[unomada-info] Publicación de "Crisis de la clase media y posfordismo", de Sergio Bologna

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Jue Nov 2 23:23:26 CET 2006


Ediciones Akal, Cuestiones de antagonismo

"Crisis de la clase media

y posfordismo"

Ensayos sobre la sociedad del conocimiento y

el trabajo autónomo de segunda generación

Sergio Bologna

Traducción: Marta Malo de Molina Bodelón

El capítulo 7 ha sido traducido del alemán por Carlos Prieto del Campo

Índice

Parte primera. Sobre el trabajo autonómo

1. Por una antropología del trabajador autónomo (1997)

2. Diez tesis para la definición de un estatuto del trabajo autónomo (1997)

3. La undécima tesis (2004)

4. Nuevas formas de trabajo y clases medias en la sociedad postfordista 
(2006)

Parte segunda. Sobre el trabajo cognitivo

5. El papel y las características sociológicas de los intelectuales como 
estrato en un escrito de Theodor Geiger (1998)

6. Los «trabajadores del conocimiento» y la fábrica que debería 
producirlos (2005)

7. Proteger la mente o sobre la autoformación política (2004)

Apéndice

8. Horarios de trabajo y posfordismo (1995)

Origen de los textos publicados

«Dieci tesi per la definizione di uno statuto del lavoro autononomo» y 
«Per una antropologia del lavoratore autonomo», en Sergio Bologna y 
Andrea Fumagalli (eds.), Il lavoro autonomo di seconda generazione. 
Scenari del postfordismo in Italia, Milán, Feltrinelli, 1997 pp. 13-42 y 
81-132 respectivamente.

«L’undicesima tesi» (2005) es inédita en italiano, habiéndose publicado 
recientemente en S. Bologna, Die Zerstörung der Mittelschichten. Thesen 
zur neuen Selbständigkeit, Viena/Graz, Nausner&Nausner, 2006.

«Nuove forme di lavoro e classi medie nella società postfordista» es un 
texto reelaborado de la ponencia que se presentó en la jornada de debate 
La f en brica y la sociedad. Trabajo autónomo y feminización del circuito 
productivo celebrada en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona 
(MACBA) el 29 de abril de 2005 con motivo del Euromayday de 2005.

«Il ruolo e le caratteristiche sociologiche degeli intelletualli come 
ceto in uno scritto di Theodor Geiger», se publicó originalmente en 
L’ospite ingrato. Annuario del Centro Studi Franco Fortini 1, 1998, pp. 
13-29.

«I “lavoratori della conoscenza” e la fabbrica che dobbreve produrli», 
se publicó originalmente en L’ospite ingrato. Semestrale del Centro 
Studi Franco Fortini dell’Università di Siena 1, 2005, pp. 15-32.

«Proteger la mente o sobre la autoformación política» es el texto de una 
conferencia pronunciada en Berlín el 9 de febrero de 2004, dentro de la 
iniciativa Jour fixe.

«Orari di lavoro e postfordismo» se presentó como ponencia en las 
jornadas Il giusto lavoro per un modo giusto, celebradas en la Camera 
del Lavoro de Milán el 8-9 de julio de 1995.


Prefacio a la presente edición

Entender qué es el trabajo hoy, entender qué sucede en la cabeza de la 
gente cuando trabaja en una condición de autonomía formal pero de 
sustancial subalternidad, entender «el trabajo no asalariado», por 
utilizar una definición del jurista francés Lyon Caen, entender las 
grandes oportunidades que la revolución de la web ha abierto a las 
inteligencias y el precio que la transformación posfordista de las 
relaciones de producción ha impuesto al trabajo humano: éstos son los 
principales objetivos que he intentado alcanzar al componer estos 
ensayos, escritos en distintos periodos de tiempo en el transcurso de 
cerca de una década (1995-2005).

Cuando se habla del trabajo hoy día, en particular en la prensa de 
actualidad que se remite a la izquierda europea, se utilizan dos 
términos para caracterizarlo: precariedad y flexibilidad. Y, por lo 
general, ahí se queda la cosa, como si se hubiese dicho todo lo que 
había que decir. No sólo: se cree y se escribe (véase por ejemplo el 
programa electoral de la Unión, la coalición de centroizquierda que se 
ha opuesto al gobierno de Berlusconi) que, para poner remedio a la 
situación de precariedad, hay que reintroducir a escala general el 
contrato de trabajo a tiempo indefinido. De este modo, la 
superficialidad se une a la ingenuidad.

