[unomada-info] MADRID Y LA ENCUESTA. UN LABORATORIO ABIERTO

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Dom Dic 24 20:22:06 CET 2006



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MADRID Y LA ENCUESTA. UN LABORATORIO ABIERTO
Emmanuel Rodríguez López
Raúl Sánchez Cedillo



"Madrid goes global"



¿Qué Madrid, entre tantas, dominadas por las derrotas históricas, las leyendas pertinaces, las
mistificaciones que acompañan a su conversión en metrópolis? Esa podría ser la pregunta con la que
empezara casi todo lo que se escribiese sobre esta ciudad de cuyos perfiles, tan maleables, tan
poco parece conocerse. Y ciertamente, hay datos suficientes como para que la pregunta sea
capciosamente redundante, como si la propia fuerza y evidencia de lo que sucede se impusiese a
cualquier observador de tendencias urbanas.



Intentando, pues, reconocer esa obviedad y sin complicar mucho la investigación podemos reunir
algunos datos sorprendentes: Madrid (el conjunto de la Comunidad Autónoma) ha pasado de 5,2
millones de habitantes a 6 en tan sólo 5 años (los que median entre 2000 y 2005), tiene más de
800.000 extranjeros empadronados cuando en el año 2000 no alcanzaban los 150.000, crece entre 2 y
5 décimas por encima de la media del resto del país además de tener los salarios brutos más
elevados de toda la península; y es por si fuera poca la ciudad de mayor dinamismo económico de
entre las grandes ciudades europeas de la última década.



Por supuesto, lo que nos interesa es ese Madrid que crece de forma vertiginosa y que amplía
constantemente su área de absorción e influencia, y que lo hace una ciudad, además de próspera y
tendencialemente influyente en contextos regionales e incluso internacionales, un espacio cruel e
incomprensible si no se atiende a las dinámicas que aceleran constantemente su velocidad, ya de
por sí cancerosa.



En cualquier caso, antes de aventurar cualquier hipótesis sobre estas dinámicas, en relación a la
conexión estratégica de Madrid en la economía mundo, a la ventajas comparativas de la ciudad en la
ubicación de centros de poder regionales o internacionales, o a cualquier otra hipótesis de
investigación, por atrevida que sea, debemos quedarnos, para los fines de este artículo, algunos
hechos de partida. Los enumeramos: la transformación de la estructura del empleo y el acusado
proceso de terciarización, el constante aumento de las tasas de actividad y ocupación y por último
la llegada de una nueva oleada migratoria que se ha convertido en el principal factor dinamizador
demográfico de la región además de la principal fuente de nueva fuerza de trabajo.



1,2 millones más de puestos de trabajo, más de 600.000 sólo en los últimos cinco años. Un
acelerado proceso de terciarización de la economía con el 75 % del empleo concentrado en los
servicios, que además ha multiplicado por dos su volumen en términos absolutos desde 1990. El
declive imparable de la industria madrileña de 411.800 trabajadores, entre los que se incluían más
de 200.000 metalúrgicos (que habían sido el bastión del ciclo de luchas obreras que llega hasta
1979 y que todavía ocupó la escena pública en la década de 1980 en las resistencias a la
reconversión), a poco menos de 300.000 en el año 2000.[1] Y por último, la construcción, que en
los últimos 8 años acumula un crecimiento relativo espectacular que le convierte en el segundo
gran sector en empleo de la comunidad, ya por encima de la industria.[2] A todas luces, Madrid y
su hinterland se definen como una metrópolis terciaria en la que el único sector con un peso
relativo destacable en relación con otras estructuras económicas urbanas es la construcción más
que la industria.[3]



"¿Movilización laboral de la población?"



Considerando los índices de actividad y ocupación, se podría recurrir a la imágen de una nueva
movilización general: la tasa de actividad es incluso mayor que la de los años del pleno empleo,
del fordismo franquista, de la época de las gran industria anterior a la crisis de las décadas de
1970 y 1980, cuando el paro llegó a alcanzar cifras por encima del 20 %, y los parados en Madrid
se contaban por encima de los 300.000. De nuevo los crecimientos más espectaculares se han
producido en los últimos diez años: la tasa de actividad, esto es de la relación entre aquellos
que trabajan y buscan empleo frente a los que no lo hacen, es de más del 62 %, al mismo tiempo la
tasa de paro queda ya por debajo del 10 %.[4] Un proceso paralelo a la creación de nuevo empleo y
a la incorporación paulatina pero constante de la mujeres más jóvenes al mercado de trabajo
remunerado, de hecho la tasa de actividad femenina ha pasado del 27,96 % en 1976, al 34,18 en 1990
y 52,32 en 2005.



