[unomada-info] Reseña de "La forma-Estado" de Toni Negri
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Dom Mar 7 15:31:41 CET 2004
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Pensamientos de izquierda
La otra orilla
LA FORMA-ESTADO
Antonio Negri
Trad. Raúl Sánchez Cedillo
Akal
Madrid, 2003
458 págs.
Por Verónica Gago
Los artículos de Antonio Negri recopilados en el volumen La forma-Estado
fueron escritos en las décadas del sesenta y del setenta, y editados en
Italia en 1977 con el mismo título.
La investigación de las transformaciones de la forma-Estado es, para
Negri, un trabajo genético y genealógico: consiste en rastrear el origen
de esa forma y, al mismo tiempo, las variaciones desde aquel origen. En
ese tránsito, Negri aclara el propio: su pasaje metodológico (en base a
la lectura de la obra de Carlos Marx) de El Capital a los Grundrisse.
Los ensayos que él declara haber pensado a partir de los años cincuenta
bajo “el uso dialéctico negativo de la teoría” son aquellos aún no
afectados por el “paso práctico” que marca la revolución de 1968. De la
posguerra al ‘68, de El Capital a los Grundrisse: son tránsitos
teórico-prácticos de una misma pregunta: ¿qué hacer? De mostrar la
naturaleza antagonista de la relación de clase, Negri pasa a considerar
cómo la productividad autónoma de clase se manifiesta como subjetividad.
Tal secuencia es lo que liga los artículos y, sobre todo, lo que permite
vislumbrar, desde distintas dimensiones, el punto principal de esta obra
de Negri: la concepción del marxismo como una ontología. Es decir, la
anterioridad de la fuerza del trabajo en la innovación de las formas
sociales, en la valorización del mundo y en la producción de hipótesis
políticas que niegan la subordinación de tal valorización al mando
capitalista. Esto implica la posibilidad de un “afuera” del capital: se
trata de un reconocimiento al poder del trabajo como momento autónomo. A
partir de esta premisa, el análisis se despliega a través de las formas
(Estado) en que el capital logra reconvertir los momentos de crisis de
su dominio en instancias aptas para su violenta reorganización. El
Estado re-acciona al accionar proletario. Su modo de ser es reactivo y
así es como se despliega concretamente la confrontación entre el trabajo
vivo y el trabajo muerto: entre la capacidad productiva obrera (que
Negri se encarga de diferenciar insistentemente del movimiento obrero
oficial del Partido Comunista) y la capacidad de reestructuración y
mistificación del capital.
Sobresalen dos grandes formas en el análisis del filósofo italiano: el
Estado-Plan (o social) y el Estado-Crisis, ubicados en dos momentos que
permiten el paso de situaciones historiográficas a teorizaciones políticas.
La pregunta por el Estado-Social, capaz de la más alta planificación del
trabajo surgido como “respuesta” al Octubre Rojo, remite inmediatamente
a otra: ese Estado que incorpora al trabajo como su principio –político
y organizativo– fundamental: ¿es una paradójica superación de las
premisas socialistas? La constitución de la “sociedad-fábrica” de la que
habla Negri es precisamente el momento en que el trabajo se socializa y
recubre toda la sociedad. Pero el trabajo, en el marco de la
sociedad-fábrica, ya no es equivalente a los intereses proletarios.
Sufre una mutación: se vuelve una categoría burguesa. La generalización
del trabajo –o paradigma del pleno empleo en su versión mistificada– es
aquí el modo de contestación al ciclo revolucionario iniciado en 1848 y
continuado en 1870 y 1917. Es Keynes –dice Negri– quien con su famosa
frase “a largo plazo estamos todos muertos” lanza el más lúcido
“presagio de clase”: la necesidad de recuperar a la clase obrera como
categoría económica alinterior del capital. El desarrollo se convierte
en este momento en la forma de salida de la crisis. De aquí surge un
nudo de problemas fundamentales: ¿cuál es la relación entre las luchas
obreras y el reformismo capitalista?, ¿en qué medida y bajo qué
modalidades uno de estos términos subordina al otro?
Sin embargo, la dinámica post-’68 impone la necesidad de un modelo de
desarrollo que no sea “alternativo” a la crisis sino coherente con ella:
el desarrollo debe volverse el “uso capitalista de la crisis”, es decir,
la neutralización de esos momentos en que el antagonismo del poder del
trabajo desestabiliza al capital. Así, las crisis son los momentos de
salto tecnológico para la integración represiva de la existencia obrera,
en reemplazo de la masiva inclusión salarial. Al mismo tiempo esta nueva
configuración del Estado-Crisis está obligada a dar preeminencia a la
“solución política” de los conflictos, con la destrucción de la
autonomía obrera, con una alianza más estrecha entre Estado y capital.
La paradoja del capital es que debe asumir el momento político
–legitimación– como momento de su autovalorización económica. De aquí
surge para Negri una famosa conceptualización a debatir: la “autonomía
de lo político”. El libro recorre con rigurosidad este debate pasando
por los clásicos de la teoría marxista del estado: Miliband, Poulantzas,
los neogramscianos, Rosdolsky, Sweezy, Hirsch, entre otros.
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