el sistema-mundo: tesis e interrogantes
25. Las ciencias sociales y el interludio comunista, o interpretaciones
de la historia contemporánea
26. Estados Unidos y el mundo: hoy, ayer, y mañana
27. La agonía del liberalismo. ¿Cabe alguna esperanza de progreso?
28. Paz, estabilidad y legitimación: 1990-2025/2050
29. ¿El fin de qué modernidad?
PARTE SEXTA: DESPUÉS DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001
30. Estados Unidos y el mundo: las Torres Gemelas como metáfora
31. Nuevas revueltas contra el sistema
32. La debilidad estadounidense y la lucha por la hegemonía
Prefacio.
Dediqué mi obra más importante e influyente, The Modern World-System
(vol. I), a Terence K. Hopkins, como reconocimiento de su prolongada
influencia sobre mi obra. En 1974, recordaba los veinte años anteriores;
pero después hubo otras dos décadas de amistad y colaboración. Y ahora
que ya no está entre nosotros, quiero decir que no se ha ido, y que ha
dejado una herencia muy apreciada por quienes lo conocimos bien.
En este libro que recoge ensayos míos escritos durante más de treinta
años, hay muchos otros agradecimientos que quiero hacer públicamente. En
cuanto a mi educación, soy producto del Columbia College y su plan de
enseñanza general, y del Departamento de Sociología de Columbia,
probablemente el más influyente de la sociología mundial durante la
década de 1950, dedicado a la exposición del
estructuralismo-funcionalismo. Mis esfuerzos por sintetizar el
conocimientos procedente de muchas áreas se debe seguramente a la
tradición educativa del Columbia College. Mi relación con el programa de
licenciatura en sociología es más compleja. Soy esencialmente, y fui
desde un comienzo, un hereje en lo que se refiere a las ciencias
sociales. Pero aprendí mucho al tener que lidiar con lo que entonces era
la ortodoxia y siempre ha sido un esfuerzo intelectual serio, y sin duda
llevo la marca de sus enseñanzas.
En Columbia había muchos profesores (de algunos de los cuales fui más
tarde colega) a los que recuerdo como intelectualmente estimulantes y,
por lo tanto, capaces de influir sobre sus alumnos: Mark Van Doren por
su sabiduría y su descaro juguetón, Paul Tillich por sus esfuerzos por
clarificar los vínculos entre opciones morales y preocupaciones
intelectuales, C. Wright Mills por su garbo intelectual y su
predisposición a ir contracorriente, Robert S. Lynd por la seriedad del
compromiso político que mantuvo durante toda su vida, y Daniel Bell,
quien siempre me obligó a afinar mis argumentos para defender mis
diferencias políticas con él.
Luego están los colegas, gente de mi misma edad, con los que compartí mi
itinerario intelectual y con los que (además de con Hopkins) he
discutido, debatido y polemizado durante los últimos treinta años. Tengo
que mencionar a los tres con los que formé «la banda de los cuatro»:
Samir Amin, Giovanni Arrighi y André Gunder Frank. Escribimos dos libros
en común, y he acudido junto a ellos a innumerables coloquios. Solía
decir que estaba acuerdo con cada uno de ellos en un 80 por 100. En los
últimos años este porcentaje ha bajado en lo que se refiere a André
Gunder Frank; pero todos ellos han sido buenos compañeros intelectuales
y personales. Dudo en comenzar a hacer aquí una lista de todos los demás
con los que he trabajado, pero al menos debo señalar a aquéllos con los
que he colaborado extensamente: el desaparecido Otto Kreye en Alemania,
Etienne Balibar en Francia, Pablo González Casanova en México, Anuar
Abdel Malek en Egipto/Francia.
En cuanto a mis alumnos en Columbia, McGill y Binghamton, para mí han
sido una fuente inagotable de estímulo, y la recompensa definitiva por
mi dedicación a la enseñanza. También ahí la lista es muy larga, y me
limitaré a recordar a los cuatro (ya no estudiantes) que me ofrecieron
sobrios y aleccionadores consejos sobre qué incluir en este volumen:
Wally Goldfrank, Bill Martin, Richard Lee y Georgi Derluguian.
Y en primer lugar, aunque la mencione al final, quiero expresar mi
gratitud a Beatrice, que se ha mantenido junto a mí hasta el final en
muchos momentos difíciles y casi siempre me ha dado buenos consejos, a
los que he hecho menos caso de lo que debía. Prometo enmendarme.
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