[unomada-info] Diálogo entre Sandro Mezzadra y el Colectivo Situaciones (II)

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Sab Feb 26 15:12:16 CET 2005


http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread


          Diálogo entre Sandro Mezzadra y el Colectivo Situaciones (II)


          Por Lenz


Continuación de la conversación entre Sandro Mezzadra y el Colectivo 
Situaciones 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?sid=05/02/25/200238&mode=thread>, 
que forma el prólogo de Derecho de fuga 
<http://www.altediciones.com/0286.htm>. Parágrafos III ("Globalización 
desde abajo") y IV ("Trabajo vivo migrante").


III. Globalización desde abajo

SM: La manera en que yo entiendo en este trabajo el tema de la 
ciudadanía es muy parecida a esta síntesis de igualdad y no-integración.

CS: En el libro aparece algo de esto con la noción de ciudadano de 
frontera, que es la idea de esta configuración que no se reduce ni al 
país de origen ni al de llegada, sino que es este espacio...

SM: Que hay un espacio que cruza el de ciudadanía, que siempre es 
pensado como un espacio cerrado. Pero el desafío -que está solamente 
planteado- es también preguntarse si esas formas de ciudadanía de 
frontera, en referencia a los migrantes, tienen resonancia con otras 
formas de ciudadanía como ligadas a prácticas que no tienen 
necesariamente que ver con los migrantes, como hablábamos en relación a 
los piqueteros argentinos. Ese es de alguna manera el desafío, la razón 
por la que hablo, en un libro sobre la migración, de la posibilidad de 
ver una continuidad entre los comportamientos de los migrantes y el 
rechazo al trabajo y la fuga de las fábricas, que ha sido una de las 
causas más importantes -y menos reconocida- de la llamada crisis del 
fordismo.

CS: ¿Pero hablar de "ciudadanización" no implica apaciguar un poco el 
potencial de la fuga? ¿No hay aquí un relajamiento del polo de "no 
integración" respecto de la síntesis que acabamos de alcanzar?

SM: Lo que trato de desarrollar son prácticas de deconstrucción de una 
ciudadanía en contra de procesos de estructuración de una ciudadanía 
institucional previa. Y, al mismo tiempo, en contra de las normas de 
funcionamiento de la ciudadanía previa.

La manera en que trato de usar el concepto de ciudadanía parte de que yo 
trabajé bastante el tema desde una perspectiva histórico política. Pero 
-para decirlo claramente-, la palabra ciudadanización que ustedes 
usaron, en Europa se usa mucho también: hay un sector bastante grande de 
movimientos que lanzaron consignas de ciudadanización de los migrantes. 
Y muchas veces, cuando hablo con esos compañeros, ellos toman como 
cierto que estoy de acuerdo con lo que plantean porque hablo de 
ciudadanía, y yo no estoy de acuerdo para nada.

La "ciudadanización" es una consigna que supone la posibilidad de 
resolver de una vez y para siempre los problemas de la migración con una 
inclusión pensada como integración. Y yo digo que hay dos problemas: el 
primero es que no se entiende bien adónde es que los inmigrantes deban 
integrarse y el segundo es que la ciudadanización no tiene en cuenta 
para nada la calidad de las prácticas de ciudadanía de los migrantes, 
que son prácticas que justamente no desarrollan un pedido de integración 
total.

Hay dos procesos de desestructuración de la ciudadanía: un proceso que 
podríamos resumir con el concepto de neoliberalismo (en Europa también 
hay una deconstrucción neoliberal de la ciudadanía), y otro que se 
desarrolla en las prácticas de construcción de ciudadanía que se 
despliega poniendo en discusión la idea misma de integración.

CS: Si vemos cómo suceden las cosas por ejemplo con los movimientos de 
desocupados en Argentina no resulta fácil concebir la universalización 
de los llamado "planes de inclusión" como índice de igualdad: ¿qué haría 
que una generalización de ciertos mecanismos tan mínimos de atención 
merezcan ser tomados como elementos de igualad y no, precisamente, como 
modos de estabilizar una jerarquización insoportable de lo social?

SM: Es muy difícil pensar la realización de la igualdad.

