[unomada-info] Alessandro de Giorgi - El gobierno de la excedencia

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Mie Dic 13 17:24:42 CET 2006


Último libro de Traficantes de Sueños: De Giorgi, El gobierno de la
excedencia. Postfordismo y control de la multitud.

Madrid, 2006, Traficantes de Sueños

http://www.traficantes.net/index.php/trafis/editorial/ultimo_libro_de_traficantes_de_suenos_de_giorgi_el_gobierno_de_la_excedencia*/


Nueva referencia, quizás imprescindible, acerca del giro penal de
nuestra época. Prologado por Toni Negri ya apoyado en un interesante de
Patricia Cabana y J. Brandaritz, la novedad de este libro, es quizás la
de entender las nuevas políticas de control y encarcelamiento de masas
en el contexto de las vastas transformaciones del trabajo y por lo tanto
de su gobernabilidad. Ofrecemos aquí (además de la edición digital que
estará disponible en breve), la introducción de Toni Negri al libro.

___________



  Más allá de los límites de la sociedad de control^


  Toni Negri


El razonamiento es absolutamente lineal: se trata de comprender cómo la
«razón penal» persigue y se transforma de acuerdo con las mutaciones del
contexto social. Diciéndolo brutalmente: se trata de comprender cómo la
«justicia» del Estado se esfuerza en constituir el orden social.
Delineando históricamente la relación entre régimen disciplinario
capitalista y proletariado fordista, De Giorgi empieza, en su último
libro /El gobierno de la excedencia/, reconstruyendo el trasfondo de la
mutación actual. No se trata de una transformación de poco calado:
cuando a comienzos de los años setenta nos encontramos ante la
superación de la situación fordista, la crisis de la penalidad fordista
acompañó a la de la economía política. Se trataba de un salto
cualitativo: a partir de los años setenta, la economía política de la
penalidad fordista se revela completamente inadecuada para describir las
formas de producción de subjetividad que se dibujan en el horizonte del
control social postfordista. Los análisis de la penalidad fordista
descuidaban, de hecho, los procesos de transformación del trabajo,
limitándose a la observación del tratamiento penal del desempleo y del
«no trabajo». /Last but no least/, en esta articulación entra en crisis
el planteamiento marxista clásico de la crítica de la penalidad, tal y
como Rusche y Kirchheimer lo habían propuesto para la edad moderna. Hoy
estamos más allá de este umbral. Partiendo del agotamiento del modelo
industrial fordista, De Giorgi se mueve siguiendo las huellas que deben
llevarle a la definición de un modelo de regulación postfordista de la
penalidad. Su razonamiento define la transición del fordismo al
postfordismo como el paso de un régimen productivo caracterizado por la
carencia (y por el despliegue de un conjunto de estrategias orientadas a
disciplinar la carencia) a un régimen productivo definido por la
excedencia (y por lo tanto por la emergencia de estrategias orientadas
al control de la excedencia). Se trata de un capítulo de la crítica no
sólo de la penalidad sino de las transformaciones del trabajo. Y es muy
interesante ver cómo desde el punto de vista de la crítica de la
penalidad pueden enriquecerse las intuiciones y los lenguajes que
recuerdan la crítica del trabajo: ¡Marx ya nos había enseñado a trabajar
sobre esta cuestión! De hecho, vivimos en un mundo paradójico. La
primera paradoja que encontramos está en el hecho de que el descenso del
«empleo» no equivale en absoluto a la «desaparición del trabajo». Antes
bien, en el postfordismo, el trabajo, entendido como complejo de
acciones, /performances/, prestaciones en todo caso productivas, se
extiende cada vez más, hasta abarcar toda la existencia social. En el
postfordismo, el primer perfil del trabajo se califica por lo tanto como
régimen de la excedencia, desarrollado sobre todo el horizonte de la
vida. Así empieza a configurarse la biopolítica.

En segundo lugar, se tratará de entender cómo la excedencia se articula
en el cuadro de la transformación de la contradicción social que el paso
del fordismo al postfordismo determina. La excedencia puede leerse de
forma doble: «la /excedencia negativa/ se presenta como un complejo de
subjetividades que /exceden la lógica "gubernamental"/, dado que
exaspera la contradicción entre una ciudadanía social todavía fundada
sobre el trabajo y una esfera productiva que progresivamente necesita
del trabajo vivo cada vez en menor medida. Por otra parte, la
/excedencia positiva/ se define como conjunto de subjetividades que
/exceden de la racionalidad capitalista/, dado que exasperan la
contradicción entre una potencialidad productiva ilimitada y cooperativa
y un eje de relaciones de producción que obstruye la autonomía del mando
capitalista, imponiéndole una valoración fundada sobre la competencia».

La separación entre disciplina y biopolítica queda aquí, por lo tanto,
completamente fijada. El problema del gobierno de la penalidad será
entonces el del gobierno de la excedencia. Tres son las modalidades
fundamentales según las cuales se desarrolla este gobierno. La primera,
en el resumen de De Giorgi, es «el riesgo encarcelado». Se refiere a la
nueva invención de clases peligrosas, al encarcelamiento preventivo de
todas las personas que suponen un peligro. Las nuevas estrategias
penales se caracterizan, pues, cada vez más como dispositivos de gestión
del riesgo y de represión preventiva de las poblaciones que son
consideradas portadoras del mismo. El reclutamiento de la población
carcelaria se produce sobre la base de la identificación de clases de
sujetos consideradas potencialmente desviados y peligrosos para el orden
constituido. Una población excedentaria que se pretende almacenar en la
cárcel, al margen de cualquier finalidad reeducativa.