"El crecimiento exponencial de la ciudad y de la inmigración"



El otro gran factor de transformación ha sido la incorporación de población de origen extranjero,
que carece de la ciudadanía española, y la mayor parte de las veces de la ciudadanía de cualquier
país de la Comunidad Europea (de hecho sólo uno de cada 10 extranjeros procede de un país de la
Unión Europea). Este crecimiento ha adquirido una forma casi geométrica en los últimos 5 años, se
ha convertido el principal dinamo demográfico, y también social, de la metrópolis, y nada apunta
hacia una inmediata recesión de esta tendencia. De hecho la Comunidad Autónoma de Madrid, encargó
en 2002 al Instituto de Estadística de la región un estudio demográfico proyectivo, con resultados
que auguraban para 2017 una población total de unos 6.700.000 habitantes. Previsiones optimistas
para una metrópolis europea (considerados espacios viejos y relativamente poco dinámicos en
términos migratorios), que estimaban en más de un 15 % el crecimiento demográfico total. Un
crecimiento que vendría animado por la inmigración internacional, que sin embargo tendería a
estabilizarse y a disminuir a partir de 2004 situándo el saldo migratorio a finales de la década
en menos de 40.000 personas. Sin embargo, a 1 de enero de 2005 la previsión ya ha sido ampliamente
desbancada[5] la población extranjera supone ya más del 15 % de la población total, y el ritmo de
nuevos ingresos sigue aumentando. Las previsiones pecaron, precisamente, de lo que hace tan sólo 3
años parecía desmesurado, pecaron de conservadoras. La cifra total de la Comunidad de Madrid para
2020, sin incluir la áreas funcionalmente integradas de Guadalajara, Segovia y Toledo, puede
alcanzar los 8 millones de habitantes, y hay ya quien sugiere la «necesidad» de que entre el 40 y
el 50 % de la población activa sea ocupada por la inmigración internacional, ante la «apatía
demográfica de la población nativa».



Evidentemente estas tres tendencias coinciden con las de la propia economía española, beneficiado
sobremanera por las transferencias directas de la Unión de los últimos 15 años y por un
significativo proceso de terciarización y de crecimiento del empleo, significado en su mayor parte
por la movilización y una emergente inmigración de rápido crecimiento. Sin embargo, la
especificidad de Madrid, es que estas tendencias se acusan de forma mucho más significativa que en
cualquier otra metrópolis no ya sólo española, sino peninsular. La siguiente tabla refleja el
crecimiento económico, de población y de renta per capita en todas las áreas metropolitanas con
tamaño mayor a 250.000 habitantes. Dado que estos datos rara vez aparecen desagregados a esos
niveles, se toma como referencia la provincia. Madrid es la provincia que en conjunto presenta
quizás los resultados más explosivos sigues siendo la ciudad de mayor renta per capita, es la que
más ha crecido en términos demográficos, la quinta en términos económicos detrás de las cabeceras
de los archipiélagos, Murcia y Málaga, y de todas las grandes ciudades es la única que mantiene (a
pesar de su fuerte crecimiento demográfico) su posición relativa en términos de PIB per capita.



Hasta aquí pareciera que hubieramos descrito los signos externos del régimen virtuoso de cualquier
gestor de los sueños de prosperidad urbana: alto crecimiento de la economía y del empleo, fuerte
crecimiento demográfico y poderosa atracción de fuerza de trabajo migrante, al tiempo que niveles
de paro bajos y elevado incremento de las rentas. Pero ¿por qué esta nueva «etapa de prosperidad»?
¿Qué la determina, condiciona o limita?



Con el fin de dibujar algunas respuestas sería preciso ordenar las cuestiones en tres grandes
epígrafes. En primer lugar, sería preciso considerar el «Madrid global», esto es, atendiendo a los
factores de especialización estratégica de la ciudad en relación con los flujos financieros y
económicos globales como eje determinante de su crecimiento y de los que llamaríamos su «nueva
centralidad». Y en este sentido tendríamos que apoyarnos en la ya abundante bibliografía sobre el
fenómeno de las «ciudades globales», «ciudades mundo», «ciudad informacional», etc. En un segundo
plano sería precisa una explicación algo más arriesgada que desde los límites de la teoría
económica se adentrara en el terreno de los efectos positivos que las dinámicas sociales y
culturales contenidas en la ciudad tienen en su propia economía. Se dibuja así un nuevo marco de
inteligibilidad de las formas explotación económica de las redes urbanas, que a nuestro juicio
permite una aproximación algo más compleja y crítica a este fenómeno de «prosperidad». En un
tercer plano, y como no podría ser de otra manera, se trataría de cartografiar prospectivamente
las consecuencias de este escenario de crecimiento y explotación, esto es, de dibujar las
«contrageografías metropolitanas», indicando los estrechos límites de la sostenibilidad de la
metrópolis global, trabada por la acusada tendencia a la polarización social entre una nueva élite
profesional conectada a los sectores centrales (aunque no exenta de contradicciones) y un nuevo
subproletariado de los servicios, pero también por el crack down ecológico y antropológico de
estas formas de vida urbana atravesadas por el vértigo de los altos consumos, de las nuevas formas
de explotación y por la precariedad de su propia existencia. Este espacio parece dibujar la
fragilidad de las metrópolis, la materia cristalina en la que se despliegan sus contradicciones,
al tiempo que los posibles marcos de conflicto (tanto en términos de emancipación como de
implosión social) del Madrid del siglo XXI.


