[Presos] Comunicado de Marco Camenisch

stefanari stefanari at interfree.it
Mon Jul 29 21:14:29 CEST 2002


Comunicado de Marco Camenisch

Traslado del abajo firmante al hospital universitario de Zurigo - hacia el 
Instituto diagnóstico de Radiología- para efectuar la resonancia magnética 
al abdomen a las 15:30 horas del 1 de julio de 2002

A las  14:30 horas abandono la celda y en la planta baja me esperan 2 
policias de paisano y 3 o 4 uniformados de la policia cantonal de Zurigo.
Informo, al agente de paisano que se comporta como jefe de la escolta, que 
casi media hora antes del control clínico tengo que tomar el agua que llevo 
atrás, en una botella de plástico, ya que la vejiga tendría que estar llena 
para el control. Entrego al agente la cita de la clínica universitaria, con 
las indicaciones relativas. En el caso en que me pondrian las cadenas a los 
pies, pido que para el recorrido en la clinica, probablemente largo, se 
organice una silla de ruedas. El agente me dice que no tengo que 
preocuparme, que se ocuparán ellos de eso.
Me ponen las esposas con las manos atrás a la espalda y me ponen la cadena 
en los pies. De los contactos vía radio, llego a percibir que el 
dispositivo de seguridad será mayor de lo visible. Con las cadenas a los 
pies, la altura entre el suelo y el furgón (sin estribo de coche) no se 
puede superar con un paso; por eso estoy obligado a arrodillarme sobre el 
piso del furgón y subir así de alguna manera con las manos atrás, a la 
espalda para llegar al asiento. Me informan que el trayecto durará casi 20 
minutos.
La ventilación de la jaula para los detenidos, desprovista de aberturas o 
ventanillas, no funciona.
Al llegar, probablemente en el patio de una comisaria de Zurigo, abren la 
puerta de atrás del furgón y la puerta interna con rejas; me informan que 
tendremos que esperar hasta la exacta terminación del control. Un agente me 
lleva la botella a la boca para tomar, y yo le pido que me ponga las 
esposas con las manos en adelante. El jefe de la escolta rechaza ese pedido 
y dice "Usted sabe como funciona", y yo le contesto "Cierto, estoy en 
prisión desde hace más de 12-14 años, pero nunca con las cadenas a los pies 
y las esposas atrás a la espalda". El agente contesta "Usted conoce su 
reputación", y yo le digo que ese tipo de esposamiento/encadenamiento es un 
humillante maltrato típico de los métodos fascistas americanos y suizos, 
siendo innecesario con tal despliegue militar y supranumérico. "Asi o nada" 
dice el agente. Y yo vacío la botella que tiene el segundo agente de 
paisano.
No me niego, imposibilitado a poner en cuestion livianamente la necesidad 
del control médico con un rechazo coherente.
Hasta la salida la puerta de atrás del furgón viene dejada abierta por 
ventilacion, obviamente con la puerta de rejas interna cerrada y bajo 
custodia.
Luego de una espera, casi a las 15,30 el jefe de la escolta me informa que 
estamos llegando al control.
Bajando delante del hospital, supongo hacia la entrada principal, tengo que 
sentarme en el piso del vehiculo y, poniendo las manos esposadas por atrás 
antes sobre el asiento y luego sobre el piso y sobre la cola, arranco 
afuera del furgón. Arrodillarse es peligroso (caida) y doloroso por las 
lesiones que tengo en las piernas y en las rodillas, provocadas por armas 
de fuego.
El jefe de la escolta me informa que lamentablemente no hay disponibilidad 
de sillas de ruedas, pero que el camino será breve. El camino desde la 
planta baja al ascensor y del ascensor al piso C, hasta la radiología  
revela ser largo, más aún con las cadenas a los pies que no permiten hacer 
pasos, sino sólo unos pequeños pasitos ridículos. Los anillos en los 
tobillos no me hacen mal, ya que preventivamente me puse tres pares de 
medias.
La escolta visible de agentes hombres y una mujer, en paisano y 
uniformados, está compuesta, por lo menos,  por 8 agentes.
En la radiología yo pido nuevamente que me saquen las esposas o que por lo 
menos me las pongan en adelante, ya que para efectuar la resonancia hay que 
acostarse sobre la espalda y que son necasarias unas torsiones para poder 
realizar unas exploraciones también desde atrás, a la altura de los 
riñones. De esta manera, además, no se perjudica la correcta respiración y 
las contenciones de la respiración necesarias.
Los agentes preguntan al médico si seria necesario, éste contesta que dadas 
las condiciones hará lo que pueda. Yo tendría que levantarme la remera, y 
digo que sería también necesario bajarme los pantalones y que por cierto no 
permitiré a ningún policía poner las manos en mis pantalones. Pero aquí en  
Suiza no es necesario bajarse los pantalones. Siempre por la misma 
necesidad, antes referida, me acuesto sobre la espalda, o sea sobre los 
brazos y las manos atadas por atrás y sobre las esposas, buscando de 
asomarlas lo más posible desde el lado izquierdo. Antes informo al médico 
sobre las patologías que hay que controlar: varicocele, angioma hepático, 
tumor en la glándula suprarrenal derecha. "No me compete eso del 
varicocele, aquí está escrito sólo lo del riñon, puedo controlar aun el 
hígado" dice el médico. Contesto por segunda vez que ya hice varias veces 
el mismo control como detenido especial en Italia, sin esposas ya que de 
otra manera ese control no se puede efectuar correctamente. El jefe de la 
escolta dice "No hay nada para discutir". Yo le digo que es una porqueria 
fascista.
El control dura casi 20 minutos, el médico explora los organos desde el 
alto y un lado sobre una superficie corpórea mucho menor que en los 
precedentes controles. Las esposas cortan los brazos y las manos sobre la 
espalda desnuda y yo me tuerzo por los fuertes dolores, mientras el médico 
me dice que debo estar quieto.
Antes del regreso no tengo la necesidad de ir al baño.
Regreso sin ventilacion y mojado de sudor; pienso en los 300 animales que 
murieron hace poco en el calor de la ventilacion averiada, cerca de 
Pfaffikon, y que las porquerias fascistas  de la justicia suiza no son 
porquerias sino humanerias.
Llego en Pfaffikon, y me sacan esposas y cadena. Pido al jefe de la escolta 
si él es el jefe del grupo, y él lo confirma. Le pido que me de su nombre y 
grado de servicio. Con poca seguridad, me pide el por qué, y yo no 
contesto. Luego me dice que sabré su nombre, pero no ahora. Yo le digo que 
él, el señor anónimo, recibirá noticias mías.
Los carceleros que me esperan me preguntan si tengo problemas. Yo les 
pregunto cuán alta es la temperatura exterior: hay 28 °C.

