[unomada-info] Publicación de "De la esclavitud al trabajo asalariado", de Yann Moulier Boutang

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Mie Nov 1 20:47:28 CET 2006


Ediciones Akal, Cuestiones de antagonismo
De la esclavitud al trabajo asalariado


  Economía histórica del trabajo asalariado embridado

 

 

Yann Moulier Boutang

 

 

Traducción:

Beñat Baltza Alvarez

Marisa Pérez Colina

Raúl Sánchez Cedillo

Edición: Carlos Prieto del Campo


Índice general

 

Advertencia a la edición 
francesa.......................................................................

Advertencia a la presente 
edición......................................................................

Prefacio a la presente edición, por Antonio Negri

 

Libro I: De la política migratoria a la cuestión del control de la 
movilidad: primeras hipótesis fundamentales

 

Capítulo 1. El continente del derecho a la 
fuga......................................................

 

Capítulo 2. De la economía de las leyes en general y de la movilidad en 
particular: consideraciones 
metodológicas...........................................................................

 


  Capítulo 3. Las migraciones internacionales o la rigidez a la baja de
  la división del
  trabajo......................................................................................................

 

Libro II: El trabajo asalariado embridado o la economía de la excepción: 
la desviación del trabajo dependiente

 

Capítulo 4. La particularidad de la mano de obra 
extranjera.......................................

 

Capítulo 5. Formas deformes I: la segunda servidumbre en Europa central 
y oriental.........

 

Capítulo 6. Formas deformes II: los orígenes de la esclavitud en la 
economía atlántica..........

 


  Capítulo 7. El engagement o la servidumbre de plazo
  determinado..............................

 


  Capítulo 8. La institucionalización de la esclavitud negra en las
  Américas inglesa y francesa, y la sustitución de los
  engagés...............................................................


   


  Capítulo 9. Las razones de la desviación
  esclavista..................................................


   


  Capítulo 10. Primera relación de conclusiones sobre la constitución de
  las formas deformes del trabajo
  dependiente..................................................................................

 


  Libro III: Libertad del trabajo dependiente y constitución del trabajo
  asalariado

 


  Capítulo 11. La libertad del trabajo
  asalariado.......................................................


   


  Capítulo 12. La resistible libertad del
  trabajo.........................................................


   


  Capítulo 13. El control de la movilidad. Fronteras externas e
  interiores............................

 

Capítulo 14. La abolición de la trata atlántica: la internalización de 
la movilidad...............

 

Capítulo 15. De la trata a la liberación, y de Sierra Leona a las 
Américas: el origen de la política migratoria 
inglesa............................................................................

 

Libro IV. Los caminos de la libertad del trabajo dependiente

 

Capítulo 16. Bajo el signo del trabajo asalariado 
embridado.......................................

 

Capítulo 17. La transición brasileña: el mestizaje del mercado de la 
libertad....................

 

Capítulo 18. El sistema de los coolies: la migración internacional bajo 
contrato o la nueva trata en la India y en el Océano Pacífico 
...................................................................

 

Capítulo 19. La interminable transición 
sudafricana.................................................

 

Capítulo 20. Los diferentes caminos de la libertad del trabajo 
dependiente.......................

 

Anexo: Cuadros sinópticos de las formas de subordinación del trabajo, de 
los derechos de propiedad dependientes y de las formas de gestión del 
mercado de trabajo......................

 

Bibliografía...............................................................................................

 


  Advertencia a la edición francesa

 

Este libro reproduce casi integralmente mi tesis El trabajo asalariado 
embridado. Orígenes de las políticas migratorias, constitución del 
trabajo asalariado y control de la movilidad del trabajo, en tres 
volúmenes, defendida para la obtención del doctorado universitario en 
ciencias económicas en el Institut d'Études Politiques de París. Han 
sido eliminados el capítulo primero del proyecto inicial, que trataba 
acerca de la fundación de la política migratoria, la cronología, una 
parte de la bibliografía que remitía al capítulo suprimido y dos anexos. 
Sin embargo, lo esencial de la investigación y en particular las notas a 
pie de página y algunas referencias, como los cuadros, han sido 
conservadas integralmente, al objeto de que el lector disponga de un 
instrumento de trabajo no sólo más cómodo, sino mejor que la versión 
mimeografiada. En efecto, después de la defensa de tesis he tenido 
ocasión de aprovechar observaciones y correcciones sugeridas por otros 
lectores, así como de mejorar algunos pasajes.