"La metrópolis desconocida y sublime"



Ahora hemos de preguntarnos sobre las relaciones entre este proceso de conversión metropolitana de
Madrid y las figuras de la composición política que han escandido los espacios de conflicto y de
recomposición antisistémica en la ciudad en la última década. Figuras plurales, que han podido
acoger, en sus intersecciones, procesos y determinaciones de innovación cultural y de formas de
vida de las nuevas especies del trabajo vivo creativo y cognitivo, como en el caso de las
okupaciones y centros sociales, pero que, a medida que la centralidad metropolitana de la ciudad
se traducía en un crecimiento exponencial de la producción de espacio como externalidades
capitalistas, devastadoras de localizaciones de la memoria, de los rasgos de paisaje que las
soportaban y permitían que se conectaran con flujos y acontecimientos reales de la historia local
y actual, la acción política en la metrópolis madrileña, que por su sola magnitud, por su
centralidad política y su simbolicidad asociada, concentra, junto con Barcelona, Valencia, Bilbao,
etc., el grueso de las iniciativas, conflictos, encuentros de distinta magnitud, ha venido
operando tendencial y paradójicamente al margen, fuera del framework cognitivo, diagramático, que
esta transformación continua impone necesariamente a la misma.



Una vez desestructuradas las comunidades obreras periféricas de la migración interna, que durante
la década de 1970 se reapropiaban de una ciudad que aún no existía, tal un monstruo inorgánico,
carente de sistemas de vivienda, de infraestructuras básicas, de sistemas de transporte, de
equipamientos educativos y sanitarios, etc, y que construyeron una verdadera potencia autónoma de
reapropiación y construcción antagonista de la ciudad, en la década de 1990 la explosión del
movimiento de las okupaciones se enfrentó de lleno con las concatenaciones financieras,
institucionales, enunciativas de este proceso. Junto con las redes del activismo ecológico, y en
los últimos años las cooperativas urbanas de autoproducción y distribución agrícola, a decir
verdad han sido los solos sujetos políticos que han puesto en primer plano la transformación
urbana como dato masivo de poder de mando, de aprisionamiento de los deseos y los cuerpos, de
destrucción de memoria, paisaje y territorio, en definitiva como expresión «naturalizada» de una
forma de vida, completamente subsumida en la movilización total de la vida (por la «propia» vida),
en los «agencements» de espacio y tiempo completamente funcionales a la movilidad de las
mercancías materiales e inmateriales. Y en consecuencia, de esta aprehensión resistencial de lo
sublime metropolitano, de su inabarcable e inasignable potencia de subsunción y
heterodeterminación, se han recortado territorios existenciales colectivos incapaces de romper su
hechizo, el fetichismo capitalista de todos los posibles, el horizonte transcendental de la
impotencia. Madrid pasa así de capital del régimen franquista que destruyó el futuro de la ciudad
a metrópolis en ósmosis continua con los flujos globales de todo tipo. Moloch y desposesión de lo
local por parte del mercado mundial. Para cuyo conjuro de poco sirve la invocación de mitologías
de la derrota, como las de la Madrid antifascista, las de una ciudad cuyos lugares y nombres
evocan la resistencia, porque son ahora un sueño inútil. Tan inútiles y perniciosas como las que
posicionan en el espacio-tiempo imaginario una ciudad obrera, con sus barrios emblemáticos que
conservan lugares de encuentro, memorias locales, tradiciones vivas, cooperaciones no mercantiles,
frente al Madrid de los barrios burgueses y conservadores (barrio de Salamanca, Chamartín, las
zonas residenciales del Norte y del Oeste... ) y de los centros financieros, las zonas céntricas
museificadas y videovigiladas en las que el único comportamiento ciudadano es el consumo de
mercancías. Ese Madrid ya no existe, ni los lugares de su geografía imaginaria conservan las
mismas función, importancia y simbolicidad en la governance metropolitana, ni en ese «pueblo»
tienen cabida esencial las nuevas composiciones migrantes del trabajo y de las cadenas de
enunciación sobre la ciudad.. Ni siquiera la cercanía relativa de la Madrid que producía hegemonía
estética y autoorganización del trabajo creativo y cultural en tiempos ya míticos de la «movida»
de la décadas de 1980 permite engendrar cadenas míticas de una ciudad alternativa y actual, entre
otras razones porque aquel periodo veía una relación entre gobierno municipal, gasto público
welfarista e iniciativa institucional, nuevos mercados de la innovación cultural y la primera
generación de la intelectualidad de masas urbana post-franquista, sencillamente irrepetible. La
Madrid de la «movida», promocionada por su alcalde socialista y por medios de comunicación y
organismos públicos, era un «pueblo» en su estructura y dimensiones, en su complejidad y
heterogeneidad si la comparamos con la megamáquina urbana en constante expansión e interconexión
regional que hoy lleva el mismo nombre. Por añadidura, aquellos iconos de inteligente y cínico
nihilismo, ambivalentes e interesantes, se marchitaron al paso de la afirmación de la nueva
governance urbana agresiva de tipo conservador y neoliberal del PP, hegemónica en Madrid desde
1989 hasta nuestros días.