CS: Pero tal vez no sea tan complejo enunciar que la igualdad se afirma 
-como decíamos antes- en procesos concretos de diferenciación, en los 
que la diferenciación (más que el reconocimiento jurídico o económico) 
opera como proceso de actualización de la igualdad . En ese sentido 
hemos percibido tonos diferentes entre el libro y el anexo. En este

último hacés más énfasis en lo que se podría llamar una deriva de 
investigación militante, que tiene más que ver con la formulación de 
hipótesis que surgen en la actividad concreta.

SM: Esto tiene mucho que ver con la perspectiva del anexo, que ha sido 
escrito como una propuesta de trabajo en el marco de la discusión dada 
especialmente con compañeros alemanes (de una red muy interesante de 
migrantes de segunda generación que se llama Kanak Attak). Con ellos 
tenemos el proyecto de escribir un manifiesto sobre el tema de la 
migración, pero no con respuestas políticas. La idea es retomar su 
trabajo desde una perspectiva teórica pero también política y, por 
tanto, elaborando hipótesis, lo que hace que el texto sea pensado como 
una propuesta de investigación militante dirigida a un amplia red de 
trabajo político sobre el tema de la migración que se formó en los 
últimos años en Europa y que -junto con las experiencias de las lucha y 
de autoorganización de los propios migrantes contra el racismo, por los 
papeles y el trabajo- constituye el contexto de mi propio trabajo 
teórico[1] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftn1>.

CS: Hace un rato discutíamos cómo la globalización del capital (o 
globalización "por arriba") produce estriamientos y jerarquías, que se 
ocultan ante la presentación del mundo como una unidad lisa. Ahora bien, 
en el libro desarrollás la noción de una globalización "desde abajo", 
desde las luchas, los movimientos sociales, las migraciones.

¿Cómo evita esta noción de globalidad ese tono abstracto y general con 
que el discurso de lo global ("por arriba") disimula, precisamente, las 
texturas y los relieves reales?

SM: Por un lado debo decir que el concepto de globalización desde abajo 
es para mí muy importante en el nivel teórico. Empezamos a trabajarlo 
alrededor de los hechos de Génova, en julio del 2001, cuando nos parecía 
que el concepto mismo -que había sido introducido por compañeros de los 
EEUU (como por ejemplo Jeremy Brecher)- tenía más posibilidades de 
desarrollo pero también porque abría una nueva imaginación política, 
necesaria ante la calificación del movimiento simplemente como un 
movimiento antiglobal o no-global.

Por otro lado, yo venía trabajando un poco el tema de la globalización 
en un sentido bastante parecido al que Toni Negri y Michael Hardt 
desarrollan en Imperio, es decir, la constitución de los procesos de 
globalización también -y no solamente- como respuesta a un desarrollo de 
movimientos de lucha que criticaron y destruyeron materialmente la 
arquitectura del mundo "nacional". Este es para mí uno de los puntos más 
fuertes de Imperio, con el que más de acuerdo estoy.

Traté, entonces, de hacer trabajar la imagen de la globalización desde 
abajo. Y de hacerlo de acuerdo también con lo que dice Toni Negri sobre 
las luchas y la constitución de un imperio. Aunque el planteo de él me 
parece -como se ha dicho muchas veces- demasiado lineal: "todas las 
luchas que empujan hacia...", y yo creo que el proceso es mucho más 
complejo, mucho más fragmentario, desarrollándose sobre distintos 
niveles. Pero sí creo que no se puede entender la llamada globalización, 
su genealogía, sin tomar en cuenta la contribución del desarrollo de las 
luchas hacia un más allá

de los confines nacionales. Y, en ese sentido, los movimientos 
migratorios han sido una parte importante de esa genealogía de la 
globalización, porque también pueden ser considerados como un desafío a 
los confines nacionales, no tanto como movimientos directamente 
políticos sino como movimientos sociales, como comportamientos sociales 
que empujaron y empujan hacia un mismo cuestionamiento de los 
movimientos sociales.