 

Un trabajo tan penoso no puede dejar de ir acompañado de múltiples 
agradecimientos. Estos se dirigen en primer lugar a Georges Tapinos, que 
ha dirigido este trabajo con una enorme paciencia, una cultura y una 
curiosidad de espíritu irremplazables y que es en gran medida el 
responsable de que yo emprendiera el estudio de las migraciones 
internacionales; se dirigen a Michel Gentot, Alain Lancelot y Richard 
Descoings, directores sucesivos del Institut d'Études Politiques de 
París; a Remy Leveau y Jeanine Bourdin, directores del tercer ciclo del 
Institut: nunca me han faltado su apoyo y su consejo. Se dirigen a 
continuación a mis dos ponentes, Pierre Dockès y Bernard Gazier, que han 
aliado competencia, calor y celeridad a la hora de leer y juzgar estas 
largas páginas, así como a los demás miembros del tribunal, Olivier 
Favereau, Immanuel Wallerstein y Alain Wolfesperger, que han tenido la 
bondad de formar parte de mi tribunal.

 

Quiero expresar mi gratitud a Tito Boeri, Giuseppe Cocco, Dominique 
Colas, Benjamin Coriat, Antonella Corsani, Alessandro dal Lago, 
Ferruccio Gambino, Jérôme Gleizes, Jean Pierre Garson, Michael Hardt, 
Bruno Karsenti, Remy Leveau, Alessandro Mezzadra, Alain Morice, Ramine 
Motamed-Nejad, Antonio Negri, Salvatore Palidda, Pascal Petit, Catherine 
Quiminal, Roxane Silberman, Bruno Théret y Carlo Vercellone, que han 
leído parcialmente y a veces en su totalidad mi trabajo y me han 
permitido beneficiarme de sus puntos de vista. Jean Pierre Cabannes, 
Harry Cleaver, Ghislain Deleplace, Sophie Body-Gentrot, Nancy Green, 
Pierre Jeannin, Robert Miles, Robert Paris, Christian Schnakenbourg, 
Alessandro Stella, Hilary Silver, Jeanne Singer y Gérard Soulier me han 
proporcionado una ayuda preciosa en algunas cuestiones. Vaya para ellos 
mi agradecimiento. Olivier Corpet y el IMEC me han permitido disponer de 
condiciones de trabajo excepcionales para la puesta a punto de un 
manuscrito tan complejo. Estos agradecimientos quedarían incompletos si 
no mencionara a las siguientes personas, con las que tengo una deuda 
intelectual por las discusiones que me han permitido tener o las 
lecturas a las que me han orientado: Thierry Baudouin, Jean-Pierre 
Berlan, Giuseppe Bezza, Sergio Bologna, Victor Borgogno, Manuel 
Villaverde Cabral, Hafedht Chekir, Michelle Collin, Albano Cordeiro, 
Benjamin Coriat, Pierre Ewenzyck, Jean Paul de Gaudemar, James 
Hollifield, Dominique Lahalle, Jean Leca, Arnold Leibovitz, Peter 
Linebaugh, Danielle Lochak, Claude-Valentin Marie, Mouhoud El Mouhoud, 
Mark Miller, Gérard Noiriel, Michel Oriol, André Orléan, Dimitri 
Papademetriou, Véronique de Rudder, Edwige Rude Antoine, Saskia Sassen, 
Martin Schain, Daniel Singer, Catherine Teitgen Colli, Lydio F. Tomasi, 
Silvano Tomasi, Michèle Tribalat, Maryse Tripier, Paul Vieille, 
Christine Veauvy, Catherine Witohl de Wenden, Patrick Weil, Aristide 
Zolberg. Ni que decir tiene que una gran parte de aquellos de cuyos 
resultados, conceptos y pistas de investigación me he servido o de 
quienes he aprendido o me he desmarcado a veces con vivacidad, pero 
nunca con indiferencia, figuran en la bibliografía. También están 
presentes para mí en estos agradecimientos. Los nombres de Michel 
Foucault, de Gilles Deleuze y Félix Guattari deben ser evocados aquí: el 
primero porque esta empresa debe algo a la Historia de la locura; los 
segundos, a quienes conocí más directamente, puesto que la imagen 
movimiento de la movilidad y la potencia de la multitud en la fuga 
constituyen mi manera de vivir su memoria y su pensamiento.

 

Jacques Bidet manifestó desde el primer momento un vivo interés por este 
abultado volumen, que aceptó para su publicación original en la 
colección Actuel Marx/Confrontation. Me ha ayudado con sus consejos 
perspicaces y con su apoyo fiel y eficaz. Reciba por ello mi 
agradecimiento, al igual que Michel Progent, de la editorial Presses 
Universitaires de France. Sébastien Mordrel ha realizado un considerable 
trabajo de relectura y de transformación de este manuscrito en un libro, 
y se ha ocupado de su correcta paginación. Agradecérselo no reconoce 
suficientemente su trabajo.

 

Debo un recuerdo especial a Bernard y Marie-Lourde Lehembre, a Said 
Bouziris, a Patrick Mony y a Razak, así como a los militantes de la 
organizaciones de inmigrantes o a los sans-papiers, a cuyo lado descubrí 
el problema de la economía de las diferencias de estatus jurídico en el 
mercado de trabajo, y a partir del cual decidí remontar hasta llegar al 
estudio de la esclavitud.