Resulta superficial quien considera la precariedad y la flexibilidad del 
trabajo como dos condiciones dadas y no se interroga acerca de cómo se 
han producido, a partir de qué transformaciones de la economía, de qué 
cambios de la naturaleza y la organización del Estado, de qué nuevas 
tecnologías. La revolución posfordista ha sido una auténtica revolución, 
ha cambiado el modo de vida y de comunicación entre las personas, ha 
sido una revolución del modo de producción capitalista (como aquellas 
que la habían precedido) que ha redefinido los confines de las clases, 
ha creado perdedores pero también muchas oportunidades de trabajo y vida 
para quienes han sido capaces de utilizar de la mejor manera sus propias 
competencias. Resulta superficial quien considera la precariedad y la 
flexibilidad como dos condiciones impuestas, cuando, por el contrario, 
pueden ser condiciones elegidas por el sujeto, por quien prefiere un 
trabajo discontinuo a un trabajo fijo, por quien debe conciliar trabajo 
e hijos (muchas mujeres sólo pueden gestionar lo uno y lo otro gracias a 
la flexibilidad de horarios y de lugares de trabajo). Resulta 
superficial quien olvida que, en la década de 1970, hubo una fuerte 
tendencia espontánea por parte de los jóvenes a huir de la condición del 
trabajo «fijo», a evitar las rígidas jerarquías empresariales, a 
rechazar una jornada de trabajo con horarios predeterminados. El trabajo 
temporal y el trabajo flexible fueron también para la fuerza de trabajo 
una elección, algo que se buscaba, del mismo modo que el éxodo del campo 
fue un movimiento espontáneo durante determinados periodos del 
industrialismo de los siglos XIX y XX, y no sólo un éxodo obligado.

Resulta ingenuo quien cree que es posible una vuelta generalizada a los 
contratos de trabajo de tiempo indefinido o quien cree que este objetivo 
se puede alcanzar con medidas administrativas.

El problema es otro, la demanda política es otra: quien trabaja por 
elección o por necesidad de manera discontinua, quien trabaja por 
elección o por necesidad de manera autónoma, no debe sufrir 
discriminaciones desde el punto de vista de las garantías sociales y 
asistenciales. Los derechos sociales y la protección de la salud, la 
maternidad y la vejez deben garantizarse a todo el mundo y no sólo a las 
categorías de trabajadores con contrato de trabajo a tiempo indefinido.

Las formas de trabajo por cuenta propia no parecen atraer el interés de 
los sociólogos o de los economistas del trabajo, entre otras cosas 
porque se consideran «formas de empresa» y, por lo tanto, se las incluye 
dentro de las disciplinas que se ocupan de economía empresarial. 
Afortunadamente, no siempre ha sido así. A principios del siglo XX y 
durante toda la década de 1930, sobre todo en Alemania y Austria, países 
en los que nació y se desarrolló la sociología del trabajo (la primera 
investigación de Weber sobre los trabajadores agrícolas de Pomerania es 
de 1899 y, de algunos años después, es el primer estudio de Werner 
Sombart sobre las «empresas individuales»), se multiplicaron los 
estudios sobre los trabajadores autónomos y sobre las pequeñas empresas 
artesanas y se intensificó el interés político por estas categorías, así 
como por las categorías de los white collars o «trabajadores del 
conocimiento» (Kopfarbeiter, brain workers). El nacimiento y la 
evolución de la nueva burguesía creada por el fordismo fueron objeto de 
un atento y perspicaz seguimiento por parte de sociólogos, economistas y 
psicólogos de orientación marxista y de inspiración católica, de figuras 
ilustres del pensamiento económico moderno, como Schumpeter, y de 
sindicalistas y políticos menos ilustres. De los métodos de análisis de 
estos maestros de la investigación he sacado algunos motivos para 
intentar entender la situación actual. Para intentar entender mi propia 
situación.