Estas narraciones recursivas, estos ritornelos y estos fantasmas que no fantasías de una ciudad
ausente y de un medio real distópico y «perdido» permiten la consistencia de comunidades políticas
minoritarias con mayores o menores grados de densidad y espesor biopolítico. Pero común a todas
ellas es la disociación, completamente disfuncional, entre procesos cognitivos y autoorganización
política, entre funciones de autorreferencia y funciones diagramáticas. Dicho de otra manera, la
consistencia crítica de los territorios imaginarios y de las dimensiones de autorreconocimiento en
el espacio urbano, de usos de la materia lingüística, de amistad y enemistad política, de la
organización y los límites del conflicto político en la ciudad, están enemistados con la
producción de nociones comunes en, con, contra, para la metrópolis. Se configura así una especie
de double bind entre la afirmación de la pertenencia a la ciudad irrepresentable y el rechazo de
asumir el desafío, de conocimiento y de imaginación constituyente, de la reapropiación de nexos,
procesos, instituciones de la vida común metropolitana.



Y sin embargo, en los nexos fallidos de subjetivación entre el conocimiento (las nociones
comunes), que sólo en el encuentro de las n singularidades metropolitanas y la estructura de poder
metropolitana tiene lugar, y las mutaciones de agentes de enunciación, de territorios
existenciales colectivos e individuales, del recorte crítico de un para sí precario y
transicional, se juega la cuestión. Dicho de otra manera, y en un plano genérico, los procesos
intermitentes de reapropiación o, mejor dicho, de metamorfosis productiva de las capacidades y
relaciones internas del ser en común, cooperativo, lingüístico, afectivo que subtiende la vida y
su reproducción en la metrópolis –y que han de traducirse necesariamente en una modificación de
cualidad y uso de las potencias comunes del intelecto y el afecto, en su reterritorialización
potente y política, están sin embargo subordinados en este caso a los procesos de antiproducción,
de reterritorialización, de homogénesis de lo complejo y de rechazo de lo excedente en aras de
distintas variantes de transcendencia de la figura y el rostro del colectivo sobre las dimensiones
finitas de las singularidades, o, sin que de ello se desprenda una contradicción mutuamente
excluyente, en aras del «rédito» de sentido y goce de la autorreferencia, que no son ajenos a los
ritornelos de euforia y depresión del «nihilismo» político de las nuevas figuras de agregación
antisistémica. En el interior de estas dimensiones colectivas, la insistencia o la contumacia en
la autoorganización y recombinación de competencias y virtuosismos del trabajo cognitivo, la
insistencia en la autoformación en tanto que dispositivo de potenciamiento, de empowerment
colectivo que permite conocer, reconocer, componer, combatir y ganar, sólo puede ser recibida, en
mayor o menor grado, como una propuesta de «partido», esto es, como la propuesta de construcción
de una máquina «externa», de un dispositivo instrumental para «hacer política», que sin embargo
habrá de desdibujar, descomponer, someter la comunidad a una finalidad externa, a un proyecto,
justamente, «inconcebible». Se trata, por así decirlo, de un autosabotaje de las líneas de
semiotización y reapropiación cognitiva de la metrópolis, que lo es a su vez de forma concomitante
de la metamorfosis que las nuevas composiciones de cuerpos y de sus concatenaciones de enunciación
habrán de operar en las comunidades y en las variedades presentes de subjetivación,
«seleccionadas» en buena medida en los tránsitos de verificación práctica de los nombres comunes
que reúnen y agencian diagramas, máquinas organizativas y conflictos metropolitanos de nuevo tipo.



Sin embargo, este «repudio» de la metrópolis madrileña en el terreno de los mapas cognitivos y
territorios afectivos y de valor que podemos constatar en la distintas especies, sucesivas y/o
coexistentes, de la composición política de las agregaciones antisistémicas madrileñas, se ha
visto sacudido, y en cierto modo falsado, por acontecimientos colectivos que han puesto de
manifiesto dinámicas subterráneas, concatenaciones de cooperación que permiten construir la
hipótesis de un medio de agregación política propiamente metropolitano, de efectos de
actualización (cooperativa, valorativa, organizativa) hipercomplejos y sin embargo extremadamente
concretos. En la memoria están aún reciente los «enjambres» del 13 de marzo de 2004, decisivos,
prudentes, precisos, y al mismo tiempo carentes de la figura de una «voluntad política»
tradicional, imputable, representable. Inasignables a un conjunto político dado, incalculables en
términos de una «relación de fuerzas» en la ciudad –actualizaciones, aglomeraciones intempestivas
de una potencia virtual imprevisible. Pero a su vez los acontecimientos del 13 de marzo remiten a
una sedimentación y acumulación de actos de reapropiación del espacio público durante las
movilizaciones contra la guerra de Irak.