 

Por último, he de hacer mención de mis estudiantes y participantes en 
los seminarios que organicé desde 1979 en la École Normale Supérieure y 
en el Institut d'Études Politiques de París sobre las migraciones, sobre 
la economía del trabajo, así como sobre los textos fundamentales de la 
economía política.

 

Dicho esto, los caveat de uso se imponen. Asumo en primera persona, 
serenamente y sin ninguna reticencia, la responsabilidad de las ideas 
aquí defendidas y de las insuficiencias de esta obra.

 

 

 


  Advertencia a la presente edición

 

Ocho años después de su aparición en francés, la publicación en lengua 
española de De la esclavitud al trabajo asalariado me brinda la ocasión 
de exponer retrospectivamente, con mayor claridad de cuanto habría sido 
capaz entonces, de dónde surge este libro, en qué marco se inscribe, a 
qué otras corrientes se aproxima y qué uso útil cabe aún hacer del 
mismo. Toda obra escapa de las manos de su autor, afortunadamente, pero 
la comprensión de la globalización, ese «espíritu del tiempo» 
contemporáneo, condiciona en gran medida nuestros márgenes de acción en 
terrenos tan distintos como la investigación histórica, la teoría del 
sistema capitalista y de la economía mundo y la reacción que podemos 
tener ante la «gran transformación» actual, por utilizar los términos de 
Polanyi.

 

Este libro trata de la acumulación primitiva de la clase obrera y del 
trabajo asalariado en general. Debe su génesis a la miel que he 
intentado recoger de varias corrientes y que reduciré, mediante una 
simplificación extrema, a las ideas que han servido para el andamiaje de 
su construcción. Estas cinco corrientes son, siguiendo el orden de su 
descubrimiento, y no necesariamente el orden de su exposición lógica: 
(1) el operaismo italiano (Tronti); (2) una filosofía de la relación y 
del movimiento diferencial (Deleuze y Guattari), (3) una crítica 
materialista del contractualismo (Althusser y Negri); (4) el análisis 
del «capitalismo histórico» (Braudel, Dockès y Wallerstein); (5) La 
endogeneización en el análisis económico contemporáneo de las 
instituciones, de las reglas, del derecho (Commons, Coase, Williamson, 
pero también Hirschmann).

 

Primer bloque de ideas: el secreto de la historia del capitalismo, es la 
historia de la articulación obrera del capital, del trabajo asalariado, 
y no a la inversa. Se comprobará que he ampliado estas categorías a la 
del trabajo dependiente. Dicho de otra manera, la acumulación primitiva 
del capital es la acumulación del proletariado. Otra idea que participa 
de la misma matriz: el proceso técnico de trabajo y el proceso de 
composición/descomposición/recomposición política de la clase obrera y 
del antagonismo están íntimamente enmarañados[1] <#_ftn1>. En una 
palabra, el «no» obrero en el sistema capitalista desborda ampliamente 
lo que Albert O. Hirschmann llama la toma de palabra (voice). La 
defección (exit) constituye una de las armas más eficaces para 
transformar y -me atrevería a escribir- «civilizar» el capitalismo. En 
este sentido, he extendido el método operaista al periodo de la 
acumulación primitiva, pensando y demostrando, así espero, que esos 
elementos explican mucho mejor el resistible proceso de surgimiento de 
la relación de producción capitalista que la virtud dormitiva económica 
y «economicista» de la acumulación por la acumulación.

 

En Operai e capitalea <#_ftn2>, encontramos una comprensión del 
capitalismo como formidable mecanismo de reacción frente al rechazo a 
colaborar por parte obrera, que le conduce volens nolens a transformarse 
en socialización incesante de la fábrica hacia la sociedad, y luego de 
control de la fábrica por parte de la sociedad. Sin embargo, es preciso 
acudir a Gilles Deleuze y Félix Guattari, que han tematizado 
filosóficamente el movimiento y la diferencia, si queremos comprender el 
juego del éxodo, el rechazo explícito de la dialéctica, que 
sobredeterminan las situaciones de dominación. Se escapa localmente a la 
explotación mediante la dialéctica antagonista y simétrica (asociada en 
la mayoría de los casos a una toma de palabra y a un reconocimiento 
especular de los adversarios). Pero los mecanismos asimétricos de 
dominación se burlan fácilamente de estas figuras guerreras hasta 
reducirlas a una retórica vacía[2] <#_ftn3>.

 

La tercera fuente de inspiración para esta larga indagación habrá 
consistido en seguir una perspectiva materialista que reconstruye el 
combate de los «amigos de la tierra y del cielo»: Louis Althusser, en 
uno de sus mejores artículos, el que escribiera sobre el Contrat social 
de Rousseau[3] <#_ftn4>, y Antonio Negri, en El poder constituyente[4] 
<#_ftn5>, han criticado duramente las teorías del contrato como una 
mistificación. ¿Es el contrato (del pacto cívico al contrato comercial) 
el marco dado, que opera como condición de posibilidad de un antagonismo 
regulado entre las clases sociales? ¿O bien los elementos del contrato, 
la naturaleza del contrato, son el objeto esencial del conflicto? La 
cuestión de la libertad del trabajador dependiente, el control de su 
facultad de romper el contrato comercial, y luego el contrato de 
trabajo, están en el corazón de mi libro.