Pasé cerca de veinte años de mi vida, de 1966 a 1983, trabajando como 
docente en distintas universidades. Disfruté de los privilegios del 
funcionario público y de los espacios de libertad del docente 
universitario, disfruté de la autoridad que este papel confiere a la 
persona. Intenté contribuir con mis esfuerzos de docente y de 
investigador al movimiento de afirmación del poder sindical de los 
trabajadores, en particular, de los obreros de fábrica y de los 
servicios públicos, luchando también contra las burocracias paralizantes 
del movimiento obrero y del Partido Comunista Italiano. Tal vez esto 
haya contribuido también a mi alejamiento de la Universidad con una 
sanción disciplinaria que me obligó, a la edad de 45 años, a reorganizar 
las bases de mi existencia, inventándome un nuevo oficio. Me convertí en 
trabajador autónomo y creé una microsociedad consultora, expuesta a las 
incógnitas y a los riesgos del mercado, pero también capaz de entrar en 
mecanismos de poder muy complejos y en proyectos de innovación de enorme 
interés. Perdí la autoridad intrínseca al desempeño de una función 
definida, conferida de una vez por todas al titular de una cátedra, y 
tuve que ganármela día a día. He tenido mucha suerte y he vivido años de 
gran intensidad, aprovechando las oportunidades que ofrece el 
posfordismo a quienes saben administrar bien sus competencias. No 
obstante, me han hecho falta, para no quedarme en los márgenes del 
mercado y poder sobrevivir como profesional liberal, redes de 
relaciones, de amistad, de complicidad, que me había construido durante 
los veinte años anteriores. No he tenido que cambiar de orientación 
política o estilo de vida, no he tenido que «cambiar de piel». Ya hace 
veinte años que trabajo en contacto diario con empresas e instituciones 
y mi trabajo representa para mí la fuente principal de observación de 
los comportamientos de esta sociedad. Por lo tanto, mi interés de 
investigador ha renacido observando a los trabajadores autónomos de 
segunda generación, a los professionals [profesionales], a los knowledge 
workers [trabajadores del conocimiento], y a la clase media de la que 
éstos constituyen un componente fundamental, pero también a los 
trabajadores con contrato diario de las entregas exprés o de los 
almacenes, a los trabajadores portuarios o a los camioneros. El campo de 
observación es muy amplio y comprende la inmensa cuenca de mano de obra 
del sector de los transportes y de la logística, que representa una de 
las avanzadillas de la globalización, un sector que trabaja en ciclo 
continuo, 24 horas sobre 24, uno de los pocos donde el empleo crece a 
escala mundial y donde se encuentran todas las formas más desenvueltas y 
menos acomplejadas de flexibilidad, un sector de gente que se mueve sin 
parar, que viaja, que encuentra cada día nuevas situaciones, de gente 
que desarrolla de este modo un sentido de curiosidad, un interés 
«cognoscitivo» por cómo funcionan las cosas, totalmente peculiares. Un 
sector donde hasta el último trabajador con contrato diario que conduce 
la furgoneta de las entregas o el mozo eventual encargado de la carga y 
descarga del depósito de mercancías sabe interpretar los lados ocultos 
del modo de producción moderno, con perspicacia y pasión. Se trata de un 
proletario con características culturales muy distintas de las que 
tenían los obreros de fábrica.

Middle class [clase media] y trabajadores de un sector «globalizado», 
éstos son los estratos sociales cuya observación me ha estimulado las 
reflexiones contenidas en el ensayo más reciente, aquél sobre la 
destrucción de la clase media, publicado por primera vez en su versión 
alemana y todavía inédito en Italia[1] <#_ftn1>. Trata de las 
consecuencias de la crisis de la new economy y de las políticas de 
empleo existentes en Europa, en particular de las políticas para la 
formación de empresas –a las que más bien habría que denominar 
«políticas para la formación de trabajadores autónomos»– y de su 
relativo fracaso.

Este libro está dirigido, sobre todo, a quienes están directamente 
implicados en los «nuevos trabajos» y en los nuevos «modos de trabajo» 
creados por el posfordismo. Los testimonios y las contribuciones de 
reflexión de las mujeres han sido para mí la fuente más útil para 
determinadas consideraciones: el punto de vista femenino sigue siendo el 
más lúcido, tal vez porque con el posfordismo la mujer ha asumido un 
papel en el mundo del trabajo que, desde el punto de vista de su 
importancia numérica y capacidad de difusión, nunca había desempeñado en 
las épocas anteriores.

Milán, 7 de marzo 2006



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[1] <#_ftnref1> S. Bologna, Die Zerstörung der Mittelschichten. Thesen 
zur neuen Selbständigkeit, Viena/Graz, Nausner&Nausner, 2006.




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