A este respecto resultó fundamental la forma metropolitana de la comunicación política, que
comprendió desde el feed back continuo con los mass media contrarios al gobierno de Aznar, que
hicieron de altavoces y al mismo tiempo inscribieron en la actualidad el disenso y la indignación
contra la guerra en términos sólo relativamente controlados, hasta el desarrollo de una infosfera
metropolitana hecha de blogs, pancartas, publicaciones y radios improvisadas por Internet. Pero,
además de un fenómeno puramente comunicativo e informativo, en aquellos meses de densificación de
una esfera pública metropolitana no resultaba excepcional poder escuchar conversaciones
cotidianas, discusiones sostenidas en las calles y los lugares públicos, sobre la situación de
guerra. Otras experiencias de los últimos años han caminado en este sentido, trayendo al primer
plano a actores inéditos y emergentes, construyendo coaliciones que fueron formándose con arreglo
a los recorridos múltiples de signos y afectos en diferentes localizaciones metropolitanas. Son
ejemplos de ello el «Campamento de la Esperanza» de la comunidad de trabajadores de SINTEL[6] en
2000-2001, que ocupó la principal arteria de Madrid durante casi un año, construyendo un espacio
público inolvidable, pero también el ciclo de encierros en iglesias y edificios públicos por parte
de migrantes sin papeles en el 2001, que consiguió agregar cortes heterogéneos de la composición
política y cultural de la ciudad en una batalla que pasó de lo humanitario a la apuesta por la
autoorganización, y que llegó a ocupar y tensionar el espacio público, con todo en contra esta vez
en las instituciones y en los mass media, durante varios meses[7].



En la última primavera, sin embargo, ha irrumpido en la escena de Madrid y de varias ciudades la
iniciativa de las Sentadas por una vivienda digna[8]. En esta dinámica de protesta autoconvocada y
autoorganizada, que ha tenido una aparición desde un primer momento transmetropolitana, podemos
advertir elementos de madurez de las modalidades de protesta emergente y policéntrica que nos
remiten directamente a las protestas contra la guerra de Irak y al 13 de marzo de 2004. Esta
iniciativa, aún en sus inicios, ha sabido catalizar disposiciones difusas de protesta a través del
uso de anillos de blogs, y ha creado un incipiente mecanismo de concertación y deliberación en red
mediante el uso proliferante de herramientas de trabajo en red como el wiki. Después del
manifiesto marchitamiento de las «convenciones» lingüísticas, procedimentales, institucionales,
que dieron una breve existencia y una débil consistencia a lo que se llamó el «movimiento de
movimientos» en Madrid (aunque es preciso decir que se trató, en el plano de los sujetos políticos
estables y preexistentes, de poco más que un aggiornamento de la «vieja mierda»), encontramos aquí
rasgos de concreción de procesos de transistencia[9], de feed-back cualitativo entre composición
maquínica del trabajo cognitivo precarizado y máquinas organizativas, máquinas de lucha,
expresamente contrapuestos a la lógica de la representación política y de la captura de las
singularidades de protesta por las modalidades fosilizadas de la extrema izquierda madrileña (y no
sólo).


"Conricerca polifónica. Producción de instituciones del común"



La cuestión de la «encuesta», de la «conricerca» en la metrópolis madrileña no se presenta
únicamente como un da capo prescrito por el «reflujo» de la presencia y persistencia de los
movimientos globales en toda Europa, sino que se constituye como un desafío político fundamental
en la medida en que debe contribuir a dislocar afirmativamente el problema, permanente, de la
incapacidad de minorías activas, espacios políticos extraparlamentarios y movimientos emergentes
para constituir espacios públicos, instituciones, dinámicas heterogéneas de intersección y
(re)composición que permitan nombrar y atacar las cuestiones esenciales del común biopolítico de
Madrid.



No es ésta la menor de las tareas, máxime cuando la governance metropolitana de Madrid, en
constante perfeccionamiento y adecuación, no ha hecho sino empezar a poner en marcha los
ensamblajes complejos encaminados a «homologar» a la ciudad como ciudad global en los mercados del
city branding[10]. A este respecto, la derecha del gobierno municipal y autonómico no es más que
unos de los nudos del networking de agencias y empresas que llevan adelante este proyecto, que
comprende un deficit spending descomunal que está transformando las estructuras centrales de
transportes y comunicaciones de la ciudad, dentro de un diseño encaminado, pero no condicionado, a
la consecución de los Juegos Olímpicos de 2016. No sucedió de otra manera en la ciudad pionera de
este proceso, la Barcelona de 1992, inspirada por los consejos de urbanistas y teóricos del city
branding como Jordi Borja[11]. En esta misma tendencia, la forma misma del proyecto de
movilización total productiva por la propia ciudad es concomitante de la producción de espacios
urbanos y arquitectónicos de condensación semiótica y paisajística de los «valores» de la ciudad
por proyectos[12]. Lo que no impide que, por su parte, el ciclo inmobiliario, impulsado por el
ahorro global financiarizado, sea el principal valor de «consenso» de ese bloque financiero,
político y mediático, para el cual resultan fundamental el refrendo, la alianza con la «clase
creativa» como protagonista y principal sujeto de enunciación cultural de la ciudad y agente
activo de la gentrification de las áreas pobres de altísima densidad de migración en el centro y
centro-sur de la ciudad[13]. Los horizontes de crisis y desplome del proyecto Madrid, habida
cuenta de la fragilidad de su diseño, no pueden excluirse ni mucho menos.