CS: También a nosotros nos parece que la conceptualización de un proceso 
de pasaje del imperialismo al imperio no se trata de un pasaje 
unilateral, lineal, pero tampoco se trata de un pasaje del que quepa 
decir si es "feliz" o no, o si consiste en un "progreso" o no, porque 
nos enfrentamos, en todos los casos, a modos complejos de articulación 
que comparten el hecho de ser figuras concretas del mando del capital.

SM: Lo comparto, lo que decía de la linealidad va en ese sentido. Además 
está la cuestión de los estados-nación que en el anexo trato de 
desarrollar en una perspectiva bastante esquemática. Yo no diría que los 
estados nacionales están desapareciendo -que es un poco lo que Toni 
Negri tal vez tiende a decir-, no me parece que sea así. Me parece que 
los estados nacionales están viviendo un proceso de transformación 
profunda que redimensiona unas posiciones y reelabora otras. Diría, 
además, que los estados nacionales -también EEUU- tienen procesos que 
desbordan los confines estatales nacionales. Eso es bastante diferente a 
decir que no hay más estados nacionales.

CS: Bueno, pero entonces cabe avanzar aún más en la distinción sobre qué 
se afirma, como concepto, bajo la nominación de "lo global". De hecho, 
parece que estamos llegando a una conclusión sobre esta palabrita: se 
trataría a la vez de un nuevo énfasis, una nueva cualificación que 
emerge como producto de una aceleración de ciertas dinámicas del capital 
y de las luchas, pero también de un proceso ambivalente en donde vemos 
revitalizarse técnicas -nuevas y viejas- de explotación, a la vez que se 
despliegan posibilidades políticas inéditas para la emancipación...

<>SM: Sí me pasó algunas veces de ponerme en la posición de festejar lo 
global. Cuando discuto con gente vinculada a Attac en Italia y en 
Francia, y escucho lo que dicen, la tentación de festejar lo global es 
muy cierta porque ellos vinculan muy estrechamente la crítica de lo 
global a una celebración total de lo nacional -de lo estatal-, y me 
parece que una posición así funciona justamente como un bloqueo fuerte 
ante cada posibilidad de imaginación política. En ese sentido me puede 
pasar, si discuto con Susan George más de cinco minutos, ¡que me ponga a 
hacer apologías de lo global!


IV. Trabajo vivo migrante
CS: Vos trazás una relación entre migración y composición de la fuerza 
de trabajo, o entre trabajo vivo y trabajo migrante. De algún modo el 
rasgo del migrante y los del trabajo precario se identifican entre sí, 
lo que explica hasta qué punto al trabajo migrante no le cabe el prisma 
de la excepción, sino más bien el de la norma. Esta identidad es muy 
interesante porque coloca la cuestión del migrante al interior de la 
propia estructura productiva europea (y ya no como un agente exterior, 
prescindible) pero, a la vez, parece insinuar una vuelta a la retórica 
de base económica para pensar la cuestión del sujeto, restringiendo las 
causalidades a los sitios ocupados en el proceso productivo, lo cual 
garantizaría subjetividades ya constituidas. Pero, de ser así, la 
subjetivación migrante se vería reabsorbida por la subjetividad obrera y 
su politicidad no agregaría nada a los discursos que reducen los 
procesos subjetivos a la economía y delegan la complejidad de la 
política a un sueño de salvación mesiánica que añora el advenimiento del 
sujeto-obrero.

<>

SM: Es otro tema muy complejo. Tomemos la categoría de composición de 
clase o de composición del trabajo vivo, que yo no utilizo ahora porque 
soy conciente de los problemas que conlleva. Como saben, esta categoría 
ha sido trabajada por la tradición del operaísmo italiano[2] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftn2>, 


a la que pertenezco decididamente. Lo que intento es, precisamente, 
llevar estas nociones hacia delante y desarrollar sus ambigüedades. La 
categoría de composición de clase siempre ha sido, en la tradición del 
operaísmo, a la vez analítica y política. Yo diría que ha sido, más en 
la clandestinidad, hipótesis política. Ustedes saben que en la discusión 
clásica del operaísmo se hace una distinción entre la composición 
técnica y la composición política que más o menos refleja la 
ambivalencia de la categoría.