 

Nos cruzamos así, en distintas épocas, encarnados de forma diferente, 
así lo espero, a como se desprenderían de las categorías abstractas 
autoengendradas en una dialéctica impecable propia de un jardín à la 
française, con el campesinado, con los nuevos siervos, con los pobres 
europeos bajo el Antiguo Régimen, con los esclavos negros modernos de la 
periferia, con los coolies, con los engagés bajo contrato, y con los 
migrantes internacionales en todos los rincones del planeta.

 

Interviene a este respecto un cuarto componente del proceder metódico de 
este libro: el del capitalismo como fenómeno histórico. La perspectiva 
del capitalismo histórico ha sido copiosamente expuesta y desarrollada 
por Immanuel Wallerstein, después de Fernand Braudel, pero también 
ampliamente ilustrada por Pierre Dockès a propósito de la Edad Media. 
Este punto de vista desplaza el origen de la formación del capitalismo 
hasta situarlo mucho antes de la mera formación del capitalismo 
industrial a finales del siglo XVIII. En el fondo, viene a reintegrar la 
fase de la acumulación primitiva en la comprensión del capitalismo 
maduro y contemporáneo, en lugar de expulsarla a un cómodo exterior, el 
de la prehistoria, el de la anomalía extravagante o de la persistencia 
de arcaísmos heredados de un modo de producción anterior (feudal o 
primitivo).

 

Resumamos al máximo los cuatro acervos metodológicos y teóricos en los 
que se apoya este libro. La acumulación primitiva del capitalismo es la 
acumulación primitiva de la clase obrera. Esta cuestión atañe a la 
movilidad del trabajo dependiente desde el punto de vista de la larga 
duración. El terreno que cristaliza ese enfrentamiento es el de la 
constitución del contrato de trabajo, que preside la configuración 
institucional del trabajo asalariado.

 

Aquí interviene la aportación del primer y el segundo institucionalismo 
en la ciencia económica. El primer institucionalismo (de T. Veblen a J. 
C. Commons y C. Kerr) no concibe el mercado como el mecanismo de la 
oferta y la demanda descrito por David Ricardo o William Stanley Jevons, 
sino como instituciones sociales cuya convención contractual no es más 
que un elemento que ha de ser puesto en situación. Del segundo 
institucionalismo (R. Coase, O. Williamson, D. North y R. Thomas), más 
anclado en el individualismo metodológico, y por ende más aceptable para 
el mainstream neoclásico, he recogido el análisis a partir de las 
transacciones, que he combinado con la noción de efectos externos o 
externalidades. Este tipo de análisis plantea que el cálculo económico 
se aplica tanto al coste de la configuración de los activos y de las 
decisiones de hacer de estos últimos bienes intercambiables en un 
mercado, como al precio de la fuerza de trabajo o de un factor, que 
tienen en cuenta de forma exclusiva tanto los economistas clásicos 
(marxistas incluidos) como neoclásicos. ¿Se incluye en los términos del 
contrato de trabajo la duración de su ejecución? Esta cuestión 
aparentemente técnica resulta completamente fundamental para el 
trabajador dependiente, así como para la instauración de una relación 
capitalista duradera. Resulta crucial a su vez para la temática de la 
libertad de movimiento y de la libertad a secas de lo que habrá de 
tornarse, no simplemente en el individualismo posesivo de John Locke, 
sino en el ciudadano de la democracia y el actor colectivo de las 
revoluciones así como de las grandes transformaciones políticas.

 

Tales son, pues, los puntos de anclaje de este libro y su inscripción en 
la reflexión contemporánea. Quisiera añadir ahora algunas breves 
observaciones sobre la convergencia y los desarrollos de esta 
observación. El método elegido no podía ser el examen de las fuentes 
primarias de los periodos históricos estudiados; tres vidas enteras no 
hubieran bastado para ello. Esta obra apunta más bien, tanto en sus 
conclusiones generales como en sus resultados puntuales, a abrir un 
programa de investigación y nuevas áreas de trabajo. Desde su 
publicación, he extendido mi estudio a situaciones que no había tratado: 
Cuba y Haiti, sin encontrar en ellas desmentidos del método o de los 
resultados[5] <#_ftn6>.