Los procesos de conricerca en Madrid deben contribuir al desbaratamiento de este pálido fantasma
de la potencia del común metropolitano, de esta inmensa concertación de la producción de
precariedad e infelicidad de la existencia. Sin embargo, el elenco de cuestiones y problemas
abiertos es inmenso, mientras que los medios son escasos y precarios.



En este marco se recualifican los problemas de la producción de subjetividad que constituye el
leit motiv de todas las modalidades de la conricerca. En primer lugar se nos presenta la necesidad
de una forma metropolitana de la autoorganización de cada singularidad compositiva del trabajo
vivo. Y hemos visto precisamente las dificultades que presentan en el último periodo de la
historia política de la ciudad los nexos, las «sinapsis» entre composición tecno-maquínica y
afectiva de estas singularidades y los procesos de producción de subjetividad. Más allá de
dicotomías entre «objetividad» y «subjetividad», o entre fines del antagonismo y fines de
singularidad individual y/o colectiva autorreferente, nos situamos en el terreno de la producción
de las nociones comunes (del común) del trabajo vivo metropolitano en Madrid. A este respecto la
temática de la producción de subjetividad debe ser capaz de enriquecer, de afinar, en la
construcción polifónica y desde abajo de las categorías, el marco, ontológico, de la biopolítica.
La producción de subjetividad poco tiene que ver con la producción de conciencia de los procesos
productivos metropolitanos, de la asimetría entre común productivo y explotación ontológica del
medio biopolítico. O, dicho de otra manera, la problemática de la conciencia debe especificar el
tipo de subjetivación que accede a la conciencia, y estos planos de subjetivación no son
predecibles a priori. Es ésta la hipercomplejidad del medio biopolítico, en el que las dimensiones
de conciencia (y de enunciación) atañen a planos que atraviesan todas las dimensiones de relación,
de capacidades de afectar y ser afectados, de los cuerpos productivos. La conricerca debe buscar y
privilegiar las distintas ocurrencias de procesos de transistencia entre valor y afecto, entre
máquina y subjetivación, entre «agencements» colectivos de enunciación y nuevas constelaciones
virtuales de la potencia constituyente del común. Entre los nombres y la cosa común, en la
dimensión, ética y decisiva, del acontecimiento.



Los planos de subjetivación, esto es, de recorte de territorios existenciales individuales y/o
colectivos que permiten la consistencia de un para sí precario y siempre en el umbral (ético,
político) de nuevas transformaciones y desterritorializaciones, tienen como universo de referencia
el espacio-tiempo metropolitano y sus infinitos pliegues y discontinuidades. Pero involucran
asimismo dimensiones de corporeidad relativas al rostro, la figura, el género, la percepción de la
alteridad, la proxemia de los cuerpos, etc., que han de ser tenidos en cuenta, cartografiados
conforme a sus gradientes de cambio y metamorfosis. El plan de hibridación de las composiciones
del trabajo vivo no puede prescindir de estos registros pre-personales y micropolíticos,
íntimamente ligados a la persistencia en las composiciones de clase de funciones identitarias de
antiproducción que bloquean constantemente las virtualidades de singularización y provocan los
agujeros negros de implosión de sentido e indefensión ante la transcendencia de las semióticas y
de los módulos de subjetividad capitalistas, agujeros en los que se gestan las figuras del llamado
«mal de la multitud» y la base de masas del fascismo postmoderno. El trabajo sobre estas
dimensiones es más complejo que las figuras dialógicas y cómplices de un «caminar preguntando», y
a este respecto es preciso decir que en Madrid sólo los colectivos que explicitan una posición y
una situación de género han logrado crear las condiciones para que de estas dimensiones se
desprendan focos de enunciación, signos y dispositivos de escucha adecuados a la singularidad de
estos registros[14]. Entramos aquí en la especificidad de los «agencements» situados de
observación que implican los procesos auspiciados de producción de subjetividad concreta,
paradójica, inmanente[15]. Entramos en los dominios de la ontogénesis de la potencia colectiva y
de nuevos modos de marcar y sentir el tiempo. Que involucran además un uso afirmativo, desafiante,
amoroso, de la crueldad inherente a la vida en la subsunción capitalista del tiempo, el lenguaje y
el cuerpo[16], encaminada a privilegiar la heterogénesis de las componentes maquínicas,
lingüísticas, perceptivas, afectivas que, en busca del acontecimiento siempre inopinado, forman el
material de base de la subjetivación.



Sin embargo, la enormidad de las tareas desborda las capacidades reales de las magras minorías
activas que están abriendo este camino en Madrid. Pese a ello cabe conjeturar la complementariedad
de algunos procedimientos, experimentos, dispositivos, proto-instituciones, proyectos dentro de lo
que podríamos denominar una «conricerca polifónica». Se tratar de mantener abiertos, en
intersección y evaluación permanente, un laboratorio policéntrico de las prácticas de rastreo y
encuentro de las emergencias de singularidad en los conjuntos formados de la composición social
productiva de la metrópolis madrileña.