<>
En la manera en que la categoría ha sido trabajada, el problema fue 
siempre buscar un sujeto central -dentro de la composición de clase- que 
pudiera funcionar como motor de la recomposición subjetiva, y que ha 
sido pensada siempre como política, pero como surgiendo desde dentro de 
la composición de clase.

La categoría de composición de clase ha sido trabajada dentro del 
operaísmo, de alguna manera, contra la idea de conciencia. Se podría 
decir que la relación entre composición técnica y composición política 
de clase reemplaza, de alguna manera, a la tradicional relación entre 
"clase en sí" y "clase para sí", es decir, la relación que en el 
marxismo clásico abre el espacio de la conciencia de clase y del partido 
como sujeto separado. En este sentido, me parece que el operaísmo 
produce una innovación muy importante en el pensamiento marxista de lo 
político: lo político ya no es algo separado de los procesos de lucha 
"social" (o "económica"), ya no pertenece a la esfera de la 
"conciencia", sino que se difunde en estos mismo procesos. Pero esta 
nueva conceptualización de lo político tiene mucho que ver también con 
una nueva conceptualización de lo "económico" como tal, del "proceso 
productivo del capital", de una manera que nos lleva -potencialmente- a 
poner en cuestión la representación de los procesos de subjetivación en 
términos de jerarquías construidas simétricamente a las categorías del 
capital.

<>
CS: Y de allí el discurso actual del trabajo inmaterial... <>
SM: La cuestión es compleja e interesante, sobre todo -otra vez- si la 
tomamos en sus reflejos directamente políticos. El intento del 
operaísmo, en todo caso, ha consistido en recolocar la función de 
partido dentro de la composición de clase, pensar la función de partido 
en una dimensión de inmanencia. La categoría de trabajo inmaterial, en 
la perspectiva de Negri y Hardt, por ejemplo, implica colocarse al 
interior de esta problemática: hablar de trabajo inmaterial significa 
ver en el trabajo mismo la centralidad de funciones que han sido 
eminentemente políticas.

En la década del 70 hubo una consigna que como planteo teórico es 
seguramente discutible pero que ilustra bien esa idea: "a la clase la 
estrategia y al partido la táctica".

<>

CS: ¿Y eso se invirtió actualmente? <>

SM: Sí, pero se trabajó siempre buscando lo que sería el componente 
subjetivo de clase más importante, un planteo de jerarquización: en la 
década del 70, el obrero masa[3] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftn3> 
es para el operaísmoel motor de cada posible proceso de subjetivación de 
clase, y esta hipótesis es confirmada por las grandes luchas de fábrica 
-en Italia y en el ciclo internacional- de la fin de la década. Después 
se empieza a hablar del obrero social[4] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftn4> 
-a mediados de la década del 70- y eso complica aún más el asunto, 
porque si se habla del obrero social no es muy fácil encontrar una 
figura subjetiva que pueda ser el motor de la composición. Sin embargo, 
creo que toda la discusión de los

últimos treinta años en el operaísmo italiano ha estado muy marcada por 
la búsqueda de una figura de este tipo. Se propusieron muchísimas 
figuras -hasta el trabajo inmaterial de hoy. Siempre existió la búsqueda 
decidida de una figura central. A mí me parece que incluso en la manera 
en que Toni Negri plantea el tema del trabajo inmaterial todavía hay una 
búsqueda de esa función hegemónica, en razón de la centralidad que el 
trabajo inmaterial tiene en la estructura de la producción social: esta 
búsqueda convive problemáticamente -en su trabajo- con la conciencia de 
que la producción está difundida en todo el tejido social y que, 
entonces, es muy difícil hablar de una posición central.

