[unomada-info] Reinventando la pol�tica: 15M

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Jue Sep 29 10:12:19 CEST 2011


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Reinventando la pol�tica: 15M

MONTSERRAT GALCER�N. Militante social, ensayista y profesora de
Filosof�a
Mi�rcoles 28 de septiembre de 2011.
Dec�an los cl�sicos que nada hay tan improbable e ilusorio como una
revoluci�n antes de que acontezca, ni nada es m�s evidente y necesario
despu�s de que estalle. Sea o no una revoluci�n lo que estamos viviendo,
ya casi ni nos acordamos de c�mo era el mundo antes de que existiera el
15M. Nada era m�s improbable entonces, ni nada nos hace dudar ahora de
que el movimiento continuar�. Es, como dice David Harvey, un rayo de
esperanza y de luz en el horizonte del depredador y salvaje capitalismo
global.

Dos �xitos marcan el presente del movimiento: la constituci�n emergente
de un nuevo actor pol�tico y su efecto en la descomposici�n de la casta
pol�tica dominante. Esos dos elementos nos permiten hablar propiamente
del final de un ciclo pol�tico, aquel que se abri� en este pa�s con la
Transici�n y que en Europa viene marcado por el final de los movimientos
de 1968 en los últimos ‘70. También del inicio del fin del periodo
siguiente: la hegemon�a indiscutida de un neoliberalismo que nos ha
llevado al desastre actual.

Las movilizaciones populares de estos �ltimos meses, empezando por lo
sucedido en los pa�ses del norte de �frica y siguiendo por el �rea
mediterr�nea, Grecia, Portugal y Espa�a marcan la emergencia de un actor
pol�tico multitudinario que ha encontrado en las asambleas populares uno
de los resortes de su acci�n. Los otros son una pr�ctica novedosa en la
comunicaci�n, especialmente en las redes sociales, y una forma de hacer
pol�tica basada en el rechazo de la representaci�n/delegaci�n y la
asunci�n de la capacidad de cada quien para incidir, participar,
reflexionar, aportar, matizar y decidir. Esta pr�ctica produce
empoderamiento y aumenta la pasi�n por lo pol�tico, a mil leguas del
hartazgo y la agitaci�n artificial de los m�tines oficialistas. Se
equivocan quienes piensan que expresa solamente un deseo de mayor
transparencia pol�tica; equivale a un aut�ntico cambio en las formas de
hacer pol�tica que pone en cuesti�n todo el andamiaje de la pol�tica
entendida como gesti�n del poder. Lo que expresa es una clara voluntad
de intervenci�n y de autodefensa, evidenciada en la fuerza de la
desobediencia civil con la que se ocupan plazas y calles en las
asambleas, manifestaciones, concentraciones y acampadas. Estamos en un
movimiento que no le teme a la represi�n policial aun cuando opta, clara
y resueltamente, por formas pac�ficas de confrontaci�n social y
pol�tica. En este sentido supone una aut�ntica mutaci�n.

Correlativo al crecimiento de la agencia social, como si fueran vasos
comunicantes, se desmorona el artificio de la casta pol�tica surgida de
la Transici�n. PP y PSOE se aglutinan como los gestores del capitalismo
global en el Estado, esforz�ndose en reducir las instituciones estatales
a palancas de dominio ‘sobre’ la población. El espectáculo del Congreso
en la votaci�n acelerada de la reforma constitucional lo muestra de modo
inequ�voco: los grupos minoritarios se esfuerzan por separarse de los
dos grandes, temerosos de que les arrastren en sus desafortunadas
medidas, mientras que �stos, con todo tipo de transacciones y
componendas, intentan ofrecer garantías imposibles a unos ‘mercados’ a
los que se resisten a poner nombre. Dicen que esas medidas les
tranquilizarán, pero de ser así –cosa más que dudosa– no será sólo por
haber fijado un l�mite al endeudamiento p�blico sino por la preeminencia
otorgada al pago de la deuda sobre cualquier otro gasto, expl�cito en el
punto 3 del reformado artículo 135 en el que se dice que “el pago –de
los cr�ditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda
pública de las Administraciones– gozará de prioridad absoluta”.

“¿Prioridad absoluta?”. Sin duda esta cláusula pone en cuestión la
soberan�a nacional para acometer aquellos gastos que considere
necesarios incluso, llegado el caso, el impago o la renegociaci�n de la
deuda como han hecho ya algunos pa�ses latinoamericanos. Pero eso no es
todo. A la chita callando los gobernantes est�n cambiando la concepci�n
del Estado, socavando la soberan�a y haci�ndolo funcionar como un
conjunto de procedimientos, reglas e instancias institucionales
encaminadas a garantizar que puedan continuar los negocios privados
rentables desde el punto de vista de los capitales particulares y del
capital en general, en especial el negocio financiero, sin importar si
esa imposici�n repercute en el descenso del gasto p�blico, incluidos los
gastos sociales, y empeora el vivir de la poblaci�n. Ante el dilema de
que algunos pa�ses europeos como Grecia, Irlanda, Portugal o incluso
Espa�a o Italia dejen de pagar la deuda, lo que podr�a provocar una
hipot�tica crisis del euro, o que se reduzcan los gastos, optan sin
vacilar por lo segundo, d�ndole incluso la forma de mandato legal
amparado en la Constituci�n. Las instituciones estatales se convierten
así en palancas decisivas para asegurar los pagos a los acreedores –
grandes instituciones bancarias y fondos de inversión– en detrimento de
sus obligaciones sociales y asistenciales frente al conjunto de la
poblaci�n, bloqueando legalmente cualquier intento de reforma en
beneficio de �sta y garantizando constitucionalmente los intereses de
aqu�llos.

El impago

Sin duda que el impago de la deuda es un problema para el sistema
bancario en su conjunto, especialmente para los propios bancos europeos,
compradores de deuda p�blica. Eso explica que la partida no se juega
s�lo en los territorios nacional-estatales sino en Europa. Los famosos
“dictados de los mercados” y las “imposiciones del tándem
Merkel/Sarkozy” marcan las exigencias de las elites capitalistas
europeas, especialmente los bancos, en la defensa de los negocios
globales y del poder del euro. Su cara visible es el Banco Central
Europeo cuya legislaci�n le permite estar exento de mandato pol�tico
pero cuyas decisiones se imponen a los gobiernos por la v�a econ�mica.

De ah� la importancia de la dimensi�n europea del movimiento y la
apertura de ese nuevo territorio de conflicto. Durante agosto han
emprendido la marcha los grupos de caminantes que a mitad de septiembre
est�n pensando encontrarse en Par�s, para proseguir la marcha hacia
Bruselas. Estas marchas van a visibilizar la dimensi�n europea y
permitir�n confluir a todas las personas de los diferentes pa�ses
focalizando el centro de gobierno de la Uni�n Europea en Bruselas. No se
trata s�lo de coordinarse con el resto de movimientos a escala europea.
Se trata de construir una red pol�tica alternativa que sea capaz de
defender una Europa social.

No podemos olvidar que tampoco ellos los representan, que por boca de
Sarkozy o de Merkel no hablan las poblaciones de Francia o de Alemania
sino el poder de sus élites capitalistas globales. Sólo ‘indignando’ a
toda Europa podremos enfrentarnos a ellas.

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