 

Cuando comencé mi trabajo, tan sólo tenía un conocimiento muy parcial de 
los trabajos de Gayatri Chacravorty Spivak, Dipesh Chakrabarty, Walter 
Mignolo, Aníbal Quijano y Naoki Sakai, que han inspirado lo que ahora se 
conoce como subaltern studies, los postcolonial studies o la corriente 
crítica de los cultural studies y del multiculturalismo blanco[6] 
<#_ftn7>. Con la distancia, me parece evidente que mi libro se inscribe 
en una reevaluación radical de la parte oculta, no sólo de la historia 
del capitalismo, sino también de la constitución de la clase obrera. 
Esta última se construyó sobre una ruptura radical con los pobres, con 
los campesinos y con aquello que permitió la disciplinarización y la 
fijación de los pobres: el paso por las colonias, la esclavitud, la 
servidumbre y la organización del trabajo en brigadas. Dejo asimismo de 
lado la inmensa cuestión de las mujeres y de su expulsión de la 
producción mercantil antes de su reintegración como porción «subalterna» 
del trabajo asalariado. La estratificación étnica, racial y racista, 
sexista y de casta de la totalidad del trabajo dependiente desempeña un 
papel nada despreciable en las exclusiones ideológicas que ha producido 
el movimiento obrero y que condujeron a su vez a su marginalización, es 
decir, al final de su hegemonía, de la que la caída del socialismo real 
en 1991 no es más que la conclusión lógica.

 

En el campo de la investigación histórica sobre el nacimiento de la 
clase obrera, sobre la esclavitud, han aparecido algunas contribuciones 
de importancia, que comienzan a suscitar polémicas o el mal humor o el 
silencio de la ortodoxia. Los trabajos de Peter Linebaugh y Robert 
Rediker sobre la economía del Atlántico norte, los de Luiz Felipe de 
Alencastro sobre la trata en el Atlántico sur, los de Dale W. Tomich 
sobre la incumbencia de la esclavitud para una visión completa y 
compleja de la globalización han contribuido a instalar la cuestión de 
la esclavitud fuera del gueto de la anomalía[7] <#_ftn8>. La cuestión de 
la esclavitud en las colonias francesas ha sido objeto de trabajos 
recientes[8] <#_ftn9>. Los problemas que encuentran las sociedades 
modernas actuales en una época de crisis de la soberanía nacional y de 
surgimiento de un poder imperial, confiere a estas cuestiones un 
carácter central. El reconocimiento de que las cuestiones de casta, de 
color, de las relaciones interétnicas y de sexo importan mucho y que sin 
ellas el punto de vista que decimos «de clase» está descarnado, ciego y 
completamente estéril, constituye sin duda una condición previa para 
construir nuevas miradas sobre la política y la historia.

 

Nada tiene de azaroso que la polémica sobre la relación con la dimensión 
poscolonial, un debate aplazado desde hace mucho tiempo y a menudo 
reprimido en Francia haya estallado precisamente mientras tenían lugar 
las revueltas urbanas más vastas que haya conocido el Viejo Continente, 
en octubre y noviembre de 2005. Entre la inmigración actual y la 
emigración transoceánica, entre la discriminación social y la esclavitud 
colonial existen hilos, de tal suerte que secciones enteras de la 
historia (y no sólo de la memoria oficial estatal o de las culturas 
minoritarias) deben reintegrarse a nuestro campo de visión. Esta 
polémica se ha trasladado rápidamente a la cuestión de la vocación del 
historiador y de su responsabilidad. Y bien está que así sea. De no ser 
así, la exigencia de verdad y de conocimiento compartido con el resto 
del mundo en la que pretende encastillarse la cultura europea no es más 
que una poco gloriosa operación pro domo.

 

El análisis del capitalismo histórico hace frente al devenir de ese 
mismo capitalismo. Su acumulación «primitiva» no se deja encerrar en una 
prehistoria cómoda y para siempre acontecida. Cuando se examina la 
edificación perfectamente moderna de uno de los sistemas de explotación 
más bárbaros que hayan producido las sociedades humanas, lo que resulta 
interesante no es su carácter pretérito o sus remanentes modernos, sino 
las verdaderas variables y los mecanismos que operan en torno a la 
constitución del trabajo asalariado y de las formas de trabajo 
dependiente no libre. En la época del crepúsculo del capitalismo 
industrial y del surgimiento de un tercer tipo de capitalismo, no 
saldremos con las manos vacías de esta relectura de la esclavitud, 
directamente útil para el futuro del contrato de trabajo[9] <#_ftn10>.

 

La presente edición en lengua española no habría sido posible sin el 
equipo de traductores formado por Beñat Baltza, Marisa Pérez Colina y un 
amigo, Raúl Sánchez Cedillo, y sin la atenta relectura del manuscrito 
realizada por Francisco Sanz Esteban. No se me escapa el trabajo 
considerable que ha representado este libro erizado de términos 
técnicos, de neologismos, sin contar mis frases a menudo largas y 
complicadas. Les doy las gracias de todo corazón. Gracias, por supuesto, 
a Antonio Negri por haber aceptado escribir el prefacio de mi libro para 
el público español. Él sabe lo mucho que aprecio su parecer.