Procedimientos de encuesta-acción, que involucran experimentos con la movilidad laboral y social,
el tiempo y el cuerpo en sufrimiento, presa de nuevas patologías ligadas a las nuevas formas de
explotación. Precarias a la Deriva ha sintetizado en su práctica tres procedimientos: la deriva
junto a los sujetos precarios por los diferentes circuitos espacio temporales de la precariedad
femenina; la grabación y narración de las acciones de deriva, que permite a su vez feed back
autoanalíticos y de elaboración colectiva de la experiencia gracias a los diferentes soportes
(video, cartografía) de registro y comunicación (sitio web, publicaciones); y los talleres y
asambleas que procuran buscar los umbrales de transición hacia momentos de pensamiento colectivo y
de producción común de verdad, y de nuevas incertidumbres[17].



Dispositivos de encuesta y cartografía permanente de la megamáquina metropolitana, de procesos
paralelos de valorización, y fuga, acumulación y conflicto, producción segmentariedad étnica y de
clase, y éxodos subterráneos de las nuevas composiciones (migrantes, cognitarias) del trabajo
vivo, dispositivos de captura e invenciones organizativas e institucionales, como los que está
poniendo en marcha el Observatorio Metropolitano Mad-Madrid[18].



Proyectos de autoformación permanentes y multinivel, capaces de intervenir en las cuencas de
reproducción del trabajo cognitivo y creativo de masas, esto es, en las universidades y redes
institucionales de formación como museos, fundaciones, centros de arte, centros sociales, etc.;
que comprende además dispositivos editoriales, fundamentales para la autoformación de nuevas
generaciones militantes, y redes de distribución y comunicación, un trabajo en el que se empeñan
desde el 2000 iniciativas como la Universidad Nómada y el proyecto editoral Traficantes de
Sueños[19]. Se trata asimismo de producción nuevas instituciones que reúnan la autoorganización
política del trabajo de investigación, la producción de renta y la conquista de derechos desde
abajo y la intervención en los intersticios críticos de la reestructuración permanente de la
formación en la universidad y en los centros de investigación públicos y privados.



Last, but no least, los proyectos de puesta en red en el espacio político europeo de los grupos de
investigación e intervención, inscritos en situaciones de movimiento, sobre los procesos de
precarización de la existencia, nuevos conflictos, geografías de la precariedad, trayectorias
comunes de autoorganización y enunciación políticas, acuñación de nombres comunes de la
experiencia precaria, invención de máquinas de lucha, etc., que forman la base de partida de
proyectos europeos en curso como The ring[20].



Inmenso es sin embargo el no saber que nos acompaña en este trayecto polifónico, pero inmensamente
potente es el pleno de virtualidades que estas prácticas concretas y minoritarias consiguen
discernir, localizar, y tornar disponibles para una pragmática (nueva) de la rebelión y la
metamorfosis constituyente de la metrópolis madrileña.

________


[1]Y con una composición completamente diferente. Las viejas industrias con una alta intensidad de
uso de fuerza de trabajo y capital (como todas las industrias del metal) han dado paso a
industrias de alta composición tecnológica (en las que Madrid tiene los mayores índices de
especialización respecto al resto del Estado), en las que además predominan la figura del técnico
de gestión o de control de procesos sobre las del viejo obrero manual. En este contexto «ir a la
búsqueda del proletariado» es quizás mejor hacerlo en el sector servicios o en la construcción, en
el auge de los servicios personales, que en una industria (que sin duda con presencia de los
viejos sectores y de una infinida de pequeñas y medianas empresas con altos índices de
explotación) es tendencialemente marginal en la composición del empleo.

[2]Estas cifras de la EPA, encuesta por muestreo sobre la población, contrastan en buena medida
con las de la contabilidad regional, que se realiza a partir de los datos producidos por las
unidades económicas. Aunque las tendencias coinciden en ambos casos, las cifras absolutas varían
notablemente especialmente en lo que se refiere al caso de la construcción, debido sobre todo al
recurso al trabajo negro y a la subcontratación.

[3]De hecho el producto interior bruto de la construcción era mayor que cualquier de las ramas del
sector industrial, y prácticamente similar al del conjunto de todo el sector industrial: 8,6 en
2004 en el total de la facturación regional frente al 10,6 % del total de la industria en ese
mismo año. Contabilidad Regional de España. Comunidad de Madrid, INE, 2004.