1) La jaula para los detenidos del furgón sin ventilación, ni de ida ni en 
la vuelta, es de chapa, larga dos asientos, ancha cuanto el furgon y alta 
poco menos de 1,5 metros. Unica abertura: un hueco de ventilacion del 
diametro de casi 20 cm. con varias capas de redecilla espesa y una 
cobertura de chapa. Saliendo afuera los 28 °C parecian frios.
2) Viajar con las esposas por atrás es una tortura por la postura 
extremamente incomoda y porque las esposas cortan las muñecas. Muy 
alarmante es también el peligro mayor, de herirse en caso de accidentes. No 
es posible protejerse instintivamente la cabeza y el torax con los brazos y 
las manos. No existe una protección a la altura de la cabeza, excepto una 
pequeña porción que al máximo puede proteger en el caso de un choque leve. 
En el caso de un accidente grave la persona puede ser arrojada en varias 
direcciones.
3) En las repetidas ocasiones de controles con la resonancia magnetica los 
médicos, si la escolta no les prevenia, siempre pedían con determinacion  
sacar las esposas que, entre otro, estaban exclusivamente por delante; de 
otra manera el control no se hubiera podido efectuar. El control de las 
regiones del riñones y del hígado siempre fue realizado con exploraciones 
de superificies más grandes del abdomen, delante, de lado y de atrás y en 
manera diligente. La exploración efectuada hoy, en Zurigo, se hizo sin 
bajar los pantalones, mientras antes eso siempre sucedió, y explorando 
superficies mucho más pequeñas omitiendo la exploración de la espalda, a 
nivel de la región de los riñones.
4) Hay que preguntarse si el médico absolvió su deber deontológico no 
imponiendo las condiciones necesarias para un control correcto y, por 
consiguiente, no efecutando el control correctamente, según mejor 
conocimiento y conciencia.
5) Es evidente la resposabilidad del jefe de la escolta por el trato 
inhumano, humillante; provocando dolores y el conciente y premeditado 
impedimento de un correcto tratamiento sanitario.
6) No es secundario el hecho que las cadenas a los pies que obligan a una 
marcha ridícula, lenta y fatigosa, puestas para atravesar un espacio 
público de dimensiones notables y frecuentado bajo una escolta 
espectacular, son una no deseada pero si aceptada exhibición de un preso, 
equivalente a la picota medieval.
7) El control no es fiable en lo concreto también porque, por  reposar con 
todo el peso del abdomen sobre los brazos esposados, uno está obligado en 
encorvar perennemente la espalda, contrayendo siempre todos los músculos 
del abdomen y de la espalda con la consiguiente deformación y presión sobre 
los órganos. Es dudoso que en dichas condiciones las mediciones de los 
tumores con la resonancia magnetica puedan resultar atendibles.

Ruego la difusión del presente comunicado también a las organizaciones de 
derechos humanos

Queridos saludos, marco
carcel de Pfaffikon, horas 17, 1 de julio de 2002



Marco Camenisch, nacido el 21.01.1952 en Schiers (Suiza), con dos años de 
detencion en el 1979-1981 en la Suiza, casi 11 años de cárcel especial en 
Italia desde el 1991 hasta el 2002, está actualmente detenido en espera de 
juico en la carcel de Pfaffikon.


Marco Camenisch
Hörnlistrasse, 55
8330 Pfäffikon
Switzerland





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