 

Gracias, por último, a un amigo, Carlos Prieto del Campo, director de la 
colección «Cuestiones de antagonismo»b <#_ftn11>, que me ha demostrado 
su confianza haciéndose cargo de la edición de este libro, y que no ha 
dejado de solicitarme la localización de referencias, la armonización de 
las a notas a pie de página (a menudo elaboradas a partir de working 
papers) y la revisión de la bibliografía para hacerla accesible al 
lector, así como la eliminación de las ambigüedades que podían subsistir 
en la redacción después del tamiz de la traducción.

 

Tamaño esfuerzo merece un reconocimiento. Presenta además dos ventajas. 
En lo sucesivo, esta edición española debe servir de referencia, ya que 
en ella se han eliminado numerosas erratas y errores que salpican la 
edición francesa. En cuanto a las traducciones venideras, la portuguesa, 
de próxima publicación en la editorial De Paula, y la inglesa (en curso  
de realización), ven así su tarea considerablemente simplificada.

 

Quiero dedicar también esta edición española a Immanuel Wallerstein y a 
todo el equipo actual del Fernand Braudel Center de la Universidad del 
Estado de Nueva York (SUNY), en Binghamton y en particular a Richard 
Lee, Ricardo René Larémont y Dale Tomich.

 

Por último, quisiera honrar la memoria de Yves Benot, desaparecido en 
enero de este año. Este periodista, historiador y militante 
anticolonial, hizo mucho para que la sociedad francesa mirara cara a 
cara a la esclavitud.

 

París, 6 de marzo de 2006

 

 

 


Prefacio a la presente edición

Antonio Negri

 

Este libro ha producido una perturbación del método y, en general, de la 
epistemología del pensamiento revolucionario posmarxista. En el 
horizonte de los estudios posmodernos y postimperialistas, surge como un 
acontecimiento, como un verdadero acontecimiento del pensamiento. Revisa 
(y con ello el término «revisionismo» cobra un carácter plenamente 
positivo) una larga tradición que poco a poco había venido 
consolidándose, pero también esclerotizándose; que poco a poco había 
venido afirmándose, pero que había cobrado a su vez los caracteres de 
una ortodoxia incapaz de aferrar la novedad de los movimientos. Hablamos 
del tercermundismo y de su historiografía impregnada de piedad y de 
incomprensión hacia la autonomía de la multitud, de occidentalismo y de 
teleología eurocéntrica. Para romper esta costra era preciso modificar 
al mismo tiempo el método y la ontología histórica, transformando la 
consideración de los problemas de la migración en ejemplo de una ruptura 
histórica y de una nueva comprensión de las fuerzas que en esta historia 
(la del capitalismo desde el siglo XVI hasta nuestros días) 
intervinieron. Moulier retoma esta historia desde tan lejos como la 
retomara Marx, esto es, desde los primeros albores de la mundialización 
capitalista (el descubrimiento de América) y lo hace desde el punto de 
vista del tiempo histórico; la retoma además desde el punto de vista 
espacial, desde la perspectiva de los países y de los movimientos de las 
poblaciones que estaban «fuera» del desarrollo capitalista central, lo 
cual genera una idea completamente nueva de lo que está «dentro» del 
capital.

 

Querríamos subrayar aquí cinco puntos conceptuales fundamentales en la 
empresa de Moulier.

 

1. Migrar no puede reducirse únicamente a una constricción. Es también 
un acto autónomo, de resistencia de masas, que hoy calificamos como 
éxodo. Moulier comprende que las migraciones constituyen un elemento 
originario del capitalismo desde su nacimiento y comprende además que, 
desde su nacimiento, la fuerza de trabajo conquistada por el capitalismo 
se presenta en forma de antagonismo. Las naves que llevan a la fuerza de 
trabajo negra hacia la esclavitud no son únicamente lugares de 
sometimiento, o espacios de exterminio: son ante todo lugares de lucha. 
La multitud que el capital construye es ante todo fuerza de 
contestación: la lucha comienza desde el momento de partida de las naves 
y continúa una vez que llegan a su destino. Una hidra de múltiples 
cabezas se agita por las rutas del Atlántico (y más tarde del Pacífico y 
del Océano Índico). Las investigaciones sucesivas (y en particular las 
de Linebaugh y Rediker) lo mostrarán de manera absolutamente irresistible.

 

2. Cuando las poblaciones migrantes son sometidas a nuevos regímenes, se 
definen, también en este caso, nuevos lugares de lucha y nuevas 
composiciones de deseos de libertad y de liberación. Genovese y Rawick 
lo han mostrado de forma detallada. Asistimos a un sucederse de luchas, 
insurrecciones, sabotaje, quilombo, desobediencia y rechazo. Los 
esclavos, los nuevos sometidos al régimen capitalista, se expresan a 
través de episodios de afirmación de libertad, que conducen a verdaderas 
luchas revolucionarias, que constituyen el contraluz permanente de los 
procesos de servidumbre y de hegemonía colonial (interna y externa). 
Frente a ellos no hay un patrón distinto del capitalista. Las culturas y 
los comportamientos de estas poblaciones migrantes son contraculturas 
constituyentes. Son episodios siempre excepcionales de prefiguración de 
libertad y de construcción de lo común.