Yo veo todo esto en distintos niveles. Por un lado, el tema de la 
subsunción formal y la subsunción real[5] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftn5>: 
¿qué sentido tiene seguir discutiendo sobre la centralidad del trabajo 
inmaterial luego de la sugerencia de Paolo Virno según la cual el 
postfordismo[6] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftn6> 
más que implicar un modelo productivo con rasgos propios y exclusivos, 
suscita una "exposición universal de todas las maneras de trabajar" que 
han marcado la historia humana y que (re)emergen ahora a la superficie? 
Por otro lado, en mi propio trabajo intenté elaborar la cuestión del 
trabajo migrante en una dirección distinta de aquella que está marcada 
por la búsqueda de un sujeto central. Traté de decir: el trabajo 
migrante en su condición social representa una cantidad de cualidades, 
de características, que son compartidas por muchísimos trabajadores que 
no son migrantes, lo que no implica de un modo directo considerar que el 
trabajo migrante sí pueda ser el motor de una recomposición de clase. De 
lo que se trata, para mí, es de pensar la cuestión de la composición del 
trabajo vivo más allá de la idea de composición de clase.

<>
CS: Cada uno a su modo, los teóricos italianos del viejo operaísmo 
persisten en su investigación sobre el General Intellect[7] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftn7>. 
Paolo Virno plantea incluso la actualidad de esta noción ya no -como en 
Marx- a partir de una cristalización tecnológica de este intelecto 
general sino más bien al modo de una inmensa cualificación del propio 
cuerpo humano, la mente, y de las redes de cooperación. A tal punto que 
la fuerza productiva actual es comprendida como una extensa trama 
afectiva, intelectual y lingüística. De este modo se produce una 
expansión de la condición obrera sobre el conjunto del cuerpo social 
-toda la deriva de las redes de cooperación afectivo/lingüística-

neutralizando el discurso según el cual con el "fin del trabajo" se 
acaba la lucha política. Porque cuando la fábrica se inmaterializa se 
vuelve, ella misma, social, tendiendo a recubrir la metrópoli entera.

Sin embargo, a veces da la impresión de que la tesis de la "fábrica 
social" o "metropolitana", es trabajada con una cierta nostalgia, de 
modo que la relación vida-trabajo es elaborada según el viejo esquema de 
la subjetivación, cuando la propia tesis de la identidad vida/producción 
es la que hace caer el modo obrerista de considerarla.

Hace unos años Santiago López Petit ha realizado esta crítica a Negri: 
según él -dado que la metrópoli es el escenario en que se producen 
valores, vidas y subjetividades- se trataría de elaborar-investigar los 
modos de politización urbanos -ya no estrictamente obreros- despejando 
toda tentación de hallar un proceso central y unas subjetividades 
revolucionarias latentes en tal o cual esfera de la producción.

Entonces, y tomando en cuenta el punto de vista que venimos 
desarrollando, ¿en qué sentido vale la pena hablar de la figura del 
migrante y del trabajo migrante, como lo hacés en el libro, como "norma" 
más que como "excepción"?, ¿cuál es el alcance político de ese enunciado?

SM: A mí me parece que la cosa pasa -justamente- por tratar de mantener 
juntos los dos niveles del problema: el modo de existencia del migrante, 
por decirlo de una manera muy abstracta (porque es claro que hay muchos 
modos de existencia de los migrantes), tiene una peculiaridad que no se 
puede olvidar y, al mismo tiempo, la manera de vivir del migrante es 
paradigmática justamente porque sobre-expone una característica que es 
al mismo tiempo central para los mecanismos de explotación y de 
valorización del capital. Por eso hay dos niveles que me parecen 
importantes. Para mí, una categoría que sigue siendo fundamental es la 
de explotación, que me lleva a concentrar la atención teórica y política 
sobre los puntos de intersección entre maneras de vida y de trabajo. El 
problema que tengo con Toni Negri -quien también se orienta en este 
sentido- se puede plantear muy bien en relación al modo de pensar el 
espacio. Lo vimos ya sobre el espacio global y ahora reaparece sobre el 
espacio social. Me parece que para Toni Negri el espacio total es un 
espacio liso donde hay convergencia entre modo de vivir y modo de 
trabajar, y por debajo de todo esto está la subjetividad potente del 
trabajo vivo encarnada en trabajadores específicos. Seguramente no logro 
desarrollar mi imagen tan bien como Toni Negri desarrolla la suya, pero 
mi impresión es que hay un espacio que está cruzado por muchas 
trayectorias subjetivas, que hay puntos múltiples de cruce. Y son, 
justamente, estos puntos múltiples de cruce entre modo de vivir y de 
trabajar, entre prácticas de ciudadanía y mecanismos de explotación, los 
que me interesan.