La segunda modalidad de separación entre disciplina y biopolítica se
revela en la construcción de la «metrópolis punitiva». Aquí se
desarrolla completamente la «tolerancia cero». Las calles de la ciudad
se convierten en recorridos del control. Se construye una suerte de
nuevo panóptico y el control del espacio se hace continuo. La ciudad de
las clases peligrosas es recorrida por una serie de instrumentos de
control que operan como pura inhibición de los procesos de interacción
social: el gobierno renuncia a cualquier función positiva, productiva o
transformadora. Así llegamos a un tercer y definitivo marco de las
modalidades de control. De Giorgi lo denomina «la red enmarañada». Se
trata de nuevas formas de control a la altura de las transformaciones
que han atravesado la producción inmaterial. «En consecuencia, aparece
de manera progresiva un control /preventivo/, ya que, a diferencia de la
riqueza material, la inmaterial no puede ser recuperada una vez que
alguien se ha apropiado de ella y la utiliza. Un control /difuso/, ya
que, a diferencia de los recursos materiales, los recursos inmateriales
no se localizan en un espacio determinado, sino que se constituyen como
flujos, redes, éter. Un control /actuarial/, ya que, a diferencia de los
sujetos de la producción material, ubicables y susceptibles de
organización disciplinaria dentro del perímetro de un espacio productivo
definido, la multitud posfordista es una entidad que no se deja reducir
a las formas de singularización típicas de la producción fordista y a
las categorías conceptuales que sobre ella se sustentan. La
productividad fundada sobre el /saber de los muchos/ excede, en
definitiva, el dominio fundado sobre el /no-saber del poder/».

De Giorgi ya nos había mostrado, en su anterior libro —/Tolerancia cero.
Estrategias y prácticas de la sociedad de control/ (Virus, Barcelona,
2005)—, la importancia de la aproximación actuarial en relación con las
nuevas teorías del poder penal. Aquí, en este nuevo libro, el análisis
se extiende y se enriquece con una fortísima fenomenología del contexto
social. La conclusión de De Giorgi, partiendo de esos elementos fuertes
de sociología del derecho penal, es que el control se abre (en la
sociedad postfordista de la producción inmaterial) a modalidades cada
vez más intensas de pura destrucción. Sabemos que De Giorgi está
ampliando su punto de vista hasta identificar la guerra como la última y
la más perfeccionada forma del control. Estamos convencidos de que esta
vía de profundización del análisis es la correcta: resta el problema de
construir formas de resistencia adecuadas. Éstas últimas podrán aparecer
sólo si tenemos presente una última observación de De Giorgi: «La
conservación del orden social parece invocar hoy, de manera insistente,
el despliegue de una racionalidad de control capaz de desarticular
justamente aquellas formas de socialización y cooperación social que en
el pasado fue necesario alimentar en la medida en que constituían el
fundamento de la productividad fordista. Esto se explica en virtud de
que hoy aquellas formas de cooperación escapan constantemente al
control, se sustraen a cualquier cartografía disciplinaria y asumen la
fisonomía de eventos de riesgo, que deben ser prevenidos por cualquier
medio».



Alessandro De Giorgi es uno de esos raros exponentes de una
crimoninología crítica en un tiempo cada vez más conformado por la
lógica de la excepción y la aplicación de leyes especiales contra
enemigos tan indefinidos como ubicuos (el terrorismo, la inmigración
ilegal, las drogas). Sus investigaciones siguen la larga lista de lo que
se podría llamar el obrerismo italiano y sus recientes aportaciones al
movimiento global. Son de especial relevancia sus artículos en Derive
Approddi y en Globalproject, además de sus dos libros, ya publicados en
castellano: el presente volumen y /Tolerancia Cero. Estrategias y
prácticas de control/ (Virus, 2005).


¿Qué relación tiene el nuevo régimen de producción y movilización
laboral con la proliferación de las innovadoras formas de control, con
la multiplicación de los dispositivos de segregación y vigilacia, con el
nuevo encarcelamiento de masas del que hoy somos testigos? Esta podría
ser la pregunta con la que se abriera este libro y todo un proyecto de
discusión sobre la nueva economía política de la pena. /El gobierno de
la excedencia/ avanza una respuesta imprevista y osada. La actual
exacerbación de la rigidez penal, de la lógica de excepción y del clima
mediático del securitismo preventivo, bien pudiera deberse menos a una
capacidad de control totalitario sobre el conjunto de la sociedad, como
a justamente lo contrario. Los poderes podrían estar contemplando una
sociedad que se les escapa más allá de los angúlos ciegos de las redes
de videovigilancia y de la punición preventiva. La identificación del
crimen con grupos de riesgo (migrantes, minorías, jóvenes), la
definitiva selectividad del endurecimiento penal hacia estos grupos y la
definitiva selectividad del endurecimiento penal hacia estos grupos y la
metrópolis punitiva podrían obedecer a una lógica de reducción de la
complejidad, de destrucción de una impensable alianza social (¿la
multitud?), letal para el régimen de acumulación postfordista.





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