 

3. Se desprende de ello una nueva definición del concepto de fuerza de 
trabajo que nos ha entregado la tradición. Si aquellos a los que se ha 
llamado esclavos no son sino migrantes, y si su inserción no acontece 
fuera de una constitución capitalista de la sociedad (y del mundo), 
entonces esta fuerza de trabajo está inequívocamente «dentro» del 
capital, pero está también «fuera», «más» fuera de cuanto lo estuvieran 
las masas «no de color», sometidas a la organización capitalista en el 
centro del desarrollo. Llegados a este punto, hemos reconfigurado 
considerablemente el concepto de fuerza de trabajo como realidad social 
y política independiente, siempre capaz de establecer una relación 
antagonista con el capital. En el caso de la fuerza de trabajo migrante, 
colonial, esclavizada, esta relación activa no pierde vigor, antes bien, 
se acentúa. Estamos acostumbrados a la consideración de la fuerza de 
trabajo (y, entre otras, de la clase obrera) como sujeto blanco, varón, 
maduro (y sometido íntimamente a la ética del trabajo): tenemos que 
cambiar de perspectiva. La fuerza de trabajo utilizada por el capital es 
desde el principio blanca y de color, macho y hembra, madura y joven (y 
a veces adolescente e indefensa). La ética del trabajo encuentra aquí su 
primer obstáculo insuperable.

 

4. La tradición que Moulier destruye es también aquella que está ligada 
a la teoría ortodoxa de los estadios de desarrollo. ¡Menuda historia nos 
contaron, esta vez no sólo los capitalistas, sino también los 
partidarios del «socialismo real»! ¡Decían que había que pasar por una 
educación social y un sometimiento feroz para poder expresar deseos de 
libertad! ¡El comunismo sólo era posible una vez que hubiéramos 
atravesado la esclavitud y el capitalismo! ¡Menuda patraña! Es falso, 
nos dice Moulier. Si la esclavitud fue posible, lo fue porque formaba 
parte de un dispositivo capitalista, central, no periférico; la fuerza 
de trabajo es el verdadero universal concreto, esto es, la diferencia 
puesta a trabajar, allí donde trabajo y capital caminan juntos. Las 
distintas fracciones de los pueblos coloniales sometidos y de los 
pueblos europeos blancos cristianos, directamente subsumidos en la 
acumulación capitalista, no encuentran una diferencia progresiva que 
defina a uno y otro, no se insertan en estadios del desarrollo: existen 
tanto unos como otros dentro del desarrollo capitalista. Los Subaltern 
Studies nos han enseñado, desde el interior de una historia obrera y 
proletaria terriblemente ejemplar, la de la India, hasta qué punto la 
subsunción del trabajo en el capital (y las mistificaciones que la 
rodeaban) eran totalitarias.

 

5. Los movimientos transoceánicos y transcontinentales del capital 
naciente -argumenta Moulier- no sólo son productivos de una nueva 
esclavitud del trabajo, sino que abren a su vez nuevos horizontes de 
luchas y de libertad. Lo que somos capaces de comprender 
metodológicamente, esto es, la potencia de la fuerza de trabajo, se 
torna políticamente central. Las migraciones no han dejado de verse 
caracterizadas por un régimen esclavista, pero se han extendido y 
ampliado, haciéndose cada vez más inherentes al desarrollo capitalista y 
a la configuración de los territorios: y aquí representan un porvenir de 
insubordinación, una perspectiva de revolución. En la globalización, y 
sólo en la globalización, se torna posible la destrucción del orden 
capitalista y puede ser eliminada la explotación: en la génesis de los 
grandes procesos de mundialización que la historia de las migraciones 
nos muestra, comprendemos -gracias a Moulier- un nuevo proyecto de 
insubordinación.

 

Así, pues, la contribución del libro de Moulier a la renovación de la 
teoría y de las prácticas de los movimientos contra la globalización 
capitalista nos muestra (ad 1) que la movilidad de la fuerza de trabajo 
es desde el principio una de sus características esenciales; (ad 2) que 
la cultura de esta fuerza de trabajo está vinculada desde el principio a 
un proyecto (utópico pero real) de éxodo; (ad 3) que el concepto 
marxiano de fuerza de trabajo ha de ser integrado mediante la agregación 
al antagonismo de la temporalidad y la espacialidad de la acción 
multitudinaria; (ad 4) que este movimiento antagonista, en tanto que 
protagonista del éxodo, se plantea siempre dentro del capital, que su 
potencia es extrema y que ante estas insurgencias no se sostiene ninguna 
teoría gradual; (ad 5) que esta revisión de toda tradición objetivista y 
epígona del marxismo ha de ser reactualizada para abrir nuevas 
perspectivas de transformación radical del mundo en el que vivimos. 
Existe una globalización capitalista, ciertamente vencedora, y sin 
embargo sumamente débil en sus presupuestos: intenta producir un 
gobierno imperial global y prepotente. Sin embargo, esta globalización 
es precisamente y ante todo el intento de responder a la movilidad de la 
fuerza de trabajo, a su violencia, a la extensión global de la lucha de 
clases, que hoy se llama lucha multitudinaria.