<>
CS: ¿Por qué no aclarás un poco más la cuestión de cómo valoras la 
cuestión de la explotación?

SM: Creo que cuando se habla de explotación se habla de que siempre es 
la fuerza de trabajo lo que está en juego en la determinación de las 
relaciones sociales de dominación. Es decir, que hay explotación tanto 
cuando la fuerza de trabajo se subsume al capital, como cuando la fuerza 
de trabajo no se subsume al capital pero sigue determinando la forma de 
vida del sujeto de la fuerza de trabajo. Las condiciones mismas de 
existencia social de los desocupados, por ejemplo, siguen siendo 
determinadas por el hecho de que su fuerza de trabajo está "en exceso". 
Las condiciones de partida son condiciones que siguen siendo 
determinadas por la norma de valorización del capital, que tiende a 
subsumir toda la existencia social inscribiéndola en una lógica de 
explotación.


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[1] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftnref1> 
Ver el volante producido por el "Frassanito Network" a propósito del 
Forum Social Europeo de Londres: 
www.noborder.org/files/movements_of_migration.pdf

[2] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftnref2> 
El operaísmo italiano u obrerismo

es una corriente del marxismo occidental que se desarrolló en las 
décadas del 60 y 70 al calor de un alza de las luchas obreras italianas 
(con ramificaciones anglosajonas). Uno de sus aportes fundamentales fue 
la tesis según la cual el desarrollo de la fuerza de trabajo anticipa y 
prefigura el del capital fijo, construyendo una articulación invertida 
de la clásica relación entre trabajo vivo y trabajo objetivado (Mario 
Tronti, Obreros y capital, Akal, Madrid, 2001). Esta concepción se fundó 
en una relectura del "Fragmento sobre el sistema automático de máquinas" 
de los Grudrisse

de Marx (Toni Negri, Marx más allá de Marx, Akal, Madrid, 1998). Este 
mismo texto sirvió para articular las visiones objetivistas de la crisis 
con un punto de vista subjetivo, desde donde se leyeron los 
acontecimientos del 68 como revolución del concepto de fuerza de 
trabajo. Tuvo diversas expresiones desde su origen: entre las más 
relevantes figuran las revistas Quaderni Rossi y Classe Operaia y la 
primer organización obrerista de masas estructurada a nivel nacional 
Potere Operaio y, luego, ante su disolución, Autonomia Operaia (Guido 
Borio, Francesca Pozzi, Gigi Roggero, Futuro anteriore. Dai "Quaderni 
Rossi ai Movimenti Globali: ricchezze e limite dell´operaísmo italiano, 
Derive Approdi, Roma, 2002) .

[3] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftnref3> 
El obrero masa forma parte de la periodización del desarrollo 
capitalista que es conceptualizada por el operaísmo italiano en la 
secuencia que va del obrero profesional al obrero masa para llegar, 
actualmente, al obrero social. Si la primer figura responde a la época 
de la manufactura, la segunda se sitúa en el momento de "la gran 
industria" (dividida, a su vez, en dos fases: 1848-1914 y 1918-1968). Se 
caracteriza por el hecho de que el trabajador se convierte en prótesis 
de una maquinaria que se complejiza y masifica en oposición a la fase 
anterior del trabajador artesanal independiente. El obrero masa da 
cuenta de un tipo de trabajador descualificado, que pierde su 
conocimiento del ciclo de la producción a la vez que se inserta en 
procesos productivos altamente complejos y alienantes. La norma de 
consumo corresponde a una producción en masa regulada solamente por la 
capacidad del capital para producir, que alcanza su culminación en la 
fase del fordismo, donde el salario aparece como anticipación de la 
adquisición de los bienes producidos por la industria de masas. El 
intervencionismo estatal garantiza el pleno empleo y la asistencia 
social (Toni Negri, "Interpretación de la situación de clase hoy: 
aspectos metodológicos", en General Intellect, Poder Constituyente, 
Comunismo, Akal, Madrid, 1999).