[4]Al realizar una serie temporal tan amplia con datos de la Encuesta de Población Activa corremos
el riesgo, no pequeño, de reunir datos no homologables. Efectivamente las modificaciones de la
metodología de producción y recuento de datos de la EPA, de 1996 y sobre todo de 2002 (a
instancias de la Comisión Europea introduciendo una definición más exigente de desempleo), hacen
que la cifra de parados esté corregida en 2 puntos porcentuales a la baja, más o menos, en la
cifra recogida para 2005 con respecto al resto de la serie. Para una revisión detallada de este
problema se puede consultar las propias apreciaciones del INE al respecto en su página web
(www.ine.es) y también C. Iglesias Fernández y L. Toharia Cortés, «El mercado de trabajo: un
análisis comparado» en J. L. García Delgado (ed.), Estructura económica de Madrid, Madrid, Civitas
/ Consejería de Economía e Innovación CAM, 2003, pp. 723-728.

[5]Proyección de población de la Comunidad de Madrid 2002-2017, Madrid, Instituto de Estadística
(Consejería de Economía e Innovación Tecnológica), 2004.

[6] Véase, por ejemplo, http://www.elpais.es/suplementos/domingo/20010325/06esperanza.html y
http://www.sintelasociacion.com/.

[7] Véase, sobre este proceso, «Recordando el encierro de San Ambrosio. Entrevista con Paulina
Jiménez», Contrapoder, núm. 6, www.sindominio.net/contrapoder.

[8] Véase, principalmente, http://www.escolar.net/wiki/index.php/Sentada_por_una_vivienda_digna.

[9] Sobre la transistencia, véanse Félix Guattari, Suely Rolnik, Micropolítica, Madrid,
Traficantes de Sueños, p. 285, y sobre todo Félix Guattari, Cartografías esquizoanalíticas,
Buenos Aires, Manantial, pp. 85-88, así como «Transistancialités»,
http://www.revue-chimeres.org/pdf/810526.pdf. «Persistencia / Transistencia: he cambiado el uso de
la palabra «persistencia» varias veces. Ahora veo esto como el modo de existencia
desterritorializado que se instaura entre los flujos y los territorios. «Transistencia» es lo que
se instaura, paralelamente, entre los Phylum y los Universos», Guattari, Rolnik, Micropolíticas,
cit, 370. Dicho de otra manera, la transistencia es, a diferencia de la consistencia (entre
dominios heterogéneos), y de la persistencia (de relaciones entre flujos materiales y lingüísticos
y territorios existenciales), por así decirlo un medio de "ósmosis", de enriquecimiento entre
composiciones "maquínicas" (en este caso de los interfaces "hombre"-máquina del trabajo cognitivo
y las gamas "proposicionales" que les corresponden -enunciación maquínica-) y universos
incorporales de virtualidad, de "valores" (matemática, lógica, afectiva, estética, etc.) que
acompañan siempre al phylum genealógico de las máquinas o, en este caso, de los ensamblajes
maquínicos, históricos e "internos" a la composición de clase en sus genealogías
histórico-técnicas-políticas. Se trata de indicar un término para poder explorar factores que
permiten entender los "saltos", los tránsitos, que "no vienen de un afuera (superestructural)",
entre composición técnica y composición política (en sus modalidades de subjetivación individual y
colectiva).

[10] Véase, a este respecto, Gildo Seisdedos y Pablo Vaggione, «The city branding processes: the
case of Madrid», http://www.isocarp.net/Data/case_studies/658.pdf. Pero también el site de la
ciudad, www.madrid.es.

[11] Véase, por ejemplo, Jordi Borja, «Urbanismo y ciudadanía»,
http://www.bcn.es/publicacions/b_mm/ebmm_civisme/043-050.pdf, y «La ciudad futura como proyecto
colectivo», http://www.bcn.es/publicacions/b_mm/ebmm_forum/110-115cas.pdf.

[12] Véanse, a este respecto, las grandes «actuaciones» urbanísticas en www.madrid.es.

[13] Véase Carolina del Olmo, «Madrid 2012: El papel de los “macroeventos” en la ciudad
capitalista», http://www.lahaine.org/index.php?blog=2&p=5895.

[14] Véase Precarias a la Deriva, A la deriva por los circuitos de la precariedad femenina,
Madrid, Traficantes de Sueños, 2004, disponible en formato .pdf en www.traficantes.net.

[15] Véase Félix Guattari, «Les agencements d’observation», Résonances, núm. 5,
http://www.therapie-familiale.org/resonances/pdf/felixguattari.pdf.

[16] Véase Félix Guattari, Suely Rolnik, Micropolítica, cit., pp. 81, 156.

[17] Véase «De preguntas, ilusiones, enjambres y desiertos. Apuntes sobre investigación y
militancia desde Precarias a la Deriva», Nociones comunes. Experiencias y ensayos entre
investigación y militancia, Madrid, Traficantes de Sueños, Madrid, 2004, pp. 81-92,
http://sindominio.net/traficantes/editorial/librospdf/nociones_comunes.pdf.

[18] http://listas.sindominio.net/mailman/listinfo/observatorio

[19] Véase http://www.sindominio.net/unomada; http://www.gmsmadrid.net y http://www.traficantes.net.

[20] Véase http://www.precarity-map.net y http://listes.rezo.net/mailman/listinfo/thering.

Enlaces relacionados

    * http://usuarios.lycos.es/pete_baumann/Autsoc.htm



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