 

Demos las gracias a Moulier por haberse incorporado (y a menudo haberse 
anticipado) a un programa de refundación conceptual de la acción 
proletaria y de la revolución multitudinaria.

 

 


 


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[1] <#_ftnref1> Véase Yann Moulier, «L'opéraisme italien: 
organisation/répresentation/idéologie, ou la composition de classe 
revisité», en Marie-Blanche Tahon y André Corten (eds.), L'Italie. Le 
philosophe et le gendarme, Actes du Colloque de Montréal, Montreal, VLB 
Éditeur, 1986, pp. 37-60.

a <#_ftnref2> Mario Tronti, Obreros y capital, Madrid, «Cuestiones de 
antagonismo 8», Ediciones Akal, 2001.

[2] <#_ftnref3> He intentado reconsiderar sistemáticamente las 
combinaciones posibles en mi artículo: «Économie politique des 
multitudes. Mobilité du capital, mouvements sociaux et mouvements du 
capitalisme», Rue Descartes. Revue du Collège International de 
Philosophie 49, 2005, pp. 53-65.

[3] <#_ftnref4> Louis Althusser, «Sur le Contrat social», Cahiers pour 
l'analyse 8, 1967; reeditado hoy en Solitude de Machiavel et autres 
textes, edición preparada y comentada por Yves Sintomer, París, Actuel 
Marx/PUF, 1998, pp. 50-102 [de próxima publicación en esta misma 
colección]; asimismo en «Le courant souterrain du matérialisme», Écrits 
philosophiques et politiques, t. i, edición preparada y anotada por 
François Matheron, París, Stock-Imec, 1994, pp. 539-579. [ed. cast.: 
Para un materialismo aleatorio, Madrid, Arena Libros, 2002]. 

[4] <#_ftnref5> Antonio Negri, Il potere costituente [1992], Roma, 
Manifestolibri, 2002 [ed. cast.: El poder constituyente, Madrid, 
Libertarias/Prodhufi, 1994].

[5] <#_ftnref6> Yann Moulier Boutang, «Le fonctionnement de l'économie 
esclavagiste à Cuba (1790-1868)», Tiers-Monde xliii, 171, París, 
julio-septiembre de 2002, pp. 555-577, y «La fin de l'esclavage. Haïti 
et les modèles de transition abolitionnistes», en Y. Bénot y M. Dorigny 
(eds.), Rétablissement de l'esclavage dans le colonies françaises aux 
origines d'Haïti, París, Maisonneuve et Larose, 2003, pp. 201-219.

[6] <#_ftnref7> Por ejemplo, Naoki Sakai y Jon Solomon (eds.), 
Translation, biopolitics, colonial difference, Hong Kong, Hong Kong 
University Press, 2006.

[7] <#_ftnref8> Peter Linebaugh y Marcus Reiker, The Many Headed Hydra. 
Sailors, Slaves, Commoners, and the Hidden History of the Revolutionary 
Atlantic, Boston, Beacon Press, 2000 [ed. cast.: La hidra de la 
revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia oculta del 
Atlántico, Barcelona, Crítica, 2005]; Luiz Felipe de Alencastro, O trato 
dos Viventes, São Paulo, Compahnia das Letras, 2000; y Dale W. Tomich, 
Through the Prism of Slavery. Labor, Capital, and World Economy, Lanham 
(MD), Rowman & Littlefield Publishers, Inc., 2004.

[8] <#_ftnref9> Por ejemplo, véase, François Vergès, Pascal Blanchard y 
Nicolas Bancel, La repúblique coloniale. Essai sur une utopie, París, 
Albin Michel, 2003; pero también Pascal Blanchard, Nicolas Bancel y 
Sandrine Lemaire (eds.), La fracture coloniale. La socièté française au 
prisme de l'héritage colonial, París, La Découverte, 2005; por último, 
Patrick Weil y Sthéphan Dufoix (eds.), L'esclavage, la colonisation et 
après, París, PUF, 2005.

[9] <#_ftnref10> Yann Moulier Boutang, «Formes de travail no libre; 
Accumulation primitive : préhistoire ou histoire continuée du 
capitalisme ?», Cahiers d'Études Africaines. Esclavage moderne ou 
modernité de l'esclavage? 179-180, Éditions de l'EHESS, París, pp. 
1069-1092.

b <#_ftnref11> «Cuestiones de antagonismo» es el sello editorial de la 
Universidad Nómada/GMS.

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