[4] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftnref4> 
El obrero social es la figura que surge tras la revolución del 68 y que 
inaugura una nueva época caracterizada por el hecho de que la 
cooperación se sitúa antes que la máquina capitalista, como condición 
independiente de la capacidad productiva a la vez que los procesos 
sociales están cada vez más condicionados por la informatización de la 
sociedad. Disminuye la participación del trabajo inmediato (frente a la 
máquina) en la cadena de producción general del valor a favor del obrero 
social como complejo de funciones de cooperación en los procesos de 
trabajo. La época del obrero social permite reivindicar una autonomía de 
masas sustentada en la capacidad real de autovalorización colectiva 
respecto del capital. Incluye una nueva composición técnica del 
proletariado: abstracto, inmaterial, intelectual, con forma polivalente 
y móvil y se corresponde con la extensión de la producción de valor al 
conjunto de la sociedad ("fábrica social"). (Toni Negri,

"Interpretación de la situación de clase hoy: aspectos metodológicos", ídem)

[5] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftnref5> 
La subsunción formal del trabajo en el capital refiere a la 
subordinación funcional de la fuerza de trabajo al proceso de trabajo 
simple, es decir, cuando el capital logra coordinar dicho proceso y 
aumentar el plusvalor por extensión de la jornada laboral; la subsunción 
real, en cambio, refiere a la subordinación producida con la innovación 
tecnológica que implica cada vez más a la fuerza productiva, eliminando 
tiempos muertos a la vez que subordinando nuevos atributos del 
trabajador. La innovación tecnológica metamorfosea la naturaleza del 
proceso de trabajo mismo y apunta a aumentar la plusvalía relativa. 
Desarrolla la capacidad de trabajo socialmente combinada como sujeto de 
producción. (Carlos Marx, El Capital, cap. III, Siglo XXI, Buenos Aires, 
1986). El posfordismo es el capitalismo en el que se desarrolla 
plenamente la subsunción real.

[6] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftnref6> 
El posfordismo según Paolo Virno "se caracteriza por la convivencia de 
los más diversos modelos productivos y, por otro lado, por una 
socialización extralaboral esencialmente homogénea". O, también: se 
trata del capitalismo en épocas de encarnación social del

"general intellect", lo que se manifiesta en la centralidad de la 
comunicación en el proceso de trabajo y de las facultades genéricas de 
la mente en el proceso de producción (Ver Gramática de la multitud, 
Colihue, Buenos Aires, 2003).

[7] 
<http://acp.sindominio.net/article.pl?op=Print&sid=05/02/26/1334211&mode=thread#_ftnref7> 
General Intellect o saber social general es un concepto extraído de los 
Grundrisse de Marx en el citado

"Fragmento...": "El desarrollo del capital fijo revela hasta qué punto 
el general intellect se ha convertido en fuerza productiva inmediata... 
en órganos inmediatos de la práctica social; del proceso vital real" 
(Carlos Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía 
política (Grundrisse) 1857-1858, Siglo XXI, Buenos Aires, 1997). A 
diferencia de Marx, el operaísmo italiano sostiene que el general 
intellect ya no coincide con el capital fijo sino que se presenta como 
trabajo vivo, en el sentido que la conexión contemporánea entre saber y 
producción no se agota en el sistema de máquinas, sino que se articula 
en la cooperación concertada entre hombres y mujeres. De este modo, 
Paolo Virno -por ejemplo- llama intelectualidad de masas "al conjunto 
del trabajo vivo posfordista (y no, se entiende, a cierto grupo 
particularmente calificado del sector terciario) en cuanto depositario 
de competencias cognitivas y comunicativas no objetivables en el sistema 
de máquinas... lo que ocupa un lugar cada vez más sobresaliente es ante 
todo el intelecto en general, o sea las aptitudes más genéricas de la 
mente" (Gramática de la multitud, ídem). Esta lectura de la actualidad 
del general intellect pone en evidencia que el tiempo de trabajo deja de 
ser la medida del valor, cuestionando las propias bases de la sociedad 
salarial (Toni Negri, "Marx y el trabajo: el camino de la desutopía", en 
General Intellect, Poder Constituyente, Comunismo, Akal, Madrid, 1999).


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